El 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga porque querían un salario igual al de los hombres. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio. Entonces no se conocía la palabra femicidio.
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Actualmente, en nuestro país, el 36% de las mujeres trabaja en negro. Entre los desocupados, ellas superan en un 2,6 a los varones y si trabajan, cobran un 27% menos por la misma tarea.
Hablemos de obstáculos…
El principal factor de la desigualdad de género en el trabajo se origina en la responsabilidad que recae en las mujeres y se conoce como las tareas del cuidado, ¿les suena? Lavar los platos, vestir a los chicos, ayudarlos a hacer las tareas, darles de comer, bañarlos. Todo eso que alguna vez llamaron amor… y era trabajo no pago.
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Las mujeres tienen que romper las barreras estructurales de género para reforzar sus capacidades y alcanzar una vida autónoma, con igualdad en el acceso a los recursos, al reconocimiento y a la toma de decisiones.
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Necesitan empoderarse y aunque esa palabra suene de moda, lo cierto es que siempre los avances en materia de derechos fueron asumiendo primero que existía un orden de subordinación.
Con el Código de Vélez Sarsfield, las mujeres casadas no tenían derecho a educarse sin permiso de sus maridos.
No fue sin lucha que consiguieron un régimen legal del trabajo, la prohibición del despido por embarazo, patria potestad compartida y luego un régimen de coparentalidad igualitaria.
La ley del divorcio, la jubilación para amas de casa, que se sancione la eliminación de toda forma de discriminación hacia las mujeres y que en el Código Penal aparecieran los delitos contra la integridad sexual, la ley de protección integral de las mujeres, contra la trata de personas, el matrimonio igualitario, la identidad de género, el cupo laboral trans, la paridad de género y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo.
Todavía queda mucho por delante. Cada día se comete un femicidio en Argentina y el encierro que impuso la pandemia parece haber recrudecido la violencia contra las mujeres.
Las consultas a la línea gratuita 144 aumentaron alrededor del treinta por ciento, según el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.
Por eso el ocho de marzo es un día de lucha. En un 2021 que está superando el año de la pandemia, la agenda está centrada en quienes pierden la vida por el solo hecho de haber nacido mujeres y desde La Opinión Austral queremos aportar a visibilizar que son las inequidades debajo de la punta de ese iceberg las que sostienen la inequidad en un sinfín de violencias, muchas de ellas todavía invisibilizadas.
La idea de mostrar a mujeres en roles de superación de sus propios desafíos busca generar consciencia en torno a que merecen las mismas oportunidades y acceso a los ámbitos en los que desean desarrollarse.
Ser jueza, campeona de jineteada, artífice de una maternidad deseada o arbitra de fútbol son ejemplos de que es importante creer que no hay nada que por ser mujeres no puedan hacer, pero sobre todo una forma de hacer visible que desde aquel Día Internacional de la Mujer para acá, las barreras seguirán cayendo.
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