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El aire de la Patagonia se cargó de una renovada expectativa este martes, mientras los tribunales de Santa Cruz volvieron a ser escenario de un caso que marcó a fuego a nuestra sociedad: el trágico fallecimiento de la pequeña Abigail Tortello en 2014. Una audiencia de casación crucial ha puesto nuevamente en el ojo de la tormenta la condena a prisión perpetua de Karla Orellano, la madre de la beba, cuya situación legal, al igual que la de Carlos Tortello, el otro condenado, aún no está firme. La defensa de Orellano, encabezada por la abogada Mariel Suárez, clamó por su absolución y denuncia que el sistema judicial no solo ignoró el contexto de violencia de género que ella padecía, sino que además la condenó sin pruebas fehacientes en su contra, perpetuando la misma violencia de la que era víctima.


Cabe recordar que la condena contra los acusados no está firme. Es que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en una decisión que “dio vuelta” el fallo original, ordenó la revisión exhaustiva de la prueba, los hechos, el derecho y, fundamentalmente, las circunstancias personales de Karla en el momento de los trágicos sucesos. Este dictamen sin precedentes para la provincia de Santa Cruz dejó sin validez la sentencia previa de casación y forzó la conformación de un nuevo tribunal, una tarea “ardua” que recayó en la Secretaría del Superior Tribunal de Justicia, a cargo de Fernando Costabel.
Durante la audiencia, las partes pudieron expresar sus argumentos. Mariel Suárez, en una declaración contundente, insistió en la inocencia de su defendida, argumentando que su clienta vivía en una situación de violencia de la que no era consciente. Esta no es una estrategia de defensa, subraya Suárez; numerosos operadores del Estado habían testificado sobre la violencia a la que Karla estaba siendo sometida, con relatos de golpes, cachetadas y empujones, incluso durante su embarazo. Según declaró Suárez a LU12 AM680 “alarmantemente, la sentencia del juicio original había pasado por alto este crucial contexto”.
En su momento, Karla denunció repetidamente y llevó a la pequeña Abigail al médico en múltiples ocasiones. Fue gracias a sus gestiones que la niña fue internada varias veces. Ella, inmersa en la desesperación y la falta de información, creía que su hija padecía una infección como celulitis, hasta que la intervención del Hospital Garrahan reveló un caso de maltrato infantil. “Si ella hubiera sido responsable, si se le pudiera atribuir esa conducta, obviamente que ella no la hubiera llevado [al médico]”, sentenció Suárez ante el tribunal, remarcando que estos detalles, aunque vitales, fueron ignorados en la sentencia original.
El caso Abigail, ocurrido en 2014, se dio en un momento en que la violencia de género no era un eje central de las discusiones sociales ni judiciales; era un flagelo naturalizado, incluso por las propias víctimas. Suárez planteó que si de algo es “culpable” Karla, es de haber “naturalizado la violencia” y de no haber previsto una posible “violencia vicaria” o “femicidio vinculado“, donde el daño a la niña fue una forma de ejercer violencia contra Karla.
Un dato estremecedor, que refuerza la tesis de la defensa, es la presencia de operadores del Estado las 24 horas en el domicilio de Carla desde mayo hasta fines de agosto de 2014, días en los que ocurrió la tragedia. La clave radica en el momento del hecho: Karla había salido de la casa a las 8:45 de la mañana con una operadora, la señora Marisa Ramírez, precisamente para denunciar la violencia que padecía. Fue en ese lapso temporal, mientras Tortello permaneció solo en la casa con la beba, cuando supuestamente se produjeron las lesiones mortales. Este crucial detalle, que la saca del lugar del hecho en el momento crítico, no fue debidamente ponderado por el tribunal en su momento.
La Responsabilidad Unívoca de Tortello
Mientras Karla estaba ausente denunciando, los médicos de la ambulancia (Dr. Sosa y el chófer Aguilar), que llegaron tras el llamado del ahora condenado, testificaron haber encontrado a un solo hombre en la casa con la beba en brazos. Además, Tortello mintió sobre las circunstancias, alegando que Abigail se había caído de la bañera, cuando en la escena se encontró un cambiador, no una bañera según dijo la letrada. Es más, Tortello mismo ha reconocido ser el responsable del hecho. “No hay manera [de sacarlo de la foto]”, enfatizó Suárez en declaraciones a la Decana de la Patagonia, aludiendo a la imposibilidad de atribuirle una participación distinta a la de ejecutor a Tortello, mientras Karla se encontraba inmersa y no consintiendo la violencia.
La abogada de Karla además, cuestionó las falencias que presenta el Código Procesal Penal de Santa Cruz.
La audiencia también sirvió para exponer las falencias del Código Procesal Penal de Santa Cruz, que no permite el derecho a réplica. Esta situación, según la defensa, genera una “grave afectación” al debido proceso, impidiendo que la defensa tenga la “última palabra”. La abogada Suárez desmintió vehementemente los argumentos del fiscal Lisandro de la Torre y de la defensa de Tortello. El fiscal había citado un fallo de la Corte Suprema del mismo día de las lesiones de Abigail, en el que se confirmó la perpetua a una madre por haber “consentido” las lesiones producidas por el padre. Suárez fue enfática al señalar que ese caso no se aplica a Carla, ya que ella no estaba presente cuando se produjeron las lesiones mortales, y, a diferencia del caso citado, Carla pidió auxilio todo el tiempo, lo que llevó a la intervención judicial y del Estado.
La defensa es clara: la única salida satisfactoria es la absolución. Los motivos son rotundos: falta de pruebas en su contra, siendo lo único que se le puede achacar el ser “madre víctima de violencia y no darse cuenta de esta violencia”. Además, la sentencia original carece de un análisis abarcativo y valorativo de todas las pruebas, omitiendo testimonios clave de operadores y vecinos que daban cuenta de la violencia sufrida por Karla, según la versión de la defensa a cargo de Mariel Suárez. Ahora, el tribunal deberá deliberar y el 6 de agosto al mediodía, se conocerá el fallo.
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