Una vez al mes durante aproximadamente 40 años, las personas que tienen ovarios menstrúan. La campaña #MenstruAcción apunta a la provisión gratuita de productos, la investigación y la exención de IVA, propuestas en base a las que ya se presentaron 11 proyectos de ley. “Es un producto de necesidad básica”, asevera la economista Candelaria Botto.

* Por Belén Manquepi Gómez

Durante aproximadamente 40 años, la mitad de la población menstrúa, sin embargo lo natural del proceso es inversamente proporcional al trato sobre el tema. Para gestionar la menstruación, una persona ocupa entre 16 a 32 toallas higiénicas, sin contar tampones, aquellas que utilizan tampones consumen aproximadamente 20 al mes, según un sondeo local.

No hay forma de evitar la menstruación, excepto como consecuencia de un tratamiento hormonal, cirugía o en la etapa de la menopausia.

El 8 de marzo de 2017, la organización Economía Femini(s)ta sumó el grito para no estigmatizar más a la menstruación e inició la campaña #MenstruAcción que se basó en juntar productos de gestión menstrual en la marcha del 8M y acercarlos a quienes no pueden comprarlos. 

#MenstruAcción tiene tres puntos esenciales: La provisión gratuita de productos de gestión menstrual en espacios comunitarios y refugios para personas en situación de calle, escuelas, comedores, cárceles, etc.; la exención de un IVA que encarece estos productos y la investigación, datos y acceso a la información para poder elegir métodos de gestión menstrual, promover políticas públicas eficientes y observar cómo se relaciona con el ausentismo escolar.

La economista Candelaria Botto explica: “la campaña nace para buscar incidir, pero también tiene una pata fuerte relacionada a la apropiación, porque hasta que aparezcan o se legislen los proyectos de leyes lo que hacemos es recolectar los productos para después llevarlos a los territorios. En ese sentido las personas lo pueden hacer en todo el país con una idea de apropiación de la campaña, en base a ésta se hicieron 11 proyectos de ley, los que piden la exención del IVA son a nivel nacional, porque es un impuesto que recauda la AFIP, pero la provisión gratuita puede ser asumida por gobiernos municipales, provinciales, en ese sentido hay proyectos más enfocados en las localidades”.

Sobre la repercusión de las colectas de toallitas, tampones, toallitas reutilizables y copas y su entrega, que actualmente se realiza, señala: “es muy positiva, siempre tuvimos muy buen feedback, hablar de la menstruación, su impacto, decir la palabra en un mundo donde existen más de cinco mil eufemismos para no decir esa palabra, ya generó un piso de conocimiento”.

Vale señalar que a nivel nacional hay dos proyectos de ley para la exención de impuestos en los productos de gestión menstrual, uno presentado por la diputada Victoria Donda y otro por la legisladora Cristina Fiore. Además está el proyecto de ley para la provisión gratuita de productos de gestión menstrual presentado por la senadora Norma Durango que ingresó en junio pasado.

¿Cuánto sale menstruar?

La compra de productos de gestión menstrual es tan necesaria como automática, las mujeres consultadas por este medio señalaron que han observado el aumento de los precios pero no llevan registro del gasto, ya que aunque cueste es una compra que no pueden resignar. En un relevamiento en supermercados y farmacias realizado durante los primeros días de enero de 2019, se observó que el paquete de toallas higiénicas x 16 unidades más económico cuesta $ 54, 20, mientras que el más caro tiene un valor de $ 179, 06. En el caso de las cajas de tampones por 20 unidades, el precio oscila entre $ 115 y $ 175, de acuerdo a la marca y la medida del tampón. Es decir, en el mejor de los casos el costo anual puede ir desde 650,4 a 2.148,72, sin tener en cuenta la combinación de productos y marcas, la disponibilidad, los cambios necesarios por salud y confort y la inevitable inflación.

“Es un producto de necesidad básica, estamos obligadas a gestionar nuestra menstruación porque en esta sociedad el sangrado menstrual no es tolerado, uno no puede habitar el espacio público con evidencia de sangrado menstrual y, en este sentido, esa gestión se hace con productos que ya son de por sí caros y que pagan el 21% del IVA, inspirándonos en campañas de otros países como Colombia, que logró bajar la incidencia del IVA en estos productos, es que pedimos la exención”, señala Botto. “Hicimos cálculos, la realidad es que en 2018 la economía argentina sufrió la inflación más alta de los últimos 27 años, así que habría que actualizarlos, a mitad de año (de 2018) daba un gasto de $ 1.500 pesos en productos de gestión menstrual”, sostiene.

A veces, por el gasto que implica, las elecciones de compra baja a segundas o terceras marcas, pero la utilización de otros productos no siempre es cómoda o saludable, sucede que debido a los diversos materiales o los perfumes que toallitas o protectores traen se pueden producir alergias en la piel, hongos u infecciones. En el mejor de los casos, se transitan los períodos menstruales sin inconvenientes, pero no hay que olvidar que cada cuerpo es único, por lo que los productos de gestión menstrual nunca serán los mismos para todas las personas. 

