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Por Irene Stur
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, restableció su política de “máxima presión” sobre Irán, centrada en endurecer las sanciones económicas y llevar a cero las exportaciones de petróleo del país persa. La excusa es evitar que desarrolle armas nucleares.
La orden instruye al Departamento del Tesoro a intensificar las sanciones y a establecer mecanismos de castigo para aquellos que las incumplan. Además, exige un plan para frenar las exportaciones de crudo iraní, que representan la principal fuente de ingresos de la república islámica. En 2023, Irán generó aproximadamente USD 53.000 millones en exportaciones de petróleo. En tanto que la producción petrolera de Irán alcanzó en 2024 su nivel más alto desde 2018, de acuerdo con la OPEP.
Pero China, el principal comprador de petróleo iraní, eludió las restricciones de EEUU, mediante un sistema de comercio que utiliza el yuan chino, evitando usar el dólar y con ello la supervisión norteamericana. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) recordó que países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, miembros de la OPEP, tienen la capacidad de compensar una posible caída en las exportaciones iraníes.
Nuevos aranceles
Por otro lado, Trump ha anunciado recientemente aranceles de entre el 10% y el 25% a las importaciones de crudo Canadá y México, aunque estos se encuentran en suspenso por un período de treinta días, junto con los aranceles a productos chinos.
A pesar de esta situación, el director general de la consultora Tempos Energía, Antonio Aceituno, pronostica que el precio del crudo podría experimentar una “tendencia a la baja“, alcanzando los USD 65 , valor pretendido por Trump para que el petróleo se convierta en un ancla inflacionaria, en su país. Pero el precio del barril en el mercado de Futuros del Brent, se mantiene en torno a los USD 74/75, nivel en el que la OPEP+ ya declaró que se encuentra cómoda.
Impacto futuro
Por el momento, la dinámica del mercado petrolero se ha visto poco afectada por las decisiones de Trump. Las sanciones impuestas a Rusia han sido contrarrestadas por los aranceles que el propio gobierno de Estados Unidos fijó, sumado a un contexto de debilidad económica en China y la continuidad de los recortes de la OPEP.
Aunque, si bien el comercio bilateral entre Estados Unidos y Europa está en niveles récord, es cierto que los mercados temen que los nuevos aranceles incrementen los precios del combustible para los estadounidenses y afecten, aún más, la demanda de energía, lo que llevaría, paradójicamente, a un escenario bajista en el mercado internacional.
Rusia, por su parte, está adaptándose a las sanciones mediante la compra de nueva flota y redirigiendo sus exportaciones de petróleo hacia Asia, mientras busca nuevos clientes en África y América Latina. Esto resalta la dificultad de restringir un mercado energético en un contexto global.
Estados Unidos cuenta con herramientas para influir en el mercado, su prioridad actual es mantener los precios del petróleo en niveles bajos. Mientras la OPEP retiene 5.86 millones de barriles de producción, lo que equivale a alrededor del 5.7% de la demanda mundial.
La meta de Trump de que el barril caiga por debajo de los 70 dólares no parece estar a la vista, en lo inmediato. El punto de tranquilidad es con precios superiores a USD 60, la producción en Argentina no corre peligro inminente.
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