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En la fría tarde del jueves, pasadas las 18:00, el estadio Tito Wilson se convirtió en el epicentro de la noticia que nadie quería escuchar: Hispano Americano, el club que celebra su centenario, no disputará la próxima temporada de la Liga Argentina de Básquet. La directiva confirmó que, por imposibilidad financiera, venderá su plaza y se retirará de la competencia profesional. Esta decisión sella una etapa que, forjada con esfuerzo y pasión, perdurará en la memoria de toda la provincia.
Las razones que llevaron a esta determinación son múltiples, pero la más inmediata es de índole económica. Durante años, Hispano destinó más del 60 % de su presupuesto a la logística necesaria para viajar a distintos puntos del país. En contraste, muchos clubes del centro y norte invierten apenas un cuarto de sus recursos en traslados. Con el cierre del Aeropuerto Internacional de Río Gallegos, trasladar al equipo dejó de ser viable. Sin vuelos directos y con presupuestos acotados, las perspectivas de afrontar una nueva temporada nacional quedaron imposibles.
El contexto se agrava tras la confirmación de que el aeropuerto permanecerá cerrado desde el 1 ° de septiembre hasta el 22 de diciembre, dejando a la ciudad sin conexiones directas y multiplicando gastos y tiempos de traslado. Desde agosto del año pasado, Hispano ya había advertido sobre el riesgo de no participar por falta de fondos. En ese momento, el sostén de la temporada 2024/25 surgió gracias al apoyo del Gobierno provincial y de la empresa CGC. Sin embargo, esta vez las condiciones cambiaron.
Muchos rememoran el histórico ascenso a la Liga Nacional en 2016, cuando el “Celeste” compitió seis temporadas consecutivas entre los mejores del país. Gonzalo Torres, integrante de aquel plantel y figura recordada con cariño por la afición, confesó en diálogo con Radio LU12 AM680: “Es triste, yo ya me la veía venir la temporada pasada. Pensé que no íbamos a tener cómo afrontarla, pero no dudaron y jugaron un año más. El club generó un vínculo muy fuerte con la ciudad, algo que no se olvida. Fue uno de los hitos más importantes de mi carrera y para la provincia. Lamentablemente, hoy no alcanza para respetar las exigencias de una Liga Argentina: todo el esfuerzo se diluye en viajes y logística”.
Años atrás, Torres disfrutó noches históricas en el Tito Wilson, donde las gradas se colmaban con hinchas de todos los clubes del país. “Al principio había un convenio con Aerolíneas Argentinas que permitía viajar a tiempo, pero luego los impedimentos nos obligaron a encarar giras de cinco partidos en menos de nueve días. Eso mata cualquier rendimiento”, recordó el actual jugador de Leones de Riobamba, en Ecuador. Asimismo, aseguró que su vínculo con Río Gallegos sigue intacto: “Tengo un local comercial allá y proyectos en obra. Cuando termine mi carrera, me gustaría volver al club y devolverle todo lo que me dio”.
Baroli destacó que la institución siempre actuó con prudencia financiera y que, pese a los esfuerzos, no se pudieron revertir las condiciones actuales: “Cada paso que dimos fue sustentable y con la convicción de hacer crecer al club. Cuando llegó el primer ascenso en 2014, se cambió el piso del Tito Wilson para cumplir con las exigencias, y eso marcó un antes y un después. Si hoy no tenemos el apoyo suficiente, debemos reconocer que es imposible continuar”.
Desde el ángulo de la formación de talentos, José Luis García, ex entrenador con más de una década trabajando en la institución, rescató el legado que trasciende el profesionalismo: “Dirigir a Hispano fue un sueño raro, porque arrancamos en la Liga Patagónica y avanzamos paso a paso hasta codearnos con el nivel nacional. Gracias al respaldo del Estado y al trabajo serio de dirigentes y técnicos, el club creció y marcó un hito. Hoy extrañaremos ver a nuestros chicos ilusionados con la camiseta celeste compitiendo contra Gimnasia de La Plata o Lanús, pero la llama del proyecto seguirá viva en cada formación local”.
Sin lugar a dudas, la partida del Celeste deja un vacío que va más allá del espectáculo: se esfuma una propuesta que acercó el baloncesto profesional a los jóvenes de Gobernador Gregores, Caleta Olivia y Río Turbio, y sentó las bases de un semillero que dio jugadores de jerarquía. Además, cada encuentro era una fiesta para una ciudad que, quizas por escasez de otras alternativas culturales, encontró en los días de partido una cita ineludible. “En otras provincias, tener un equipo en Liga Argentina no cambia demasiado, pero aquí era un hecho social. La gente iba a alentar, puteaba, vibraba. Ese calor humano no hay en una cancha vacía de Buenos Aires”, enfatizó Baroli.
Hoy, a la espera del centenario y con la plaza en venta, Hispano Americano se retira de la elite, pero no se apaga. El club seguirá activo en disciplinas amateurs, continuará formando a sus cientos de jovenes deportistas. Para muchos, este receso será el momento de replantear políticas deportivas provinciales, de exigir mayor compromiso privado y estatal para sostener un proyecto que puso a Río Gallegos en el mapa nacional durante 15 años.
El futuro impone preguntas: ¿cuándo volverá Hispano a la Liga Argentina? ¿Existirán apoyos sólidos que permitan retomar el vuelo? En el año de su centenario, el Celeste se despide de las grandes ligas, pero reafirma su identidad federal y la pasión de su gente. Porque, como señaló García, “si algo enseñó este club a lo largo de sus 100 años, es que las pausas no son derrotas, y que el amor por los colores siempre encuentra la forma de volver”.
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