Antes de que comenzara la pandemia, en el mes de marzo, ellos ya venían trabajando por la ciudad y la comunidad.

Con la crisis sanitaria doblegaron sus esfuerzos. El personal de salud fue el eslabón más importante en la cadena de trabajo. A ellos se les sumaron referentes y organizaciones sociales que se enfrentaron a la crisis de los más vulnerables. “Patearon” la calle y supieron hacerle frente con lo que tenían y con lo que no.

Alberto “Beto” Berón es camillero en el Hospital Regional. Su equipo trabajó las 24 horas en la trinchera combatiendo el virus. Contó a La Opinión Austral cómo fue el balance de este año tan complejo.

 

“Beto”, en el centro, junto a los camilleros del hospital que siguen trabajando codo a codo. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

 

“Hoy, que termina este año, ya casi no recuerdo cómo trabaja antes”, relató.
Desde marzo “el mundo cambió”, dijo Beto y todas las formas de trabajo y de interacción con personas desconocidas y conocidas también, describió.

“Ya no hay mates, ya no hay besos ni abrazos, ya no tenemos confianza con los elementos de trabajo, nos vestimos como astronautas y vemos a nuestros compañeros agobiados, traspirados y cansados”, contó en su conmovedor relato.

Su deseo para este 2021 es que “volvamos a ser cordiales, porque esto lo sacamos adelante todos”.

Por otro lado, Osvaldo Ordano tiene 53 años y trabaja en la guardia del HRRG. Se contagió de coronavirus en octubre y aún no puede retomar la labor. Aun así, Osvaldo fue muy optimista.

 

Osvaldo, enfermero, espera poder retomar la labor pronto.

“Veía el increíble trabajo de los enfermeros y médicos. A pesar de pasar esta enfermedad que me postró por dos meses, estoy contento y orgulloso de tener la gente en la guardia que se preocupó por mí siempre”, mencionó.

 

En los barrios

Desde la calle, en tanto, Horacio Huecke, reconocido vecino, doblegó los esfuerzos junto a la Red de Mujeres Solidarias y su familia.

“Yo vengo hace cinco años haciendo de Papá Noel y lo que me encontré este año con la pandemia en los barrios fue algo totalmente diferente”, relató a La Opinión Austral.

 

“Por eso arrancamos este año con todo, tratamos de ayudar con un granito de arena porque lo nuestro fue eso, no podíamos asistir a todos, pero todo lo que pudimos, le pusimos el empeño y llegamos”, contó.

Por otro lado, un trabajo similar fue el que realizó el Hogar de Cristo en Río Gallegos. Héctor Silva integra el hogar junto a voluntarios del lugar.

“La experiencia en el Hogar de Cristo en este último tiempo nos permitió acompañar comunitariamente a muchas personas que atravesaban diferentes situaciones de vulnerabilidad y tratamos de dar respuesta de manera creativa”, explicó.

Así, desde marzo, lograron acompañar a más de 250 familias, hicieron unas 23 mil viandas y entregaron 950 bolsones.

Sin el personal de salud y sin los vecinos solidarios, la pandemia hubiera mostrado una cara completamente distinta, por lo que el agradecimiento para con ellos será eterno.

 

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