Además de protectores, toallitas o tampones hay otras opciones, como las toallitas reutilizables o las copas. Desde hace nueve años, Ivanna (32) utiliza copas menstruales y sobre la decisión cuenta: “en principio fue por una cuestión ambiental, por la cantidad de desperdicios generados por lo descartable. En segundo lugar, por una cuestión de salud, el 85% del algodón posee agrotóxicos. Es más sano y no hay posibilidades del shock tóxico. No podría volver a las toallitas, son extremadamente desagradables y antihigiénicas”.

Ivanna observa además que la menstruación es un tema del que no se habla, “es un tema del que no se hacen chistes, y si se hacen nunca es del proceso en sí, sino de los cambios de humor de la mujer, es una herramienta para estigmatizarla como hormonal”.

Operaciones secretas

La menstruación es un tema que se habla entre mujeres adultas y principalmente cuando alguna necesita un tampón o una toallita y no la tiene en ese momento. Los hombres trans quedan afuera de esta conversación y es una situación aún más compleja, porque al tabú de la menstruación se suma el de ser transexual, transgénero o travesti, y que ante una consulta regular o por un tratamiento hormonal, muchas veces se topa con la falta de conocimiento y/o respeto que un profesional de salud debiera tener con todos y todas sus pacientes.

“Me encuentro muchísimas mujeres grandes y chicas también, pero por ahí lo que más me llama la atención son las mujeres grandes que desconocen el funcionamiento y las particularidades físicas de nuestro cuerpo”, señala Lorena Galeano de Educación Menstrual, quien brinda talleres de sexualidad femenina en todas sus etapas: menarquía, menstruación, maternidad y lactancia, y menopausia. 

“Todo este tabú, el ocultamiento de la menstruación, nos lleva a sentir que hay una parte de nuestra vida sexual que está mal y en realidad no podemos seguir conectándonos con nuestra naturaleza desde un lugar de malestar, sintiendo que es un momento que es un problema, tenemos que empezar a pensar que es nuestra naturaleza y vivirla como tal”, sostiene. 

Silvia (34) es docente de Nivel Secundario y coincide en que el sangrado menstrual es un tema del que se habla poco, “es algo que todavía provoca vergüenza o pudor, sobre todo en las personas adultas”, y apunta que en simultáneo algo está cambiando, “los chicos cada vez lo viven con más naturalidad gracias a youtubers, instagramers y/o personalidades que hablan del tema sin misterio. En el aula me ha pasado de hablar de menstruación y la necesidad que tenemos las mujeres de ir al baño por este tema, obviamente surgido por el planteo de los alumnos varones. Alguna que otra vez abriendo la mochila se me ha caído una toallita, primero aparece el sentimiento de ¡Qué vergüenza!, después la he guardado sin ese prejuicio”.

“Sin embargo, hay desinformación. En una oportunidad en 2018, conté en una clase de educación sexual a los chicos que cuando era adolescente no sabía que las mujeres teníamos tres orificios, varias quedaron estupefactas, tampoco lo sabían, excepto una o dos”.

Sobre los proyectos, Silvia opina “me parece que la distribución de estos elementos debería ser gratuita. La que no esté de acuerdo con lo distribuido optará por otra opción. También hay que tener en cuenta esto: cuando se produjo la crisis de los tampones se dieron cuenta que no hay empresas productoras de estos elementos en Argentina, falta educación sexual al respecto, las mujeres pobres se ponen trapos usados, entre otras cosas, y corren riesgos de salud”.

Pero si las personas con cuerpos menstruantes siempre han menstruado y no es una elección ¿Cómo es que no se pueda reconocer que los productos de gestión menstrual son una necesidad?

Botto responde: “es lo mismo que se evidencia siempre que hablamos de género y es la invisibilización. Cuando se presentaron estos proyectos, fueron los primeros que se presentaron con la palabra “Menstruación”, visibilizando un fenómeno que si bien nos acompaña 40 años de nuestra vida a las personas con útero, hay una invisibilización constante, sistemática, que también es reproducida por los medios cuando por ejemplo vemos publicidades y vemos el fluido azul, es vivido por todas en nuestra experiencia cotidiana cuando pasar una toallita o un tampón es casi una operación secreta, tiene que ver con una invisibilización del tema”.

A través de la invisibilización y que la norma sea el cuerpo masculino que no menstrúa entonces todo lo que pasa por fuera de ese cuerpo masculino, es lo anormal, es lo atípico y obviamente que no hay políticas públicas para entender cosas que no están conceptualizadas. Creo que en este camino va la campaña, no sólo la visibilización sino también la incidencia de las políticas públicas, y para cambiar la realidad de las personas menstruantes en nuestro país”.

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