Por Juan I. Martínez Dodda

Además de la conformación genética, podría decirse que Sebastián Apesteguía lleva en la sangre, en su cuerpo, otras dos características bien arraigadas: la de ser productor ganadero y la de dirigente. Pegó fuerte el legado de su abuelo Tiburcio y luego su padre Raúl (ambos productores, los dos vinculados a la Sociedad Rural de Puerto Deseado).


Desde que hace casi dos décadas (2003) se empezó a hacer cargo del establecimiento “La Rufina”, comprado por su abuelo Tiburcio, que antes se había dedicado a la venta de cueros y en 1955 decidió afincarse por allí, se han concretado varios cambios, aggiornando la producción a los tiempos que corren.

Cambios para resguardar la producción de lana y corderos

Para ello incorporó varios aspectos, a saber: capacitación permanente, inseminación artificial, distribución del agua, sustentabilidad, certificaciones, análisis de pastizales, bienestar de la gente, entre otras cosas.

Monocultivo

Sebastián es el mayor de tres hermanos varones (ninguno de los otros dos se dedica al campo), y se encarga hoy de la administración de La Rufina ubicada sobre la ruta 281, cerca de Antonio de Viedma, sobre la costa. Son 37.500 hectáreas en las que sólo se puede hacer ganadería ovina, lana y corderos.

Con 150 milímetros de precipitaciones por año promedio es lo único que puede hacerse, es un monocultivo”, reconoció Apesteguía.

Lana orgánica, de calidad y en buena cantidad, es el objetivo de producción.

Este año, por suerte, en esa zona las estadísticas muestran que las precipitaciones serán un poco más elevadas, cayendo entre 180 y 220 mm. Eso les permite hablar de un año “bueno, a diferencia del resto de la provincia que tendrá lluvias por debajo de la media y está complicada”.

De la ruta 3 hacia la costa, en el Departamento Puerto Deseado, las lluvias se dieron en momentos clave y por sobre los promedios. Por lo que habrá lana en cantidad y calidad y buenas pariciones. Algo que no sucedió en las demás zonas de la provincia, y habrá que esperar a fin de noviembre para tener bien la señalada, aunque ya en el sector hablan de un año con animales de bajo peso y poco volumen de lana, producto de la falta de precipitaciones y por ende menor cantidad de alimento natural.

La evolución

Cuando en 2003 Raúl Apesteguía le dijo a su hijo que podía hacerse cargo del establecimiento, Sebastián empezó a impulsar algunos cambios e incorporar algunas técnicas. Hace más de 10 años que usan la línea genética Merino MPM (multipropósito), con genética principalmente de tres lugares: Numancia, una estancia de Chubut, de Rupai Pacha (de Pablo Sturzembaum), y Monte Dinero (ambas en Santa Cruz).

“Una de las cosas que implementamos fue el estudio de pastizales para determinar qué carga podíamos tener en cada potrero, asegurando una nutrición adecuada con pastizales naturales y así mantener a resguardo lo que más nos interesa, la producción de lana en cantidad y calidad, así como la producción de corderos”, resumió Apesteguía.

Otro cambio fue empezar con las esquilas preparto, una gran innovación de manejo cada vez más incorporada por los productores ovinos santacruceños.

“Nos permitió mejorar en calidad de lana, también en que las ovejas estén mejor para ser madres, se hicieron inversiones en alambrados y potreros para poder hacer bien esta práctica, y para ello nos aseguramos que haya una buena distribución de agua en cantidad y calidad”, apuntó el productor. Se hicieron acueductos y se empezaron a usar bombas solares.

Suplementación estratégica

Un párrafo aparte merece la incorporación de la suplementación estratégica. “No se reemplaza al pastizal que sigue siendo la principal fuente de nutrición, sino que, en momentos críticos, por cuestiones climáticas o cuando lo necesita el animal se hacen aportes puntuales”, relató Apesteguía.

Y prosiguió: “Se usan balanceados, o balanceados con sal para limitar el consumo -el animal come un poco y necesita ir a tomar agua-, balanceados full -con pellet de alfalfa- en comederos especiales que limitan el consumo”.

Además, están probando bloques nutricionales elaborados por el INTA con maíz, soja, algo de avena, vitaminas, hechos con una mezcla de melazas. Tienen alto contenido de energía y proteínas.

