Con el paso de los años, la comunidad fue tomando mayor consciencia respecto al uso de pirotecnia en estas fechas festivas y, de a poco, la misma se está dejando de emplear.

 

En Río Gallegos está prohibida la venta de fuegos artificiales de alto impacto y su comercialización implica multas.

 

Sin embargo, el comercio clandestino existe y muchas personas continúan comprando este tipo de artificios pirotécnicos para Navidad y Año Nuevo.

 

En este marco, desde el Municipio lanzaron la campaña “Pirotecnia Cero”, recordando a la comunidad la normativa vigente que la prohíbe y apelando a la concientización de los vecinos.

 

Es que, además de los accidentes que puede generar, el impacto sonoro en personas con Trastorno Espectro Autista (TEA), adultos mayores y mascotas es complejo y puede llevar a problemas severos.

 

Pero, ¿cómo afecta a cada uno y por qué es importante evitar su uso? Sofía Lanesan es terapista ocupacional y trabaja con pacientes con TEA. Explicó a La Opinión Austral cuáles son los daños que se generan, dependiendo de la capacidad auditiva de cada persona.

 

Esto puede ir desde el estrés, taquicardia, aturdimiento, problemas cardíacos y miedo, especificó. “Hablamos de las afectaciones que hay en TEA por el hecho de que dentro de este colectivo existen tanto una hipersensibilidad auditiva como desórdenes sensoriales, con afectaciones pronunciadas en el sentido auditivo”, describió.

 

Así, un explosivo puede dejar una desregulación en su orden interno, cuyas repercusiones alteran a la persona y generan una conducta de riesgo.

 

“Esto puede variar en una alteración emocional, como la angustia, y conductual, propia del estrés que hace que se reaccione de forma defensiva, buscando una descarga y orden, y con dificultades para volver a tranquilizarse”, explicó la profesional.

 

En algunos casos, el impacto sonoro repercute de tal manera que tienden a autolesionarse y, en otros, con consecuencias posteriores propias del estrés que padecen al escucharlo.

 

“Es excesivo e innecesario”, remarcó Lanesan, quien detalló que el umbral auditivo varía en cada persona: en algunas es más sensible y agudizado y en otras no.

 

Para poder abordar el problema se necesitan varios recursos. Primero buscar el estado de serenidad, el acompañamiento de personas capacitadas y cautelosas para resolver la situación, y también buscar otros estímulos que brinden tranquilidad.

 

“Es un sistema más complejo de lo que una persona ajena al diagnóstico pueda imaginarse, no es un capricho o que sólo asuste o moleste a algunas personas”, marcó la terapista ocupacional.

 

Sin embargo, remarcó que el colectivo de personas “es más amplio que sólo el autismo” e incluye a personas con encefalopatía crónica no evolutiva, Síndrome de Down, gerontes, entre otros.
“¿Solución? Más luces, menos ruido”, sintetizó para comprender mejor el fenómeno.

Una alternativa

Para reemplazar la pirotecnia, explicó Lanesan, una buena opción es implementar un juego de luces y apelar a la interacción entre la familia.

 

“Está pandemia nos da la oportunidad de sacar lo mejor de cada uno, ya que nos tocó desde adentro la cantidad de problemas que puede atravesar una familia, y cuando necesitamos ayuda, nos gustaría que nos den una mano”, remarcó Lanesan.

 

Es por eso que, consideró, “en el uso de la pirotecnia es lo mismo, ayudemos a pasar unas fiestas más armoniosas, ofreciendo un momento lleno de luces sin estruendos”, finalizó la profesional.

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