La Opinión Austral sigue apostando a difundir las actividades productivas de Santa Cruz. En una apuesta integral, surge Santa Cruz Produce Play, una propuesta audiovisual que se difunde por el canal de YouTube. En esa tarea de difusión, esta vez viajó 65 kilómetros hasta la vera de enfrente de la ría del río Gallegos. Entre las estancias que se localizan en esa zona, está Los Pozos, perteneciente a la familia Halliday y fundada en 1885, unos seis meses antes de que Río Gallegos surgiera como poblado.

Eduardo, tercera generación nacida en Santa Cruz, y su esposa Silvina Puig, continúan el legado del fundador de la estancia, Williams Halliday, quien llegó a estas tierras buscando un destino mejor para él y su familia. Lo consiguió. Hoy sus descendientes siguen apostando a continuar con la labor de sus ancestros, pero con la mirada en la renovación constante para lograr mayor sustentabilidad.

En la sangre

Los Halliday mantienen la actividad pionera: la ganadería ovina, pero han incorporado innovación tecnológica, prácticas de inseminación artificial y manejo holístico de pastizales para asegurar una producción sustentable y certificada con los más altos estándares que demanda la exportación de lana y carne.

Mi bisabuelo llegó a estas tierras en 1885”, contó Eduardo, en tiempos del gobernador Carlos Moyano, aprovechando la propuesta del Gobierno Nacional que, para detener el avance chileno en la Patagonia argentina se incentivó la llegada de habitantes a estas tierras, a partir de entregarles una legua de terreno y 500 animales ovinos para su aprovechamiento.

“Él trabajaba en la Compañía Malvinas y le ofrecieron campos en arrendamiento para poblar Santa Cruz. Mi familia se radicó acá, seis meses antes que se formara Río Gallegos” destacó, y remarcó: “Fue de las primeras familias radicadas en la zona. La primera estancia, que ya estaba con hacienda, fue Chimen Aike, hoy Don Braulio”.

“Inicialmente fue The Pozos, la mezcla de los dos idiomas” contó Eduardo, remarcando que su bisabuelo era escocés. Y se llamó así “porque acá cerca había manantiales con agua. De hecho cuando uno ingresa adonde están situadas las instalaciones, observa que está en la base de una hondonada. Forma parte de Hill Station, y explica que recibe ese nombre, porque tanto en Malvinas (donde estuvo Williams, previo a su llegada a Santa Cruz) como en Australia, le dicen station a los establecimientos.

Para cuando el fundador del campo se vino a instalar, la lana era un gran negocio en el mundo. “Con el tiempo se vinieron los frigoríficos y así se transformó en doble propósito”. A lo largo de los años, la carne tomó mayor preponderancia por sobre la lana, a medida que el valor de ésta caía. “Pero vimos que había lana de mayor valor en el mercado, entonces decidimos invertir más en lo que era lana, cambiamos el tipo de animal y seguimos cambiando, aplicando la genética y ahora, nuevamente, estamos apostando a la carne también”.

Invertir para seguir

Vivimos innovando, e invertimos mucho, todas las diferencias económicas que hacemos se reinvierten en la actividad ganadera para producir mejor y no quedar fuera del negocio”. Hoy avanzan en un manejo sustentable con certificaciones que valorizan sus productos a tono con las exigencias del mercado internacional.

FOTOS: LA OPINIÓN AUSTRAL

Como Los Pozos, hay 650 establecimientos ganaderos en Santa Cruz. Los mismos están en manos de 550 propietarios, en su gran mayoría pymes familiares con tradición arraigada. La tecnología de la inseminación artificial es adoptada como una herramienta que permite obtener mejoras genéticas en mucho menor tiempo de lo que se lograría por la vía natural.

“Vivimos innovando y reinvirtiendo en nuestro campo”

El 50% del stock de 2.400.000 de ganado ovino en Santa Cruz, se concentra al sur del río Santa Cruz. Y es donde se encuentran los mejores ejemplares de la ganadería ovina de toda la Patagonia. Desde hace años, se apuesta a la biotecnología para mejorar sus majadas. Tan es así que a fines del año pasado, con apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se creó el Centro Integral de Inseminación Artificial (CIIA) que funciona, incipientemente, en la Sociedad Rural de Río Gallegos.
Es que la mejora genética no sólo permite lana de mayor calidad, sino también animales con mejor peso. Aportando a un mejor rendimiento en los dos pilares de ingresos que tienen los campos. “Es importante saber que la inseminación es una herramienta que permite a los productores lograr los avances genéticos que, por la vía natural, tardarían siete años, en sólo uno”, explicó a Santa Cruz Produce Play el médico veterinario Jorge Santana, a cargo del CIIA.

