El Centro de Residentes Riojanos de Caleta Olivia inauguró su tradicional Fiesta de la Chaya, que se llevará a cabo durante tres domingos.

 

Los festejos, fueron autorizados por el COE local. Carlos Carpio presidente del Centro habló con La Opinión Zona Norte y explicó que las actividades que se realizaron durante la tarde del domingo fueron en el marco de la apertura de tradicional fiesta, con la presentación de la niña Chay y el niño Pujllay.

 

La celebración riojana ya es tradicional en la localidad y debido a la pandemia pudo ser habilitada por las autoridades municipales.

 


“La fiesta no se iba a hacer, pero por una cuestión de que son nuestras costumbres, decidimos hacerlo en el patio trasero. Nos autorizaron por el decreto que autoriza 100 personas al aire libre y como es un evento que está declarado de interés cultural por la Municipalidad, pudimos realizarlo con medidas de seguridad”, explicó el presidente de la entidad.

 

“Son fiestas de nuestros antepasados de muchos años, nosotros siempre lo vamos transmitiendo y vamos llevando nuestras costumbres a nuestra Casa Riojana acá en Caleta”. El próximo domingo, se hará el ritual de Topamiento y el siguiente será el entierro y la quema del Pujllay.

 

Presentación de la niña Chay y el niño Pujllay. Foto: Solange Alarcón/La Opinión Zona Norte

La música tradicional, también forma parte de la fiesta, este domingo participó el Chango Pintos y se esperan más números musicales para las próximas jornadas.

Celebración

Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Pujllay, joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como ella, al no ser debidamente correspondida, se internó en el monte a llorar sus penas y desventuras amorosas, desapareciendo en él para siempre. Desde entonces, suele retornar anualmente, hacia mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia.

 

En tanto Pujllay, sabiéndose culpable de la desaparición de la joven india, sintió remordimiento y procedió a buscarla por todo el monte infructuosamente.

 

Tiempo después, enterado el joven del regreso de la joven a la tribu con la luna de febrero, volvió también al lugar para continuar la búsqueda. Pero fue inútil. Allí, la gente festejaba la anhelada cosecha y lo recibía con muecas de alegría; él, por su parte, entre la algarabía de los circunstantes, prosiguió la búsqueda y la indagación con profunda desesperación y resultados siempre negativos. Por ello, derrotado, terminó ahogando en chicha su soledad y su pasada fama de don Juan. Hasta que estuvo muy ebrio, cayó en un fogón y murió quemado.

 

Desde ese entonces, “Chaya” viene en febrero año a año a apagar el fuego de “Pujllay”. Y cada año aparece el Pujllay, que muere al terminar el festejo, razón por la cual se lo entierra hasta el año que viene.

 

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