En el marco de una visita a la planta de tratamiento de residuos patológicos de la provincia, La Opinión Austral constató cómo es el funcionamiento de la planta que trabaja con residuos patológicos que llegan desde las diferentes localidades de Santa Cruz. La misma opera desde 2007 y realiza de 7 a 8 ciclos por día. 

El jefe de la planta de residuos, Esteban Tita, detalló a LOA que son 25 toneladas aproximadamente que LAMCEF opera por mes. Los residuos llegan a la planta desde todas las localidades de la provincia, funcionando así como centro de acopio para el tratamiento de residuos patológicos. El objetivo es que los mismos pierdan su condición de peligrosidad y puedan ser vertidos al vaciadero municipal. 

La planta funciona desde septiembre de 2007 y trabaja bajo las normas de seguridad pertinentes para desechar los residuos triturados. En principio, Tita detalló que los residuos patológicos en la provincia de Santa Cruz pasan por LAMCEF, la única empresa que se encarga de trabajar con los desechos de clínicas, producto de atenciones médicas humanas y animales.

Tita explicó el tratamiento, que consta de tres partes fundamentales, donde existen las figuras de generador, tales como el Estado a través de hospitales o centros de salud o del sector privado; consultorios y clínicas, transportistas, que son empresas habilitadas para transportar ese residuo desde donde se genera hasta donde se opera, y finalmente el operador de residuos, quien realiza el tratamiento pertinente.

Posteriormente a ello, Tita explicó: “Nosotros hacemos cumplir a los generadores un procedimiento en cuanto a normas de seguridad, donde disponen de residuos en bolsas rojas dentro de nuestras cajas de cartón precintadas, cerradas e identificadas por el generador, que no deben superar los 10 kilos y 45 litros por unidad. Todo ello para brindarle mayor seguridad al personal en cuanto al traslado y manipulación del residuo”.

De esta manera, la empresa realiza toda la gestión de los residuos patogénicos de la provincia de Santa Cruz, desde el transporte, la recolección, el tratamiento y disposición del residuo, que pasa a ser similar al sólido urbano donde, en la planta, se le quita el factor de peligrosidad. 

Desde los hospitales hasta el vaciadero: El proceso

LAMCEF pertenece a un grupo de empresas en Latinoamérica llamado Veolia, que se compone de capitales franceses: “Ponen mucho hincapié en seguridad y estándares de las normas, en cuanto a la adaptación de mejoras continuas sobre las tareas que realizan en la gestión de residuos”, sostuvo el jefe de la planta. La empresa hoy, en Santa Cruz, trabaja con más de 200 clientes, siendo el Estado su principal proveedor.

Tita explicó que son tres móviles los que utilizan actualmente para larga distancia y los mismos realizan las descargas de residuos en sus respectivas cajas. Posteriormente, se archivan en lotes con números e identificación asignada para registrar el proceso desde que ingresa a la planta hasta que se transforma en residuo urbano. 

“El promedio mensual de tratamiento son 25 toneladas de residuos patogénicos, que corresponden a toda la recolección en la provincia”, aseguró Tita. “Nosotros proveemos los insumos al generador, bolsas, cajas, cintas y precintos para cerrarlas. También se adjunta un procedimiento para que sepan cómo tienen que disponer el residuo según las normas de seguridad. Tratamos de evitar que coloquen agujas o elementos corto-punzantes sueltos en la bolsa, los mismos tienen que estar en recipientes rígidos para que el personal no sufra heridas y sin líquidos, en la medida de lo posible, para evitar derrames”, explicó. 

En la planta trabajan 12 personas y no reciben bajo ningún aspecto bolsas que no respondan a los estándares establecidos. 

Para su esterilización, en tanto, se lleva al residuo a 134° a 2,5 kg. de presión, quedando expuesto aproximadamente 40 minutos para que “todo lo infeccioso y que genere peligrosidad se muera en ese tiempo de exposición”. 

Ya con un residuo totalmente esterilizado, asimilable al sólido urbano, pasa a la trituración, donde se dispone en volquetes para llevar al vaciadero municipal. El jefe de planta explicó que, por día, la empresa realiza de 7 a 8 ciclos de tratamiento; posteriormente se realiza un test biológico para chequear si el residuo efectivamente se esterilizó o no. “El otro test indica si el vapor es saturado o es húmedo en cuanto a su calidad, es decir, si es suficientemente bueno como para la esterilización del residuo. Otro test determina si la temperatura ha sido consistente. Esos son controles internos que nos exige la autoridad de aplicación, después tenemos una validación anual que hacen desde Buenos Aires de la UBA, donde se certifica que el equipo descontamina eficientemente”.

Finalmente, una empresa realiza el traslado del volquete al vaciadero municipal, donde se prepara el sector para que se disponga el residuo en una zanja que se tapa con tierra. 

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