La identidad y el arte están entrelazados en la vida de Silvana Torres Opazo. A través de su tía Janet Opazo, se acercó a la pintura y esa fue la primera disciplina con la que tuvo contacto.

“Mi inquietud pasaba por lo que quería decir y cómo lo quería decir, empecé a buscar diferentes soportes, disciplinas y maneras de contar lo que me atravesaba: la recuperación de la memoria, el ambiente, los temas relacionados a la mujer”, cuenta a La Opinión Austral la artista y activista transfeminista de 47 años nacida en Fisque Menuco.

En la búsqueda, comenzó a aprender diferentes técnicas hasta que “se cierra esa técnica con lo que querés decir”.

Su primera obra la expuso en 2005, en una muestra del colectivo Arte Manaike, en la desaparecida Sala Scalabrini Ortiz en Río Gallegos.

“Presenté ‘Chonek al Vino Tinto’, era un collage de una mujer originaria realizada con pedacitos de lana cruda. La imagen la había encontrado en Fotos Roil y detrás decía ‘anónima’. Para mí fue muy importante, fue la primera obra de gran formato que hice”, cuenta y remarca “la carga que implica invisibilizar y largar al mundo la imagen como yo la compré y la compró mucha gente”.

Esta semana conoció finalmente el nombre de la mujer de la foto. “Esto tiene que ver con una recuperación y con el trabajo de las abuelas, de todos los que estamos recuperando la memoria”.

“Chonek al Vino Tinto”, la primera obra de Silvana Torres Opazo. Foto: gentileza Silvana Torres Opazo

La identidad y la memoria son temas que en lo personal la atraviesan, por una búsqueda personal que inició hace años y también por la recuperación de sus raíces mapuches.

A esto se suma la búsqueda permanente de prácticas artísticas que dejen menor cantidad de residuos.

En 2015 la basura proliferaba en las calles. “Esos 115 días que estuvimos sin recolección de residuos por un paro nos interpeló a todas las personas preocupadas por el medioambiente y por la salud, y nos reunimos por primera vez el 17 de mayo, en el predio de un reciclador urbano en calle Posadas, para un encuentro de recicladores”

Al año siguiente, “decidimos hacer una primera intervención semilla que aún no se llamaba ‘Reset’, pero sí había arte; siete artistas participaron con sus obras y tenían un mensaje sobre lo sustentable. Al año siguiente el nombre de Reset fue idea de Malena Malbrán, quien estaba también muy preocupada por lo que veía, cómo lo podíamos decir y de qué manera. Fue un trabajo muy interesante que se hizo con un espacio independiente y el Estado”.

Así, Reset tuvo cinco ediciones. En pandemia se desarrolló en modalidad virtual y luego fue “liberado, con nuestro apoyo y sostén, para que tomaran la posta gestoras independientes”.

El cuerpo en acción

A la performance llegaría casi de manera intuitiva. Trabajó en una empresa buscando conocer cómo eran las tareas allí. pero un accidente derivó en tres operaciones posteriores. Escribió 120 páginas que “las cosí a mano como me cosieron la panza”.

“Me resultó preocupante la celeridad con que se exploraba y explotaba la montaña continuamente, quise hablar sobre eso”, recuerda. Toda esa acción de participación y registro había sido performativa, aun sin que ella se lo propusiera.

Performance “Abrazo duracional” para Malón de Octubre en la exESMA, en 2019. Foto: gentileza Silvana Torres Opazo

Tiempo después la performance como elección llegaría con el impulso de Constanza González y el colectivo “A mar abierto”. “Empezamos a hacer prácticas de performances y registrarlas, salieron videos que fueron al Salón Nacional, también estuvimos en 2019 el Centro Cultural Conti con el ‘Para todes, tode’, haciendo una silbateada colectiva de cinco minutos, pidiendo auxilio. El pedido de auxilio era un gesto feminista por todas las que necesitan auxilio y no pueden alzar su voz. Sentíamos que era nuestro gesto a todo eso que estaba silenciado”.

En el edificio Cuatro Columnas de la exESMA realizaron un abrazo que duró 2 horas y 10 minutos. “El ‘Abrazo duracional’ es una línea de performance, cuánto dura tu cuerpo, cuánto es lo que sostiene un abrazo. Fue una experiencia trascendental estar abrazada con alguien, saber por qué lo estamos haciendo; el eje eran los 30 mil en ese lugar tan simbólico, descalzas y sintiendo”.

Recuperar la historia de las “Putas de San Julián” también está incluida en su obra con “Narrar la suerte” y “Patronas del coraje“. Esta última es una instalación que se presentó en el marco de la muestra “Memorias Rebeldes”, sobre la cual señala “siento que es una obra que tiene que continuar, el reconocimiento al gesto que tuvieron de decir no; hoy las mujeres que dicen no también son juzgadas y criminalizadas”.

Silvana Torres Opazo sigue buscando otras técnicas para mostrar lo que quiere expresar. “Es la inquietud lo que te da el ímpetu y la curiosidad de: ‘¿Cómo digo esto?’. Te interrumpe porque estás buscando, porque tenés una inquietud y te va a interrumpir cuando encuentre tu cabeza en quietud, eso pasa y a veces no nos deja dormir”.

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