Nicolás tenía 11 años cuando entró a una aula del Colegio Secundario N° 19. El primer instrumento que vio y que desde el primer minuto llamó su atención fue el chelo.
Pablo cantaba en su casa, le gustaba Luciano Pereyra y Abel Pintos, y en las fiestas familiares, su papá le pedía que cante tangos, por lo que le pagaba un par de pesos.
A Pablo le gustaba el fútbol y los chicos de la Orquesta del Barrio jugaban mucho, eso era lo que le contaba “Nico”, quien terminó convenciéndolo para que se sume al plan de educación musical que, creado en 2005, ya llevaba un par de años en funcionamiento.
Así, los amigos, que se conocían de la iglesia, comenzaron a compartir un espacio nuevo, el de la orquesta-escuela. “De chiquito no le di tanta bola al chelo, de hecho no entendía nada, pero como “Nico” avanzaba de nivel, yo avanzaba solo para que no me separasen del grupo”, reconoce Pablo Díaz (25) al suplemento Arte y Cultura de La Opinión Austral. Eligió el mismo instrumento que su amigo.
Nicolás recuerda que al mes de empezar, tuvo su primer concierto. La orquesta fue invitada a ser telonera de Juan Carlos Baglietto en el show que se realizó en el Centro Polivalente de Arte N°1. “Fue hermoso, era la primera vez que tocaba un instrumento en vivo y frente a tanta gente. Fue muy lindo por más que haya tocado dos notitas“, recuerda Nicolás D’Amico (27).
La vocación de Pablo comenzó a tomar forma con los viajes y más precisamente con la gira de la Orquesta del Bicentenario, en la que durante dos semanas brindaron conciertos. Todo estaba pago y hasta percibían honorarios.
“Hubo un concierto que se hizo el Teatro Gran Rex, cuando estaba tocando sentí una sensación, ganas de llorar, nunca me había pasado. Me di cuenta de que era eso a lo que me quería dedicar“.
Reencontrarse
Con algunas breves intermisiones, los músicos riogalleguenses continuaron compartiendo en la Orquesta del Barrio.
Al terminar sus estudios secundarios, Pablo se mudó a CABA para estudiar Licenciatura en Música con orientación en violonchelo en la Universidad Nacional de Artes y en 2017, con la Orquesta Ensamble Siglo 21, se presentó por primera vez en el Teatro Colón.
Al Colón uno lo ve imposible, es estar viviendo un sueño
NICOLÁS D’AMICO
Nicolás probó con algunas carreras universitarias, continuó en el Conservatorio, ingresó como profesor a la orquesta y en 2020, decidió mudarse a CABA, pero la pandemia lo trajo de regreso al sur.
Al año siguiente, la directora de orquesta, Laura Miniti, lo convenció de que audicione para ingresar a la Orquesta Académica del Teatro Colón de Buenos Aires.
“No veía muy fiable participar de la audición. Uno piensa que el Teatro Colón es algo muy lejano. Ya estaba a días de cerrarse la inscripción y le pedí ayuda al maestro de la Orquesta del Barrio, Mariano Mosso, me acompañó con el piano, grabamos el vídeo y lo envié”. En febrero de 2022, llegó la noticia: había ingresado. “Fue una alegría”.
En marzo, Pablo audicionó y también ingresó. Ahora, adultos, los chelistas volvían a encontrarse en la Orquesta Académica y en la carrera de la Academia Orquestal del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC).
“Fue muy loco. El año pasado cuando los dos entramos, nos dimos cuenta de lo que estaba pasando. Decíamos: ‘che, te acordás cuando éramos chicos e íbamos a la orquesta, a jugar. Ahora mirá donde estamos, somos compañeros y mirá estamos tocando en el Teatro’. No caíamos. Además, con Nico siempre fuimos muy amigos, está bueno tener alguien tan compañero y poder seguir compartiendo”.
Alta en el cielo
Integrando la Orquesta Académica, en junio, grabaron “Alta en el cielo”, el nuevo disco de Abel Pintos, conformado por ocho canciones patrias.
