“Nos enfermamos tanto estando ahí adentro que no hay chance de salir, dejamos todo de lado, dejamos la familia, los amigos, todos los vínculos, hasta a los propios hijos, y nos terminamos matando, de alguna u otra forma”, fueron las palabras con las cuales Sofía Ávila describió su vínculo con Juan Manuel Padrón.
Es que, la mayoría de las veces, frases como “salí de ahí” no alcanzan cuando, tal como lo describe ella, se trata de una relación “enfermiza” que, en este caso, duró un año y tres meses.
Sofía habló vía Zoom con La Opinión Austral desde Gens, el centro terapéutico donde se encuentra desde hace un año, en calidad de detenida y con tobillera electrónica por haberle provocado la muerte a su pareja. El rubio fue dejando paso al castaño natural del pelo y en la Capital Federal todavía hace calor, por eso elijó una musculosa para la entrevista.
Cuando hace memoria de aquella etapa de su vida Sofía mira para arriba, revolea los ojos o se muerde el labio, intenta buscar las palabras que mejor encajen con lo que estaba viviendo. Pero sólo quien vivió una relación así sabe lo que intenta transmitir y que las palabras no alcanzan para que el otro comprenda.
Hoy está contenida, limpia de drogas, avanzando en la terapia y con muchos proyectos en mente. Sonríe cuando se le pregunta por ellos y por Jeremías, su hijo, a quien pudo volver a ver durante el mes de enero.
El panorama era completamente distinto hace un año y su cara y semblante cambian radicalmente cuando se le pregunta por esa época.
Juan Manuel Padrón y Sofía salieron un año y tres meses.
Se nota que le resulta complejo intentar poner en palabras lo que pasaba puertas adentro de la vivienda que compartían y los momentos que pasaban juntos. Todo se complejizó con la pandemia, contó Sofía. Pero ¿cómo llegó a esa instancia y esa noche del 6 de marzo del 2021?
La relación empezó en marzo del 2020 y de a poco “se fue desencadenando todo”, contó Sofía. “Al principio fue muy encantador, siempre ofrecía todo y me daba todo a mí. A mí me gustaba estar con él”, detalló sobre el inicio del vínculo.
En terapia lo cuenta y lo trabaja mucho, dice que llora y que tiene miedo. La violencia comenzaba a aparecer y el alcohol siempre estuvo presente, Sofía recuerda que “él tomaba mucho”.
Al principio él fue muy encantador. Me daba todo a mí
En el relato que ella brindó a la Justicia y a este diario, cuenta que era común que Padrón la hiciera tomar pastillas mezcladas con alcohol. “Primero era todo amoroso y pasábamos mucho tiempo juntos, pero poco a poco se ponía muy pegajoso, se quedaba mucho tiempo en mi casa. Incluso mi hijo no tenía espacio para él. Jeremías siempre dormía conmigo, vivíamos los dos solos, y cuando llegó Juan Manuel ya no compartíamos ese espacio”, explicó.
Sofía junto a su hijo Jeremías en una de las visitas a Gens.
“Cuando mi hijo me decía que no estaba cómodo yo callaba, me quedaba Juan Manuel, y lo elegía antes que a otra cosa”, añadió Sofía.
Los cambios sucedieron muy rápido en la relación y todo empezó a empeorar con la llegada de la cuarentena. En ese momento, contó, “mi hijo no aguantó y se fue a vivir con el papá, me quedé con Juan Manuel sola”.
La convivencia entre ambos nunca fue planteada. Sofía la describe como “una invasión”. Despacio, sin decirlo explícitamente y con acciones que sobreponían el deseo de ella.
“Me decía ¿qué querés que te cocine? En lugar de decir hoy me quedo a dormir me decía comamos algo, miremos una peli, o algo así como para seguir quedándose en mi casa. O me decía te invito a tomar algo y yo ya sabía que eso era quedarse a dormir hasta el otro día y al otro día nos levantábamos y me decía ¿qué querés que cocine? y yo ya sabía que eso estiraba hasta la tarde, era así todos los días”, relató.
Cuando mi hijo me decía que no estaba cómodo yo callaba y elegía a Juan Manuel
Con ese accionar la convivencia ya era un hecho que ninguno ponía en duda. Sofía recuerda la época de pandemia y restricciones horarias, cuando los comercios cerraban a las 5 de la tarde.