“Es interesante para productores sin tanta infraestructura, porque son bloques del tamaño de una bolsa de semilla que se dejan en el campo y los animales van comiendo, recién lo estamos probando, espero pronto tener los datos comparado con otras dietas”, anticipó Apesteguía.

En el menú de innovaciones incorporadas los últimos años, hay que sumar las certificaciones. “Con certificaciones respaldamos lo que veníamos haciendo por convicción, hoy tenemos certificación de producción orgánica y RWS (estándar de lana responsable), además, como trabajamos con Chargeurs Wool, también tenemos la certificación Nativa, que garantiza la calidad y trazabilidad de las lanas”, dijo Apesteguía.

Las certificaciones respaldaron lo que se trabajaba a partir de la convicción

“Hoy las lanas certificadas si bien tienen un plus, todo lo que tenga que ver con sustentabilidad en el mundo se paga más, también son las primeras lanas que buscan los compradores”, referenció el productor.

Todo lo que tenga que ver con sustentabilidad en el mundo se paga más

Inicialmente, en 2007, cuando empezaron a vender lana certificada, no se pagaba un diferencial en Argentina y sí en Uruguay. Por eso la exportaron durante 8 años. Hasta que empezó la demanda local.

Precios de la lana

“Ni muy, muy; ni tan, tan”. “El dicho de mi abuela Julia aplica a los precios actuales de la lana en el mundo”. “No es el peor, pero tampoco es el mejor que supimos tener antes de la pandemia, digamos que por todo lo que hemos pasado en estos dos años, el precio no está mal”, consideró Apesteguía, como primer mojón.

Sin embargo, cuando se analiza la realidad nacional, la cosa parece más complicada que eso. “Nuestro problema es que no cobramos el precio en dólar billete de la lana que vendemos, nosotros cobramos pesos a un dólar oficial, mientras que muchos de los insumos que necesitamos para producir van con una inflación de dólar libre, es difícil así”, lamentó Apesteguía.

Potencial patagónico

Toda la Patagonia en general tiene algo que la distingue, pero hay que saber aprovecharlo, tenemos ventajas que no estamos pudiendo aprovechar en su totalidad”, dijo Apesteguía consultado sobre el futuro y los desafíos para la región.

Puntualmente sobre Santa Cruz, dijo que “es una provincia muy grande, con ambientes diferentes, en la que se pueden hacer muchas cosas, producir lana y carne ovina, bovinos, regar, y ahora hasta se puede aprovechar la carne de guanaco que pude verse como una plaga o como un excelente negocio para todos, porque es una proteína de excelente calidad que no estamos aprovechando”.

El desafío en el campo, hoy, es la capacitación del personal y el productor

En el debe, Apesteguía marcó la necesidad de acompañamiento con créditos, porque “solos no se puede”. “Primero hay que afianzar el desarrollo de los pulmones productivos, y después hay que apuntar a zonas que se dejaron de producir, tratar de recuperarlas”, dijo.

Los “bloques nutricionales” son un método experimental para alimentación del ganado.

El desafío que abarca todo, y sí tiene que ver con quienes están en el sector productivo, es la capacitación. “No sólo al personal que tenemos en el establecimiento, también es el desafío de las Rurales y la Federación (FIAS, la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz), las entidades del campo y el propio Gobierno Provincial, capacitar gente que quiera ingresar al circuito, que pueda tener un primer trabajo y, quien dice, se pueda quedar trabajando toda su vida”, cerró Apesteguía.

Derrotero institucional

“Muchas cosas vienen como mandato familiar o legado, mi abuelo y mi padre estuvieron en la Rural, mi padre fue presidente de FIAS también”, reflexionó Apesteguía.

En 2003 arrancó como secretario de la Sociedad Rural de Puerto Deseado durante 7 años, entidad de la que actualmente es vicepresidente. Por otro lado, desde el 25 de septiembre de 2021 es presidente de la FIAS, también está en el Instituto de Promoción de la Ganadería de Santa Cruz (IPC), y representa como vocal a los productores en el Consejo Agrario Provincial.

“El objetivo que tenemos desde FIAS es mejorar los índices productivos, más kilos de lana, y mejorar la señalada, para eso trabajamos con el INTA, con el IPG, las rurales, buscando hacer un diagnóstico y en base a eso bajar líneas de trabajo para conseguirlo”, sentenció Apesteguía.

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