El sacerdote Franciso “Paco” Olveira es uno de los referentes del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres y durante años, fue el párroco de la Isla Maciel. Desde Libertad en el partido de Merlo, donde está a cargo de la Capilla Beato Enrique Angelelli y Compañeros Mártires en el Asentamiento Eva Perón, encendió su cámara web para dialogar con Alessandra Minnicelli para el programa de televisión 40 Minutos de RSE.

En este diálogo, relata en primera persona el día a día de una lucha contra un enemigo invisible, el virus del COVID-19, pero que pone a la vista otros adversarios más difíciles de combatir: la pobreza, la marginación y otras injusticias.

Alessandra Minnicelli (AM): ¿Cómo está viviendo tu comunidad este momento de pandemia?

Francisco Olveira (FO): Siento que veníamos del infierno, ya que los últimos cuatro años del macrismo fueron realmente muy difíciles para la gente más humilde y que no hubo tiempo de salir. Sobre llovido mojado: llegó el COVID-19. La presencia del Estado es lo que está haciendo que podamos subsistir. Claramente, es una economía de subsistencia lo que se está viviendo, se está pudiendo llegar a lo básico: a comer y un poquito más. En medio de esta circunstancia, nada es suficiente.

AM: ¿Cómo imagina el día después de la pandemia? y ¿de qué forma alienta la esperanza de los fieles?

FO: Ese día después lo tenemos que ir preparando desde ya. No va a haber otra forma más que la de un Estado presente y donde haya obras de infraestructura en nuestros barrios que permita que nuestra gente pueda tener trabajo allí mismo. En ese sentido, me hizo bien encontrarme hace unos días, con Fernanda Miño, secretaria de Integración Socio Urbana, el área del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat que tiene a su cargo los trabajos de urbanización de villas y asentamientos. Con ella estuvimos hablando de la posibilidad de hacer una serie de obras que reactivarían en concreto la situación de este barrio. Poder hacer veredas, conexiones domiciliarias, agua e incluso asfalto. Creo que ese es el camino de aquí para adelante.

Claramente, es una economía de subsistencia lo que se está viviendo, se está pudiendo llegar a lo básico: a comer y un poquito más. En medio de esta circunstancia, nada es suficiente

AM: ¿Ve esa posible reactivación?

FO: De política entiendo el trazo grueso y del trazo fino conozco poco. Yo siempre quisiera más porque el evangelio dice “todos por igual”. Cuando ves a los dueños de inmensas fortunas que lloran por lo que yo creo que debería ser un impuesto continuo y no una ayuda por una única vez; cuando veo que mucha ayuda del Estado se va por la canilla de los precios y uno sabe que hay una ley de comercio interior; y cuando sabés que hay otros mecanismos que tiene el Estado -o que podría tener-, yo siempre quisiera muchísimo más. Ciertamente, hoy por hoy, veo presencia del Estado y no se hasta dónde más podríamos llegar.

AM: Durante el aislamiento, se ha implementado la educación virtual y a distancia. ¿Como lo están viviendo las familias más carenciadas que tienen -quizás- un sólo teléfono para que todos puedan hacer sus actividades?

FO: Es un desastre. La brecha tecnológica realmente empobrece y mucho. Por eso da tanta bronca que el macrismo haya dejado tiradas durante tanto tiempo las computadoras que ya estaban compradas por el kirchenirsmo para ser repartidas en las escuelas. Realmente eso es una vergüenza, porque si hoy nuestros pibes tuvieran esa netbook en sus casas, la educación estaría llegando de otra forma. Yo conozco madres que a la noche transcriben desde su celular -todo roto- la tarea que le mandó la maestra, para que el hijo pueda hacerla el día siguiente. Porque no tienen una impresora ni dinero para ir a un kiosco a imprimir. Creo que tendríamos que tener wifi gratuito en todo el país, para que el chico que vive en un asentamiento, en La Quiaca o en Palermo, tenga -por lo menos- esa misma posibilidad de acceder. Hoy si no tenés wifi está claro te quedaste fuera del sistema. En ese sentido, estamos muy lejos de que nuestros pibes puedan estudiar como corresponde.

AM: ¿Como evalúa el rol que está teniendo la Iglesia en esta pandemia?

FO: Lo puedo decir públicamente, porque hace unos días se lo dije a mis obispos de Merlo y Moreno: no puede ser que la iglesia no tenga una voz clara en estos momentos. Me refería en concreto al impuesto a las grandes fortunas que se está debatiendo. Por ejemplo, surge el tema de la legalización del aborto y salen corriendo a hacer una misa y muchas otras cosas. Pero después, cuando sucede esto que tiene que ver con lo social y que trae tantísima muerte, creo que tienen que decir una palabra clara como profetas. Tienen que denunciar la situación en la cual estamos viviendo. Considero que la Conferencia Episcopal está jugando un papel bastante tímido, por no decir otra cosa. Me gustaría escuchar más.
Pero, por otro lado, está quien trabaja cada día en los barrios. Hoy tenemos a Willy de “La 31” que está internado en un hotel por coronavirus, y eso es porque estuvo ahí. El Obispo Carrada, que está a cargo del equipo villero, se fue a vivir a la Villa 31. Frente a esas cosas de “poner el cuerpo”, uno se quita el sombrero. Los Curas en Opción por los Pobres, estamos ahí, pero creo que, como iglesia, tenemos que ser muchísimo más profetas. Tenemos que denunciar claramente que ya no podemos seguir viviendo en esta injusticia estructural, que ya sabíamos que estaba, pero que la pandemia la pone mucho más sobre la mesa.«

 

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