La rutina era la misma: se levantaban temprano, tomaban unos mates, se iban al mediodía a comprar al autoservicio “mucho alcohol” para tener y almorzaban en su casa o en la casa de la mamá de Juan Manuel. Antes de las 5 de la tarde volvían y buscaban alguna actividad para hacer en la casa, pintar, arreglar el patio o algo, pero “siempre consumiendo”, contó.
Tapa de La Opinión Austral de este 6 de marzo de 2022.
A veces iba algún amigo o vecino a la casa y hacían algún asado. “Pero imaginate estar tomando desde las 5 de la tarde, eran las 12 de la noche y era un montón, nos dormíamos y al otro día era lo mismo”, relató.
Para ese momento la violencia ya estaba instalada. Ella dijo que desde hacía muchos meses antes de la muerte de él, “había empujones, trompadas, cachetazos y todo fue agravándose”. Ya en septiembre la situación fue empeorando. Tal como informó La Opinión Austral el año pasado, Sofía hizo una denuncia por una trompada a puño cerrado en la cara que le dejó un ojo marcado. ¿La razón? Un mensaje que Sofía había recibido.
Se separaron un mes, pero volvieron y planificaron las vacaciones a Madryn, esas que Sofía recuerda una y otra vez y que describió como “horrorosas”.
Había empujones, trompadas, cachetazos y todo fue agravándose
Dice que cada vez que cuenta en terapia lo que vivió con él en Puerto Madryn, llora. A veces le da miedo. “Creo, como terminó todo en realidad pudo haber pasado en cualquier momento de la relación. Ya todo iba a terminar así, en esas vacaciones él me iba a matar”, recordó.
Durante ese viaje peleaban casi todos los días. Sofía tiene pantallazos, imágenes, que describen el caos. “Me veo yo corriendo en la calle sin remera, saltando el portón de la casa. Tengo cuchillos en el cuerpo. En ese momento él había cortado una botella y me la había pasado por el cuello”, contó.
En esas vacaciones Sofía se quedó en la calle una semana” porque él rompió mi celular y mis tarjetas”. Esto aparece en la declaración de testigos que fueron citados por la jueza Rosana Suárez. Estuvo esa semana “con la cara desfigurada y pidiendo ayuda en distintos lugares de la ciudad”.
Matías Gutiérrez y Mariana Barbitta, abogados de Sofía, junto a ella en la clínica.
“No entiendo por qué no tuve miedo en ese momento, no entiendo por qué no tuve miedo a morir. Hoy lo veo después de un año y hoy me da miedo, el miedo lo tengo acá, lloro de miedo, pero en ese momento no. En ese momento me dejó en la calle y yo caminaba sabiendo que lo podía encontrar”, describió.
Sofía, en una frase, sintetizó lo que era el vínculo: “Teníamos una relación muy enferma y yo no podía salir de ahí”.
A rehabilitación entró con un shock “inmenso” donde, según Sofía, pudo aprender a contar lo que le pasaba, a expresar sus sentimientos y emociones. “Acá me enseñaron a hablar, yo no podía”, dijo.
“Caer en la cuenta de que estás en un tratamiento es chocante, a mí me costó meses poder caer en la situación en la que estaba viviendo. Hoy esté donde esté y me toque lo que me toque vivir, voy a estar bien psicológicamente. Trabajando mucho en mí, donde sea que me toque estar voy a estar entera”, cree.
Nunca entendí lo que había pasado. Me agaché… le hablé y empecé a pedir ayuda
La noche que Sofía mató a Juan Manuel, está segura de haber sido atacada sexualmente. “Me tenía en el sillón, boca abajo y me estaba asfixiando. No podía respirar y sé por los dolores que sentía que estaba teniendo relaciones sin mi consentimiento. No sé de dónde saqué fuerzas para zafar porque Juan Manuel era una persona grande. Llegué hasta la mesa donde estaba el arma blanca con la que habíamos cortado el pepino y las frutas para tomar un gin y así fue. Yo nunca entendí lo que había pasado. Me agaché, le sacudía la cabeza, le abrí los ojos, le hablé y empecé a pedir ayuda hasta que llegué a la casa de mi hermana” logró decir haciendo muchas pausas en silencio.
Cuando entró a rehabilitación “estaba en Júpiter”. Los avances en terapia la mantienen proyectando su futuro. Está estudiando inglés y quiere continuar su proyecto de estética, planea también quedarse en Buenos Aires con Jeremías.
El dolor, sin embargo, nunca deja de estar. “Todos los días duele mucho, todo el tiempo duele, duele mi nueva realidad a la que me tengo que enfrentar”, dijo entre pausas.
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