Una discusión. Un forcejeo. Un disparo. Son algunos de los elementos de un hecho que terminó con la vida de una mujer en Río Gallegos.
El episodio ocurrió en la madrugada del 2 de marzo del año pasado en la capital de Santa Cruz y tuvo como víctima fatal a Vanesa Gauna, integrante de la Policía Federal, quien murió de un disparo en la cabeza cuando se hallaba dentro de su auto junto a Daniel Formoso, su amante.
Formoso permanece detenido desde aquella jornada y, entre el jueves y el viernes, se realizó el debate de valoración de pruebas en su contra, en orden al delito de homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género.
En la primera audiencia, Formoso declaró que Vanesa se había disparado sola. “¿Por qué me hacés esto a mí?”, aseguró el hombre haber dicho momentos después del hecho, ocurrido en la calle Pasteur al 1000 de la capital santacruceña.
Pese a la versión ofrecida por Formoso, las pruebas que lo señalan como autor del disparo fueron contundentes, tanto para la Fiscalía representada por Verónica Zuvic como para la querella encabezada por Cinthia Rivero.
En la tarde del jueves declararon testigos presentados por la defensa de Formoso. Eran ex parejas que afirmaron que él nunca había sido violento con ellas. Casi sincronizadas, todas señalaron que cuando el hombre se enojaba solo “tomaba sus cosas y se iba“.
En esa línea, un ingeniero que analizó las pruebas de barrido electrónico en las manos de la víctima y del presunto victimario, además de las prendas que ambos usaban esa jornada, fue sentado frente al tribunal conformado por María Alejandra Vila, Jorge Yance y Gerardo Giménez para exponer su intervención.
Según pudo saber este diario, el profesional declaró que no se pudo determinar que en las manos de Formoso hubiera restos de pólvora, aunque ambas camperas, en los puños, presentaban rastros de pólvora, bario o antimonio (residuos químicos que quedan tras efectuar un disparo).
Cabe recordar que Formoso había destrozado una ventana a puño limpio y luego golpeó varias paredes, terminando con lesiones sangrantes. Esta conducta resultó decisiva para la Fiscalía y la querella, que indicaron que el acusado habría hecho esto para evitar que se detectaran los restos de pólvora.
En la mañana del viernes llegó el turno de las peritos que trabajaron en la instrucción del caso. Ellas fueron María Watson y Natalia Sánchez, quienes elaboraron una hipótesis probable a partir de los informes de autopsia y Criminalística.
La jornada comenzó pasadas las 10. Formoso ingresó esposado al recinto, vestido con un sweater negro similar al usado en la primera audiencia y con una camisa beige, distinta a la celeste que había llevado el jueves. Fue sentado junto a sus abogados Alejandro Monzón y Nicolás Rivera.
Frente a ellos estuvieron la fiscal Verónica Zuvic y Anabel Ulloa como jefa de despacho; la querellante Cinthia Rivero y Romina Gauna, hermana de la víctima. En el público se encontraban nuevamente allegados de Vanesa e integrantes de la fuerza de seguridad federal, institución a la que pertenecían la víctima y el acusado.
Watson y Sánchez coincidieron en que el disparo que terminó con la vida de Vanesa ingresó por su parietal derecho, detrás de la oreja, de manera ascendente, con un orificio de salida ocho centímetros más arriba. Además, señalaron que el arma no estaba apoyada en la sien, sino a una distancia de entre 15 y 30 centímetros.
En igual sentido, indicaron que el asiento del acompañante del Sandero estaba impecable, sin manchas de sangre. Para las especialistas, esto se debía a que alguien ocupaba ese lugar. También precisaron que el cuerpo de Vanesa presentaba lesiones defensivas de puño en una de sus manos.
Los pedidos de pena
Una vez concluida la etapa de juicio, la jueza María Alejandra Vila dio paso a los alegatos y pedidos de pena contra el acusado. El recinto comenzó a impacientarse. La producción de prueba había finalizado y llegaba lo más esperado. Esto se evidenció en los seres queridos de Vanesa, que se llevaron los brazos al pecho, apretaron fuerte sus manos en busca de fortaleza y dejaron caer algunas lágrimas.
La primera en alegar fue Cinthia Rivero. En una escueta pero contundente intervención, la letrada afirmó que la relación entre Formoso y Vanesa de seis años estaba confirmada, tanto por él en la indagatoria como por los testigos. Como se dijo más arriba, el acusado se habría provocado heridas sangrantes en las manos para evitar que la pólvora fuera detectada.