“La experiencia estuvo buenísima, ni siquiera te imaginas cómo va a ser. No tenés mucho tiempo de procesarlo, recién cuando está pasando o cuando terminó, te das cuenta“, reconoce Pablo.
“Es una alegría enorme, poder acompañar a un músico de esa talla es algo realmente hermoso”, afirma Nicolás.
El 9 de julio, al cumplirse 207 años de la independencia, ante un público escolar, se realizó el lanzamiento del álbum con un concierto en vivo, acompañado por la orquesta que dirige Ezequiel Silberstein.
“Lo veo y estoy en un sueño. Es el Teatro Colón, con todo lo que conlleva, uno de los mejores del mundo, uno lo ve imposible, es estar viviendo un sueño. No lo voy a negar, llevó sacrificio, toda actividad requiere su sacrificio no sólo de uno sino de la familia que acompaña, de los maestros que acompañaron durante todos los años. Es vivir en un sueño, es muy lindo“, expresa Nicolás.
El chelo
La Orquesta del Barrio propició que los niños tuvieran su primer acercamiento a la práctica musical del chelo. ¿Qué les significa hoy?
“Es como cuando te enamoras por primera vez, eso que sentís la primera vez, no lo volvés a sentir nunca más. La obra que tocamos esa vez en el Gran Rex cuando la escucho, me vuelve a emocionar casi como la primera vez, pero solo sucede con esa. Hay muchas que me emocionaron muchísimo, pero nunca como esa vez. Cuando agarro el chelo, siento que es algo natural, que es parte de mí“, intenta explicar Pablo y agrega “quiero estar con el chelo todo el tiempo. Me cuesta decir que me voy a trabajar, me voy a ensayar, a un concierto, no lo siento como un trabajo. Siento que todos los días hago algo natural, calculo que alguien que juega a la pelota siente lo mismo“.
Cuando agarro el chelo, siento que es algo natural
PABLO DÍAZ
Nicolás sintetiza, para él, la música es “satisfacción. Es poder tocar con otras personas, cada música que tocamos se expresa de una forma distinta, te llena el alma. Es muy lindo”.
Desde el sur
Este año finalizarán la carrera y ser parte de la Orquesta, les va abriendo otras puertas.
“Haber ingresado a la Orquesta Académica es una buena entrada a las orquestas estables del teatro, sería un sueño poder ingresar como músico estable de alguna de ellas, es soñar a futuro”, dice Nicolás.
Pablo, que además ingresó a la Banda Sinfónica de la Ciudad y recientemente, acompañó a Soledad en presentaciones de “Natural”, su último disco, comenta: “Me gustaría tocar con la Sinfónica Nacional o la Filarmónica en el Colón, eso sería un sueño. Lo que se vaya dando bienvenido sea. Quiero recibirme y tratar de hacer todo lo que pueda”.
Los santacruceños coinciden en que los encuentros, los viajes y las diferentes posibilidades de intercambio fueron las que les permitieron darse cuenta el nivel de su desarrollo y que un camino profesional era posible.
“Lo que me motivaba mucho eran las capacitaciones y los encuentros con otras orquestas, ahí te medías. Cuando veníamos de gira a Buenos Aires, había gente de todo el país y te asignaban un lugar de acuerdo a cómo tocabas”, señala Pablo.
“Cuando la orquesta arrancó fue algo fuera de lo común, ayudó mucho a que se expanda la música académica. Es muy importante el espacio que brindan los maestros, son excelentes”, señala Nicolás y agrega que un teatro con grupos estables, aportaría a un mayor desarrollo profesional.
“Así los chicos que salen de la orquesta pueden ver el camino de la música como algo posible en el sur, sería muy lindo. Además, permitiría que el público se agrande”, marca.
“Pensábamos que el nivel que hay por acá, es inalcanzable, por eso uno dudaba en audicionar. El nivel es alto, pero no es imposible si uno se esfuerza, le mete las ganas y sigue estudiando todos los días, un poquito, las cosas siempre llegan. Si les gusta la música que le den para adelante, se puede llegar, quizás, a lugares a los que uno no hubiese creído“.
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