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Rubén Paredes es fotógrafo de Crónica. Cientos de notas e historias. Muchas, inolvidables. La del lunes 2 de diciembre fue una de ellas. Fue testigo, fuimos testigos, junto a Fernando Ramírez, el presidente de APeRA (la Asociación de Periodistas de República Argentina) y a otros destacados colegas y familiares, del día que Roberto Di Sandro le puso fin al periodismo.
Di Sandro, en su departamento de Güemes y Cnel. Díaz en el barrio de Palermo escribió, de verdad, la última página de su extensa carrera. Recientes 93 años y 77 como acreditado en Casa de Gobierno. José Ignacio López, el ex vocero de Raúl Alfonsín, también estuvo presente. Abrazos de amigos. En sus miradas, se pudo ver todo.
En el living comedor, “tapizado” de recuerdos, varias sillas rodearon la mesa rectangular (con mantel de seda rosa). En la cabecera, además de Roberto, estaba frente a él, la clásica Olivetti, la máquina de escribir que lo acompañó hasta el último instante de su profesión.
Los “sanguchitos” de jamón y queso en platos playos de “porcelana tsuji old blue”, las copas con agua tónica y los recuerdos y anécdotas que fluyen de una punta a la otra. El pasado, presente y futuro de la profesión centraliza la charla. José Ignacio López habló y escuchamos. Antonio Carlos Capria, recordó su época de oro como camarógrafo (desde los 7 frames de una escena hasta cómo era la agenda anticipada para grabar material de fechas claves), Susana Grassi, Liliana Calderón, Fernando Fraquelli, Gabriel Calisto y Marcelo Muchi, también repasaron historias y lo que viene junto a Luis Cervantes, Santiago Pérez Chicone y Adrián Noriega.
Entre los relatos, cuento que elegí hacerle un homenaje en vida: antes de la despedida, en la tarde sábado 30 de noviembre mientras se jugaba en River la final de la Libertadores, fui a tres lugares claves de su historia en el barrio de Chacarita: Lemos 332 (dirección que hoy no existe), en la esquina de Lemos y Santos Dumont. Ahí vivió su infancia. A una cuadra, en Guevara y Santos Dumont, la escuela primaria, donde empezó a soñar con ser periodista. Y a pocas cuadras, avenida Corrientes y Jorge Newbery. Roberto tenía tres años. Su madre lo llevó en brazos a ver pasar el funeral de Carlos Gardel: “Me acuerdo de eso como si fuera hoy. Fue impresionante”. El libro autobiográfico A mí no me lo contaron, que editó Grupo Crónica en 2013, y la plaqueta Decano Roberto Di Sandro, también fueron protagonistas en cada lugar. Fotos y videos para no olvidar. Y Roberto los pudo ver. Se emocionó.

Silvia, una de las hijas de Roberto (Rosana no pudo estar), junto a Milagros, quien lo asiste desde hace años, atentas. El diario Crónica, con el triunfo de Boca contra Gimnasia en tapa y la nota por los tres Martin Fierro que se llevó Crónica TV, atrajeron a Roberto. Más fotos. Más recuerdos. Definió todo en una sola palabra para agradecer: “Amistad”.
La máquina estaba ahí. Roberto empezó con su despedida. Movía los brazos, casi como lo hacía Perón. Lo interrumpí.
Eran las 14:39. “Escribila, por favor”, le dije. Rubén Paredes no dejó de hacer fotos. La cinta negra y roja, con la tinta agotada. Trajeron una hoja blanca. Tabulador, moví y ajusté el fijador del papel. La hoja recorrió el rodillo por última vez. Más fotos. El teclado, el timbre marginal y el espaciador, listos.
Sentados, a su izquierda, Fernando Ramírez; a su derecha, José Ignacio López. De pie, Antonio Carlos Capria.
Sus dedos teclearon las tres últimas palabras que se alcanzan apenas a leer, en mayúscula: Ustedes son míos (en mayúscula). No pudo seguir. Más fotos. Y videos.
Sacó la hoja de la máquina y siguió escribiendo a mano. Fernando Ramírez le dio una lapicera de tinta negra. Y acotó que esa sería la última nota. Susana Grassi imitó preguntas como las que hacía Roberto, breves y directas: “Y la inflación, ¿qué?” “¿Y los precios?”. En el programa Bendita siempre pasan una pregunta que le hizo al ex presidente Mauricio Macri: “¿Qué le contesta?” . Mientras, Roberto siguió escribiendo. Mirábamos el movimiento de su mano y la lapicera. Final. En casi dos minutos la escribió y luego la leyó: “Ustedes son míos. La sala de periodistas debe ser siempre patrona de la amistad. Yo los quiero mucho y sé que ustedes sienten lo mismo que yo. Siempre unidos. Roberto Di Sandro. R Di Sandro”. Firmó dos veces. Fueron 19 líneas, irregulares, concisas. En 34 palabras dijo adiós. Para Marcelo Muchi, “la Olivetti entró en pausa”. Un dato: en el texto que leyó le agregó una frase: “…por eso, están en mi corazón.”
Emoción y sentimiento. La máquina ya lo empezó a extrañar. Nosotros y el periodismo, también.
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