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Las historias deportivas marcan acontecimientos y hechos reales donde sobre salen sorpresas, esfuerzos y sacrificios y esta es una de ellas, porque con profundo dolor seguramente, Juan Carlos Gargaglione, el “Garga” como lo llamaban todos,  renuncia a la dirección técnica del Boxing después de un resultado increíble en su propia cancha y después de tres años de no perder en su propia casa.

Pero antes de llegar al hecho concreto, sirve decir que un trabajo de años y de mucha dedicación del “Garga” junto a Leo Mata y a Patricio “Pato” Kaiser, había hecho que desde aquellos pibes del gimnasio Rocha en la escuelita de Fútbol de años atrás, se había logrado llegar a  los jugadores de primera división que ahora tenía el club en aquel 2008 del que hacemos referencia.

Un esfuerzo que en los números le había dado al club el campeonato 2005/2006 y tras cartón el 2006/2007, por lo que aquel campeonato 2008 que se hizo corto a una sola rueda, había visto la camiseta albiverde ganar todos los encuentros y llegar después de diez partidos invicto en la punta del torneo lo que era una confirmación del poderío futbolístico del Boxing Club de Gargaglione y su gente, con un tri-campeón que llevaba casi tres años sin perder en su propia casa, en su propio campo, ni en el torneo local ni en los regionales.

El club llegaba a otro torneo regional con toda la ilusión de un grande, con aquellos pibes ahora hombres que habían crecido de la mano del técnico como Maidana, Maxi Aranda, el Noni Toledo y Julián Ojeda desde el querido gimnasio Rocha hasta la cancha de once, la grande, en la que había que correr y con ese alma de potrero con techo que fue el lugar hasta el estadio, habían dado  solo un salto, y allí estaban junto al “Garga” para jugar otro partido mas soñando con mas victorias, soñando con mas trofeos, soñando con mas gloria futbolera.

Y si bien primero tuvieron que enfrentar a los del Lago, llegó el día en que el rival fue quien había salido segundo en el torneo local, aquel 17 de febrero de 2008 cuando el líder Boxing Club enfrentaba a Defensores del Carmen el equipo que dirigía técnicamente Nelson Aguilar, que tenía a dos que había que controlar como el “Edu” Belmonte ( hoy DT de Ferrocarril)  y el “Gringo”  Dáugero entre otros, que habían sumado dos refuerzos tucumanos como Rodríguez y Salomón, pero Boxing llegaba con su bagaje de triunfos, con su colección de trofeos de los últimos tiempos, con el peso de ser el mejor.

El partido tuvo todos los bemoles que se puedan imaginar, friccionado y áspero con un primer parcial sin marcador y con un segundo tiempo que apuntaba a ser victoria albiverde, con un gol de Simoes que ponía el uno a cero y al rato, un tiro penal que convertía Triviño para asegurar la dupla a favor y nada parecía cambiar, pero cuando el diablo mete la cola por mas que solo queden 20 minutos, puede pasar cualquier cosa.

Encima como para completar el dibujo, el tucumano Rodriguez ve la roja en manos de Alejandro Graves que lo manda a los camarines y se enloquece y le quiere pegar a todo el mundo ( o le pega…!!), y al rato el otro tucumano Maxi Salomón también se manda otra parecida y es enviado a la casa y Defensores tiene dos menos, y por mas que convierte un golazo de cabeza, quedan pocos minutos y esta dos a uno abajo, pero la bendita cola del diablo cambiaría el juego, porque Maxi Chaves pondría el dos a dos al ratito, el arquero de Defensores tenía que irse a los camarines y venía el suplente Juarez como para ponerle un poquito mas de sal al condimento y cuando ya Graves relojeaba la pulsera, el cabezazo de Dáugero rompía todo y el tablero marcaba tres a dos para Defensores y el partido llegaba a su fin con la incredulidad, la sorpresa, la alegría y todo lo que se puede imaginar dentro del campo de juego.

El Atlético Boxing Club había perdido en su cancha después de casi tres años invicto, y el “Garga” el artífice de todos aquellos años, el armador de un equipo exitoso, renunciaba como para sumar mas dolor a los dueños de casa, que sin consuelo venían a los Aguilar, los Belmonte y al resto, saltar de alegría en casa ajena y asumían  por lógica, que la caída cuando es de muy alto, duele mas que de mas abajo.

 

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