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Las personas producimos significados por las experiencias que tenemos y el modo en que mejoró o empeoró la vida un gobierno al que voté es una experiencia muy real, determinante. Por eso fue imposible que el equipo de Alberto Fernández siguiese, empecinado como estaba, con esa narrativa que dijo que la economía creció y que con ella los salarios y el empleo, cuando eso no cerraba en nuestra experiencia.

Por alguna razón, ya desde el resultado electoral de las legislativas, se eligió culpar a la agenda del movimiento de mujeres por haber llevado las luces hacia asuntos que – en teoría- poco tenían que ver con que la gente pudiese alquilar, pagar los servicios, comer todos los días.

¿Por qué el problema fue lo que hubo y no lo que faltó? ¿Por qué el problema fueron las conquistas y no las conquistas que no nos propusimos tener en otros planos o en otras peleas? A mí con eso no me jodan. Falta agenda feminista, si es piantavotos, me disculpan, pero me chupa un huevo”. Los dichos son de la diputada peronista Ofelia Fernández, quien bajó su candidatura en la Ciudad de Buenos Aires luego de que el armado de la coalición gobernante descartara a Eduardo Wado De Pedro como candidato a presidente.

Lo que dice Ofelia admite que al movimiento por la igualdad se le pidió lo que a ningún otro espacio: que se corra, bajo la premisa de no polarizar con la extrema derecha, entendiendo que si algo puede modificar la voluntad de los y las votantes de cara a las generales del 22 de octubre, seguramente esté atado a la economía, pero jamás al feminismo: ese lugar incómodo, divisorio, por momentos irreconciliable.

Esta semana se conoció la entrevista que Javier Milei le dio a un experiodista de FOX, conocido por difundir noticias falsas, Tucker Carlson. La publicación tuvo, según el dueño de X, Elion Musk, una visualización histórica. Ahí, el líder de La Libertad Avanza ratificó que no le interesa el voto de la igualdad. Dijo que el techo de cristal es una farsa porque, si las mujeres ganásemos menos que los hombres, las empresas tendrían sólo personal femenino o que habría que crear un Ministerio de Hombres. En fin, la multiplicidad de violencias que desencadena la inequidad no existe, es ideología de género.

Pero la propuesta de LLA ofrece una variedad mucho más sombría de políticas en su cosmovisión, como el negacionismo, la reivindicación del terrorismo de Estado o la privatización de los sistemas educativos y de salud. Es cierto, lo que no se dice es cómo son los feminismos; los únicos exentos de involucrarse electoralmente con semejante amenaza.

En España, la mayoría de los partidos de la extrema derecha que integran VOX tiene problemas con el voto femenino y se vio que en las elecciones generales, donde había mayor tasa de indecisos, las que giraron hacia otro lugar fueron las mujeres que no admiten discursos regresivos. Hoy, en el resto de Europa, se dice que el dique de contención contra el fascismo es el voto feminista. ¿Por qué entonces en nuestro país se insiste con ocultarlo de la campaña bajo la premisa de no polarizar?

En este sentido, la ministra de Igualdad e Integración de Santa CruzAgostina Mora, recupera lo que expresó la ministra de Igualdad de España, Irene Montero, sobre que el feminismo en la acción institucional y en la política no puede ser un complemento que te quitas en campañas y te pones para ser gobierno“. Por el contrario, “tiene que ser el motor de las transformaciones“.

La diputada electa coincide con que “se intenta endilgarle a la agenda de género, la responsabilidad de la antipolítica o enojo de lxs votantxs, tildándola de piantavotos‘”. Sin embargo, hay un problema y es que “lo que ayer era vanguardiahoy es sentido común. Como pasó con aquello que defendemos desde el feminismo, cuando dijimos ‘sólo si es sí’ y que ‘no es no'”.

Agostina Mora, ministra de Igualdad e Integración de Santa Cruz.

