Por Hugo Ferrer
Bahía Blanca es la capital nacional del dolor. Crónica es la capital nacional del periodismo con el pueblo.
Angustia, desesperación, bronca, tensión. La catástrofe conmueve al país. Y la pantalla de Crónica vibra a cada instante.
Mientras, las historias de los muertos y la búsqueda desesperada de las hermanitas siguen conmoviendo, como la de otros vecinos de los que no sabe nada de ellos.
Diego Moranzoni, el cronista del canal líder en primicias y emociones, junto a César Blanco, Damián Oskeritchian, Luis Olivas y Christian Borda, los integrantes del equipo del móvil que fue enviado a Bahía Blanca, transmiten en vivo y en directo, de verdad, desde el corazón de las inundaciones.
Faltó y falta la asistencia del Estado en todas sus formas. Sólo la gente permite que se cuente la realidad que cala hondo.
Para muestra, sólo una gota de agua, la del barrio 17 de agosto, donde los vecinos acusan en vivo a su delegado Leandro Garnica, que sólo “caminó dos cuadras” e “insultó a los que sufren”.
Los vecinos quieren que Crónica muestre. Y ahí está Diego Moranzoni. Lo suben a un bote. Una videollamada y en vivo desde lo más profundo del drama. La recorrida, el tour de la verdad. El sol, el agua fría, turbia y las historias, las imágenes que hablan, que erizan la piel, que hacen escapar lágrimas y mensajes.
En el estudio del canal, a casi 650 kilómetros, los conductores Esteban Godoy y Ailin Ortiz, con el ida y vuelta, aportan a la emoción.
Crónica es pueblo. Y está ahí, con lo que menos tienen, de verdad. firme junto al pueblo más que nunca. El slogan que nació hace casi 62 años, más vigente que nunca.
Una heladera, una cocina, un ventilador, una silla, una mascota. Lo que se puede, se rescata.
El micrófono de Crónica queda en mano de uno de los vecinos. Lo alcanzan en el bote. Es una síntesis de lo que es Crónica.
Una vecina se acerca. Llora. Diego la consuela. “Este es el sacrificio de toda la vida y terminamos con 60 ,70 cm de agua. Tenerlos ustedes es una forma de alivio”, dice con bronca y sensatez. “Son los únicos que vinieron, los únicos que se mojaron los pies al lado nuestro”.
Otra mujer también busca el hombro de Diego, el hombro de Crónica. Un abrazo. Más consuelo. La pantalla vibra. Más bronca y relato en vivo. Y le habla al delegado, además: “No tenemos ni voz ni voto. Acá no se drena el agua. Sos una rata, inmundo”, le dice sin filtro. Y concluye con una frase épica: “Crónica se moja los pies por nosotros, vos no”.
Y hay más voces. Otra vecina habla de su dolor. “Perdí la medicación, perdí todo, es como si hubieran abierto una compuerta. Siento abandono“.
La mujer trata de dominar su angustia. “Esto es agua contaminada”, revela sin vueltas. “Es todo mierda”, le dice Diego. Crónica es el traductor del pueblo.
Pasa una balsa que el vecino “Rulo” armó con tanques y maderas. Flota. Lo suficiente para trasladar lo que se pueda.
Diego pide por “Rulo” y se acerca. Hablan. Confiesa que hace fletes con su camioneta y se puso a disposición.
Y se produce una escena cinematográfica: con el agua hasta las rodillas, Diego pide una ovación. Emoción pese al dolor. Arenga de Diego, manos en alto (como si estuvieran en la cancha), aplausos y “Rulo, Rulo, Ruloooo”.
Mientras, el bote, “de bote a bote”, con una cama, colchones, mesas, sillas. Los voluntarios, muchos “en cuero”, incansables en la ayuda: son más de 10 personas a su costado, entre ellos muchos chicos.
El kiosco de Perla, el más solidario
Perla, la dueña, también se conmueve al ver el micrófono de Crónica: es el pasaporte a la confesión: “Mi dolor no es por mí, es por mis vecinos. Estamos solos. No apareció nadie. Mi mamá tiene 90 años, mi hija, mi familia. Nos duele a todos”.
Aún con ese drama Perla permite que Crónica ingrese al local. Diego habla detrás de la reja y “atiende” el kiosco que está cerrado. Un vecino pide cigarrillos. Diego se los da. Perla dice que no le cobra. Se los regala. También prepara una bolsa con algunas gaseosas y galletitas para el personal del móvil.
17 de Agosto es un barrio olvidado. Y Crónica está ahí.
Damián Oskeritchian, uno de los técnicos de Crónica, que también utiliza su dron para contar el drama desde el cielo, se emociona y confiesa: “En cada casa hay una historia y siempre los más humildes son los que más ayudan”.
En la sociedad de fomento reúne a los vecinos que clasifican la ropa donada por otros vecinos. En la plaza muchos van a secar sus prendas.
Los chicos se asustaron por la lluvia y lo confesaron a flor de piel. Tuvieron miedo.
Crónica por Bahía, la colecta solidaria
En Juan Garay 140, en Capital Federal, en Crónica TV, más vecinos solidarios pasan por la puerta del canal para dejar lo que pueden. “Vi la dirección en la pantalla, y le dije a mi mujer: llevemos lo que podamos. Y acá estamos, con esta ropa”, relató conmovido el vecino que llegó desde el Gran Buenos Aires. Algunos se acercan en auto, otros caminando o en bicicleta. La solidaridad a pie o sobreruedas. Las bolsas se acumulan. La solidaridad en cada prenda, en cada alimento no perecedero. A lo Crónica.
La colecta sigue, el dolor sigue, la angustia también.
La solidaridad nunca se termina. Crónica siempre está, como siempre, firme junto al pueblo. En Bahía Blanca o dónde se necesite.
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