Una gran diferencia de votos, con un oficialismo perdiendo apoyos en todo el país, con un fuerte ausentismo en los lugares donde más votos suele tener el peronismo, apatía en la “gente del palo”. Las razones no se explican solamente por la pandemia, las muertes y la cuarentena.

Los bolsillos sufren una fuerte inflación, la pérdida del consumo es notable y la pérdida del trabajo –tanto el registrado como el informal- es una realidad y un temor diario. No alcanzó con las ayudas ni los planes, que sin duda fueron muchos. Se los llevó puesto la inflación.

El aumento sostenible en la vacunación y la fuerte baja de casos de coronavirus que están llevando a una vida “casi normal” fueron derrotados por el recuerdo del “vacunatorio VIP” y la revelación del cumpleaños de la primera dama Fabiola Yáñez en Olivos. No alcanzaron ni las renuncias en el primer caso ni el pedido de disculpas en el segundo.

Se pagaron en las urnas, así como el año sin clases presenciales, lo que la oposición supo explotar muy bien. Un combo que generó una derrota no tanto por el aumento del voto opositor sino por la ausencia del voto propio.

Un panorama difícil de cambiar de aquí a las elecciones de noviembre. Y esto hizo estallar las disputas internas en el Frente de Todos gobernante.

Acción y reacción

En física, este principio afirma que todo cuerpo A que ejerce una fuerza sobre un cuerpo B, experimenta una reacción de igual intensidad pero en sentido contrario.

En política, ante una derrota electoral hay que reaccionar rápido haciendo los cambios necesarios de nombres y de gestión para revertir ese golpe en las urnas.

Se entiende que lo que pasó entre lunes y martes y las apariciones públicas del presidente Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, no significaron una reacción acorde a la derrota. Así lo vio Cristina Fernández de Kirchner.

Lo dejó en claro en el encuentro que el martes mantuvo a solas con el Presidente y lo hizo público con un mensaje en que el manifestaba sus diferencias con la gestión económica y el reclamo de renuncias en el Gabinete nacional. Una discusión interna que escaló a plena luz evidenciando una crisis por la incomprensión del mensaje popular.

Cristina volvió a ponerse en el centro del ring y llamó a discutir política profunda y no maquillaje. Para forzar esto renunciaron los funcionarios que le responden. Ya los gabinetes en las provincias de Buenos Aires y Santa Cruz quedaban a disposición de sus gobernadores. A nivel nacional no había pasado.

¿Se rompía el Frente de Todos? ¿Cristina pegaba el portazo? Fueron las preguntas que dominaron las horas posteriores al mensaje público. La vicepresidenta dejó en claro en el mismo mensaje la respuesta a la segunda pregunta: No. Ni Cobos, ni Chacho Alvarez. Pero sí marcar la necesidad de fuertes cambios en la gestión.

El nuevo Gabinete

El viernes fue un día de tensiones y negociaciones. Por algunos momentos parecía una ruptura irreversible, por otros surgían posibilidades de acuerdos que calmaban las aguas. Los nombres iban y venían, pero hubo una renuncia que marcó el camino que luego iba a cristalizarse.

El vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, renunció a su cargo luego de que Cristina lo señalara como el autor de operaciones mediáticas en su contra. Fue una salida que anticipaba el camino de negociaciones y sepultaba la ruptura.

No hay que dejar de lado el protagonismos que tuvieron varios gobernadores peronistas para evitar el quiebre en el Frente de Todos. Alberto habló con ellos para determinar el camino a seguir. Y la respuesta que recibió fue clara. Había que preservar la unidad a toda costa.

El presidente Alberto Fernández optó por una salida moderada, aceptando los cambios inevitables y sumando nombres con experiencia en gestión –participaron en el Ejecutivo durante la presidencia de Cristina-, con fuerza propia y que no se los puede encasillar como “cristinistas”. Sus trayectorias les otorgan un peso político que augura fuerza en la gestión.

Lo que viene

“Mis candidatos son los candidatos de los gobernadores”, sostuvo el Presidente este sábado, en un encuentro de unidad con los mandatarios provinciales peronistas en La Rioja. Fue su primera foto después del rearmado del gobierno nacional.

“La elección de noviembre sólo se podría ganar con más peronismo y con un shock de consumo para darle respuestas a los que menos tienen”, fue el mensaje que dejaron los gobernadores en el encuentro. Allí estuvieron presentes también varios funcionarios que fueron clave en la negociación para formar el nuevo gabinete, como Eduardo “Wado” De Pedro, Gabriel Katopodis y Sergio Massa.

Todas señales que desde este lunes, con la asunción de los nuevos ministros, deberán materializarse en una mejora para la vida de los argentinos. Y gran parte de esto pasará por mejorar la situación económica: una política antinflacionaria efectiva y mejora en los ingresos de todos, los trabajadores registrados, los jubilados y lo que quedaron en los márgenes.

Pensar en todo lo anterior más que en sumar votos en noviembre. Si lo primero es efectivo y perdurable, los votos llegan solos.

Este domingo, después de una semana dura y jugando al límite, habló Máximo Kirchner, uno de los protagonistas en estas negociaciones. “Ahora comienza una etapa nueva donde hay que interpretar lo que la sociedad desea y lo que la sociedad desea es vivir mejor”, sentenció.

Y aclaró: “Todos somos responsables y tenemos que sacar esto adelante. Se generó un sainete tratando de sacar algún rédito. Eso ha concluido y uno ve que el Presidente ha tomado las decisiones y hay compañeros nuevos a cargo. Esta pandemia nos ha demorado pero vamos a salir adelante. Hay que observar bien, trabajar, desdramatizar y no llevarle más problemas a esta gente”. Claro y contundente.

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