Stella Maris Botta nació en Villa María, provincia de Córdoba. Al finalizar sus estudios secundarios, decidió formarse como enfermera profesional en el Instituto del Rosario Profesorado “Gabriela Mistral”.
“Me gustaba mucho contener, curar y ayudar. Tiene que ser una pasión y tiene que ser con cariño para poder atender con el respeto que los pacientes se merecen porque en ese momento están sufriendo y nosotros tenemos que ayudarlos a que ese paso por esa enfermedad sea lo más leve posible”, contó, sobre su vocación, a Radio LU12 AM680.
Stella Maris Botta se desempeñó durante 35 días en el Hospital Reubicable instalado en Comodoro Rivadavia.
Este 30 de abril, en su último día de trabajo en el cuartel de Sanidad de la Escuela de Oficiales de la Fuerza Aérea, la villamariense fue sorprendida por la banda de música.
“Fue un momento muy grandioso, no lo esperaba”, reconoció y reveló que “cuando sonó la Marcha de Malvinas, “se me aflojaron las piernas y se me cayeron los lágrimas, fue una emoción muy grande. Estoy muy agradecida”.
La Marcha de Malvinas la remontó a la labor que voluntariamente realizó durante 35 días hace 43 años en Comodoro Rivadavia.
“En Buenos Aires, los ordenaban, pero en Córdoba nuestro jefe del Área Material Córdoba, que ahora es FADEA, llamó a todas las cabos principales, que en ese momento éramos siete, y nos preguntó si alguna se ofrecía voluntariamente. Esperé mi turno y cuando vi que todas hicieron como un pasito hacia atrás, dije: ‘Yo puedo’, así que me dijo: ‘Bueno, vaya y arme su equipo’. Y así sin darme cuenta ya estaba camino a Buenos Aires”, relató sobre cómo tomó la decisión de ir al sur.
“Cuando sonó la Marcha de Malvinas se me aflojaron las piernas”.
Botta viajó junto a Mónica Rosa, también de Villa María, que se desempeñaba en el Hospital Aeronáutico Córdoba.

“El tren pasaba por Villa María y cuando llegamos pedimos autorización para descender y saludamos a nuestros padres, ellos estaban llorando, y mi mamá preguntándome por qué lo hacía. Le dije: ‘Mi patria me necesita. Voy a curar a mis camaradas‘”, relató.
Para cuando Botta y Rosa llegaron a Comodoro Rivadavia, en las islas los combates ya habían comenzado. A Botta le tocó ir al hangar y a Rosa, al hospital.
“Algunos de los soldados nos preguntaban si éramos ángeles”.
Inicialmente, contó, se iba a instalar un hospital en las islas, pero la idea fue descartada.
En el hangar, al comienzo “eran pocos, 5, 15, 20 heridos, pero luego fueron muchos más, 50-60, y su estado era bastante malo, ya no tenían posibilidad de recibir atención en las islas, si bien allá había médico, era tanta la cantidad de heridos que no daban abasto”.
“Se sorprendían cuando nos veían porque estábamos vestidas de verde. Siempre andábamos con casco y pistola, en ese momento al casco lo dejábamos, pero la pistola siempre la teníamos. Fuerza Aérea fue la primera fuerza que ingresó mujeres a sus filas y no se tenía mucho conocimiento de eso, éramos muy poquitas y se sorprendían al vernos. Algunos de ellos nos preguntaban si éramos ángeles“, recordó.
Hace dos años en Montecristo, Botta se encontró con uno de esos soldados. “Se me puso la piel de gallina, lo único que hice fue abrazarlo, fue una emoción muy grande poder encontrar a alguien a quien había atendido“, contó.
Olvido
43 años después de la guerra hay heridas que aún duelen entre quienes estuvieron en el continente. “Muchas veces cuando doy charlas me dicen: ‘Usted no sabe lo que es estar en la guerra, no sintió las balas repiquetear en las piernas, no sintió el olor a sangre’. Y a mí se me caen las lágrimas porque me pregunto ¿cómo pueden decir una cosa semejante si yo estuve curando esas heridas?“, explicó compungida.
“Vi situaciones muy especiales, amputaciones, quemaduras, cosas que tengo grabadas en mi retina que no me las puedo olvidar de ninguna forma. Fue muy fuerte y cada vez que lo que lo recuerdo, me hace llorar“, confesó.
En esta línea, Botta recordó: “Como somos continentales, no tenemos ningún tipo de beneficio ni estamos reconocidas. Sí hemos sido reconocidas con medalla, con diploma, del Congreso de la Nación, de la Fuerza Aérea”.
“Estamos muy dolidas porque nos han robado el honor, es el olvido del Estado Nacional”.
Sin embargo, mencionó: “Nunca nos incluyen en ningún desfile, algunas veces van quienes están reconocidas como veteranas en la lista del del Ministerio de Defensa, que ganaron un juicio: Stella Morales y Alicia Reynoso. Y Liliana Colino que, como pisó Malvinas, tiene el beneficio”.
Cabe señalar que hace algunos años, las enfermeras cordobesas iniciaron un juicio que no tuvo éxito. “A mí me gustaría que me reconocieran por lo que hice, no por un juicio”, afirmó.
“Estamos muy dolidas porque nos han robado el honor, es el olvido del Estado Nacional, pero siempre digo no pienso rendirme, estar de pie ante el mundo y de rodillas, sólo ante Dios”, manifestó.
Finalizando, Botta, hoy jubilada, aseguró: “Una nunca deja de ser enfermera, se lleva en el alma, es una profesión que hay que sentirla y se lleva con pasión y mucha dedicación. Hay que tener mucha integridad para poder hacerlo como corresponde, para llegar al paciente, para hacerlo sentir bien, para contenerlo y para cuidarlo”.
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