Ekatherina, la niña que conmovió a toda la Patagonia y al país por su incansable espera de un trasplante de corazón, continúa internada en estado crítico en el Hospital Italiano de Buenos Aires. En los últimos días, fue retirada de la lista del INCUCAI luego de sufrir una lesión cerebral, lo que imposibilitó, por ahora, su permanencia como receptora en emergencia nacional.
La noticia que golpeó fuerte a sus allegados y a la comunidad que acompaña desde hace meses la campaña solidaria para sostener sus tratamientos.
“Nos encontramos en un momento que solo podemos pensar en lo que era antes de esta tormenta, y a la vez pensamos en todo lo que la tormenta nos dejó”, escribieron sus padres en las redes sociales.
Y agregaron: “sos mi niña de las mil batallas y eso nadie lo puede negar. Venciste a la muerte en la forma más literal que existe. Solo los que estuvimos presentes vamos a llegar a entender la magnitud de lo que pasaste y superaste”.
El mensaje de la familia de Eka
Ante la incertidumbre y la preocupación, sus familiares recurrieron nuevamente a las redes sociales para contar cómo sigue: “Muchos nos han preguntado cómo sigue Eka. Sigue luchando, no esperamos que haya cambios en un día porque las lesiones que tiene son extensas, pero no perdemos la fe en Dios ni en ella. Seguimos firmes y agradecidos por todo”.
En otra publicación, hicieron hincapié en la necesidad de contención y silencio: “Ahora más que nunca se quiere sentir contenida, cerca y que no haya ruidos. Más allá de la lesión, ella entiende todo, por ende se da cuenta de lo que no puede hacer y se frustra. Por eso, si no respondemos mensajes, es porque estamos al 100% con ella, acompañándola a donde ella nos guíe”.
“Todos por Eka”: una causa que no se detiene
Aunque no hubo declaraciones médicas oficiales, el estado de Ekatherina genera gran preocupación entre familiares, amigos y la comunidad que la acompaña con oraciones y gestos de solidaridad. La campaña “Todos por Eka” se mantiene en pie, recordando la importancia de la donación pediátrica de órganos y el sostén que la familia necesita mientras permanece lejos de Comodoro Rivadavia.
En los pasillos del Hospital Italiano, el tiempo parece haberse detenido. Afuera, la vida sigue su curso con el tránsito habitual de la ciudad, pero dentro de la habitación donde reposa Eka todo se mide en suspiros, en el parpadeo de las luces de los monitores y en la calma de un silencio que se hace oración.
Su madre permanece a su lado, tomándole la mano, consciente de que, aunque el cuerpo de su hija esté frágil, su espíritu entiende y siente cada gesto de amor. “Ella comprende todo”, repiten, y por eso cuidan cada palabra, cada ruido, cada movimiento.
La comunidad, desde Comodoro y distintos puntos de la Patagonia, acompaña a distancia con mensajes, cadenas de oración y gestos de solidaridad que atraviesan kilómetros para llegar hasta esa habitación. Allí, la familia aguarda con fe, confiando en que, aunque los médicos no hayan dado partes oficiales, la fortaleza de Eka y la esperanza en Dios puedan sostener lo imposible.

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