Silvina en pleno proceso de inseminación en fresco. FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL

En la actualidad, entre los 650 establecimientos ganaderos de la provincia, se produce el 16,9% de la lana fina del país y el 19% de la lana media. Casi en su totalidad es de exportación con entrada a distintos países de Europa, China y Estados Unidos.

La apuesta de Los Pozos

El campo adquirió, como herramienta, la inseminación artificial para hacer crecer las majadas. Silvina Halliday es la encargada de este proceso en Los Pozos, que se lleva adelante desde hace varios años.
“A través de OVIS 21 tenemos acceso a la genética que nos permite mejorar nuestros animales” indicó Silvina. Para lo cual, cada año llega a la estancia un “clasificador” que elige a los mejores ejemplares para poder “avanzar genéticamente en toda la majada”.

Lograr una majada más productiva en carne y con lana más fina es el objetivo. FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL

Para ello “tenemos un stock permanente de 1.500 ovejas madres que es para hacer carneros nada más, y hembras que luego serán las próximas reproductoras”.

A la hora de la inseminación, se asigna el semen de un determinado carnero para hembra específica, por las cualidades que presenta cada uno, y de esa forma se obtiene un cordero “mejorado”.
Cada carnero, en el campo, está debidamente identificado, se lleva una estadística de sus características, el rinde de lana y se manda a analizar el vellón de lana al laboratorio.

FOTOS: LA OPINIÓN AUSTRAL

La estancia trabaja bajo el estándar de Lana Responsable (RWS por sus siglas en inglés). Demuestra que se aplican las mejores prácticas, y es un medio para que las marcas y los consumidores tengan la certeza de que los productos de lana que compran y venden se ajusten a sus valores. Hoy las laneras exigen esta clasificación.

En estas “mejores prácticas” se encuentra el bienestar animal, dando garantías de “no maltrato”. Por lo que a la hora de aplicar la técnica de inseminación, se tienen todos los cuidados. “Semanas antes comenzamos a trabajar con los animales para que se acostumbren, estén mansos, no cabresteen, puedan caminar, y sacarle el salto, sin problemas”, explicó Silvina.

“Esperamos que quede para las generaciones futuras”

“A futuro buscamos tener una oveja más productiva, probablemente vayamos a una ecuación de menos cantidad de animales pero con igual producción”, reflexionó Eduardo. “Que esto quede para las generaciones futuras, por lo que uno tiene que tratar de dejarlo mejor de lo que lo recibió”, concluyó Silvina.

El impacto de la pandemia

En marzo de 2020 el aislamiento social obligatorio, planteado en todo el país por la Pandemia de Covid-19, también llegó al campo. En la estancia Los Pozos, lógicamente, debieron acomodarse a la nueva realidad, en la que sólo podían salir de las instalaciones para hacerse de las cosas básicas.
La pandemia nos afectó sicológicamente” fue contundente Eduardo Halliday. “El encierre, el no poder conseguir cosas” fue muy duro. “Si vivimos aislados, estuvimos más aislados todavía” enfatizó. La peor parte, contó, se la llevaron los trabajadores, “que vienen por la temporada y en el invierno se van a sus casas, y no pudieron regresar”.

Pero económicamente, dijo, “acá nunca se dejó de trabajar, los animales se esquilaron en tiempo y en forma y se hizo todo lo que había que realizar”. En ese sentido, “creo que no nos afectó económicamente la pandemia”, sino la naturaleza. “Veníamos de dos años de inviernos muy malos y dos años más de sequía. No hubo buenas pariciones, ni buena producción de corderos”.

Inseminación: en 1 año lo que se tarda siete

Jorge Santana, médico veterinario del INTA.

“La inseminación artificial es una de las tecnologías bioreproductivas que existe para aplicarla en nuestros campos”, indicó el médico veterinario Jorge Santana, integrante del INTA y a cargo del Centro de Inseminación Artificial, montado en la Sociedad Rural.

“Va de la mano de los planes de mejoramiento genético que se viene trabajando desde el INTA y los productores, a nivel regional” explicó el profesional. “Permite un impacto más rápido en la mejora genética de los reproductores de una majada”.

En el campo, el tiempo es dinero” dijo Eduardo Halliday. Y Santana justamente puso el acento en eso. “Si hablamos de que un eyaculado de un carnero puede servir a una sola oveja, en una sola monta, al utilizar la inseminación artificial en semen fresco, en promedio podemos cubrir a 30 ovejas. Y si se realiza con semen congelado, el número de ovejas a inseminar se puede llegar a elevar a 60”.

De esta forma, “la ganancia genética que a través de la monta natural tarda 7 años, se puede lograr en sólo uno”, resumió.

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