Además expresó, con el informe de Criminalística, que la palma de Vanesa solo tenía manchas de sangre por contacto, es decir, que no habría efectuado el disparo. Esto fue ratificado por la perito de Criminalística, quien indicó que no observó manchas rojizas de salpicaduras, típicas en hechos de suicidio.
Respecto del aspecto psicológico de Formoso, la querellante recordó lo dicho por un perito: el imputado era “dependiente emocionalmente” y podía “ser violento ante la posibilidad del rechazo”.
“Ella no quería suicidarse. Su único conflicto era la relación con Formoso. Se debe imponer una pena ejemplar y esa es la cadena perpetua”, concluyó Rivero con voz firme ante el tribunal, mientras Formoso solo atinó a levantar las cejas.
La Fiscalía
Luego llegó el turno de Verónica Zuvic. La representante del Ministerio Público fue contundente. Comenzó con cifras de observatorios nacionales, subrayando que en los primeros siete meses de este año, 14 mujeres fueron asesinadas por hombres pertenecientes a fuerzas de seguridad, es decir, estadísticamente, dos por mes.
Zuvic remarcó este punto ya que tanto víctima como victimario integraban la Policía Federal. En el mismo sentido, Formoso era superior en jerarquía, lo que evidenciaba una relación asimétrica y la condición policial, donde las relaciones personales se transforman. “Él la llamaba por el apellido”, dijo Zuvic al micrófono, destacando la forma de comunicación entre policías.
La fiscal desmenuzó la acusación en cuatro ejes: la noche, la relación, la dinámica y la posibilidad de suicidio. En el primer punto, sostuvo que todos los testigos coincidieron en la ubicación de tiempo y espacio de Formoso y Vanesa, además de la sobreactuación del acusado tras el hecho. Recordó también que algunos los vieron entrar reiteradas veces al baño a consumir cocaína, lo que quedó probado en los análisis que dieron positivo tanto en él como en los restos de ella.
Al igual que la querella, la fiscal remarcó la relación de siete años pero fue más allá. Mencionó las llamadas en el celular de Vanesa halladas en el teléfono de Formoso. “Él la controlaba y no dejaba que hablara con otras personas“, señaló, y recordó un mensaje que el acusado envió por Messenger: “Si me dejás como un gil, no me importa caer en cana”.
Sobre la dinámica del hecho, Zuvic fue tajante. Los casi 20 años de experiencia en la Policía Federal y en investigación criminal le permitieron a Formoso adquirir conocimientos para manipular una escena del crimen.
Por otro lado, la fiscal se refirió a la hipótesis de suicidio planteada por la defensa. Remarcó que las pericias psicológicas demostraron que Vanesa tenía una “baja posibilidad” de atentar contra su vida y que, a raíz de los testimonios, se acreditó que tenía proyectos.
Para concluir, Zuvic citó a Eduardo Galeano en “La mujer sin miedo”; relató que el miedo del hombre a la mujer que no teme es espejo del miedo de la mujer a la violencia del hombre. Solicitó la pena de prisión perpetua manteniendo la calificación de homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género.
La defensa
Luego fue el turno de Alejandro Monzón. El defensor de Formoso cuestionó los alegatos anteriores y sostuvo que solo se construyó una línea del caso pero nunca se probó que el acusado accionara el arma reglamentaria.
Monzón reafirmó la hipótesis del suicidio y afirmó que hubo una construcción “subjetiva”, “sesgada” y “sin certezas”. Por ello, pidió la absolución de su cliente o, en su defecto, que sea condenado a un año y medio de prisión por lesiones leves, admitiendo que golpeó a Vanesa pero no la mató.
Las últimas palabras
Como es habitual en estos casos, una vez concluidos los alegatos y antes de que el tribunal entrara a deliberar, se le concedió a Formoso la posibilidad de expresar sus últimas palabras. Con cierta sorpresa, fue breve y dijo: “Quiero decirles que comprendo la rabia, la bronca, los acompaño en sentimiento y en ese dolor que tienen. Puedo ser culpable de muchas cosas, pero no de matar a una mujer. No está en mi naturaleza ser asesino“, expresó conmovido.
La familia de la víctima recibió esas palabras con disgusto, aunque sin respuestas violentas. Sus mentes ahora están enfocadas en la resolución del caso: el próximo 3 de octubre al mediodía en Malaspina 41, se dará a conocer la sentencia por este hecho que ha conmocionado a Río Gallegos.
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