Según los informes de consultoras, la caracterización del votante de LLA es masculino en el 36,9% y su grupo etario más fuerte va desde los 16 a 29 años. Por el contrario, Unión por la Patria tiene menor performance entre las mujeres. Entre el 29,9% y el 33% tienen edades que van de los 45 a 59 años. Las mujeres que no fueron a votar, las que eligieron otras opciones distintas al candidato oficialista y que no votarían a Milei: ¿por quienes están siendo interpeladas?

Como pasó con Vox en España, en Estados Unidos con Donald Trump o en Brasil con Bolsonaro, el discurso pone en su centralidad el antifeminismo a partir de una idea de reconstruir moralmente a la sociedad. ¿Cómo negar la agenda de las mujeres puede ser otra cosa que una concesión política inconmensurable?

“Desde la recuperación de la democracia, los feminismos han sido clave, luchando contra las violencias, las desigualdades estructurales y promoviendo una vida más libre e igualitaria. Y esto lo ha garantizado con un ejercicio de diálogo y construcción colectiva”, insiste Mora, para quien se hace evidente que “problematizar la estructura de poder y construir una institucionalidad de género instituyente -que viene a cuestionar el orden establecido- trae aparejadas resistencias y ataques de los poderes concentrados. Lo que poco se sabe es que esta construcción de un Estado con perspectiva de género cuenta con la valentía de un movimiento dispuesto a resistir y empujar los procesos de ampliación de derechos, hasta alcanzar que todos, todas y todes podamos vivir mejor”.

Y es que las voces feministas en el poder, incomodan. Por ejemplo el viernes, se viralizó un video de la congresista demócrata Alexandria A OcasioCortez porque en plena sesión desnudó los vínculos entre la Corte Suprema y Paul Singer, titular del fondo buitre NML Capital, previo a que dejaran firme un fallo de Thomas Griesa contra Argentina. Luego de eso, la vicepresidenta denunció los sobornos en el país de la libertad.

Alexandria, hija de migrantes latinos, moza hasta el día que logró su banca, es una de las voces más potentes del feminismo popular norteamericano. Trump la llamó “Evita” para insultarla, otro diputado de nombre Ted Yoho, le dijo “fucking bitch frente a varios. La misma cosa desde la mirada antifeminista.

Los movimientos de lucha por la igualdad quieren transformar la superestructura política, es cierto, pero con una agenda que nadie desconoce. “Libertad es que la educación siga siendo pública“; “libertad es que te atiendan en el hospital público cuando te enfermás“; “libertad es que tu vieja haya podido jubilarse“; “libertad es que más del 80% de las infancias que sufrió abusos pudo contarlo gracias a la ESI“, son lagunas de las consignas federales para la convocatoria del próximo 28 de septiembre, Día de la Acción Global por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

“Pero además, la agenda de género visibiliza que todxs conocemos un padre que no asume su obligación alimentaria o que hemos sufrido la sensación de desprotección al regresar a casa por la noche, o los caminos sinuosos que atravesamos a la hora de embarcarnos en actividades productivas históricamente masculinizadas o de los prejuicios que padecen las diversidades. En el fondo, todxs sabemos de lo que hablamos, cuando hablamos de desigualdades. Entonces, no está de moda defendernos, es una necesidad emergente incluirnos y luchar por nuestros derechos“, concluyó Mora.

La lucha contra lo que la extrema derecha denomina “ideología de género” fue el pegamento que aglutinó a muchas otras quejas, malestares, vacíos y problemáticas a las que la política no supo dar respuesta convincente.

El asunto es que, al igual que un resultado electoral que deje vencedor a Milei, la concesión de la agenda de ampliación de derechos sociales que representa el mayor capital político del peronismo, bajo el argumento de no polarizar con el fascismo, va a tener consecuencias a largo plazo. ¿Nos preguntaremos también, entonces, adónde estaban las feministas?

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