Por Belén Manquepi Gómez

bmanquepigomez@laopinionaustral.com.ar

Su nombre circuló durante los últimos días, algunos lo escucharon y se alegraron, otros la denostaron porque la ven como una amenaza al deporte, al deporte más “macho” y más argentino.

 

Es que  esta semana, Mara Stefanía Gomez, delantera platense de 22 años, fue presentada como una de las incorporaciones del Club Atlético Villa San Carlos de Berisso y si las “Villeras” la fichan será la primera mujer trans en jugar un torneo de AFA.

 

Cuando en septiembre del 2019 se presentó el Torneo de Primera División A, habían pasado apenas seis meses del anuncio por parte de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en el que se establecía ocho contratos pagos por club y un aporte económico por parte de la AFA para colaborar con las instituciones en esta primera instancia.

 

Ser Mara

Mara vive con su madre y la pareja, su hermana menor, su cuñado y una sobrina de menos de un mes. Pero en toda su extensión, la familia es amplia, ya que por parte de su madre tiene tres hermanas más y por el lado de su padre, un hermano y una hermana.

 

Sobre cómo fue reconocerse mujer dentro de su núcleo familiar, cuenta a La Opinión Austral: “Mi mamá siempre me acompañó”. Cuando sintió la necesidad de contar con un nombre que realmente la
identificase, con su prima pensaron que Mara era una buena opción como apodo, luego supieron que era un nombre existente.

 

Cuando tenía 16 años, Mara quiso hacer el cambio registral, para lo que necesitaba contar con la firma de su madre y su padre. Enviaron la documentación, pero fue un juez de Chaco, donde vivía su padre, el que le negó la posibilidad de seguir avanzando con un derecho que ya estaba establecido por ley. Tuvo que esperar
hasta los 18 para que en su documento se pueda leer: Mara Stefanía.

 

En la adolescencia, la exclusión se hacía sentir y la desesperación brotaba, el fútbol, dice, le salvó la vida.

 

Fue corriendo, jugando, que comenzó a conocer el deporte y a superarse, se concentró en dejar atrás la agresividad y la discriminación explícita e implícita. En el fútbol encontró un espacio donde hacerse fuerte, donde ser. Su primer equipo fue el barrial de Las Lolitas.

 

“No empezó gustándome, no era algo que tenía pensado, pero me gusta porque es mi terapia, me encanta, conozco mucha gente. Me hace bien físicamente y mentalmente. A mí el fútbol me salvó la vida, literalmente, y es por eso que amo jugar al fútbol”, expresa.

Luego de Las Lolitas, jugaría en Toronto City en la LIFIPA, Iris en la Liga Amateur Marplatense, UOCRA en la Liga Chascomús, Cambaceres de Ensenada, Municipalidad de Ensenada y Malvinas, hasta llegar hoy a Villa San Carlos.

En Defensores de Cambaceres, haciendo lo que más le gusta: jugar al fútbol.

Mara no es la única mujer trans que practica deportes, conoce a otras deportistas que optan por el tenis o el hockey. Justamente, hace dos años, la Defensoría del Pueblo de la Nación resolvió recomendarle a la Secretaría de Deportes de Nación que haga garantizar a la Confederación Argentina de Hockey (CAH) el cumplimiento de la ley de identidad de género para proceder al fichaje de una jugadora trans en la categoría femenina y su habilitación para participar en torneos. Excluida debería quedar entonces la exigencia de medirle el nivel de testosterona a una mujer trans, requisito que estaba incluido en la recomendación sobre género que realizó el Comité Olímpico Internacional en 2015 y que en su momento había utilizado la CAH en correspondencia con la Federación Internacional, condicionando la participación en la categoría
femenina.

 

“Considero que todos tenemos que tener el derecho de poder hacer lo que nos gusta, de poder hacer lo que nos hace bien física y mentalmente. Todos tenemos que poder ser libres de hacerlo”, sostiene la futbolista.

 

Sobre el desarrollo del fútbol, evalúa: “Creo que está en un momento medio, hay cosas que se están conquistando, otras que cuestan un montón y otras que quizás no se puedan conquistar. La sociedad está evolucionando cada vez más y se está liberando”. En La Plata, señala, los torneos de fútbol femenino “son los más visibles”.

 

Entre libros

No todo es fútbol en la vida de Mara. Cursó un año de Abogacía en la Universidad Nacional de La Plata y por el tiempo que le exigía, decidió cambiarse, eligió la Tecnicatura en Enfermería del Instituto Médico Platense. Admite que la elección tuvo que ver con la demanda laboral, pero hoy es una carrera a la que
se adaptó, le gusta y en la que además obtiene buenas notas. Sólo le resta un año y medio para terminarla.

 

“Trato de acomodar los horarios de la Facultad como de los entrenamientos y como trabajo de manera particular (es manicurista) puedo manejar mis tiempos. Es bastante cansador, pero trato de hacer de todo un poco, lo que me gusta y lo que tengo que hacer”, explica.

Mara Stefanía Gomez con la camiseta de Municipalidad de Ensenada, uno de los clubes que integró.

“Estoy buscando un futuro mejor, es difícil conseguir trabajo en mi condición, considero que el estudio es lo único que podría sacarme de esta situación de exclusión”, asevera.

 

La próxima semana, Mara cumplirá su primera semana de pretemporada en su nuevo equipo. El período de inscripción para nuevos fichajes es del 15 al 20 de marzo y por el momento hay que esperar. “Estoy preocupada porque no sé cuál va a ser la decisión de AFA, eso va a verse en marzo, por no tener todavía respuestas. Por otro lado, estoy contenta porque tengo el apoyo de mucha gente, es una manera
de ir acostumbrándome a todo esto que es nuevo tanto para mí como para mucha gente”.

 

El mensaje de Mara es concreto, pide respeto y no sólo para ella, para todos, porque “somos todos humanos” sintetiza. Dejando un mensaje para otros u otras jóvenes que estén atravesando su transición y puedan tener miedo de lo que socialmente implica, dice: “Luchen por sus sueños, todos tenemos que ser felices y hacer lo
que nos gusta hacer. Sea cualquier persona, no tiene nada que ver si son personas trans o cualquier género, sea la persona que fuere y en el ámbito que fuere, no solamente en lo deportivo, que luchen y que busque ser y hacer algo que realmente les guste. Todos estamos de paso por la vida y merecemos vivirla, sin limitaciones, sin discriminaciones y sin exclusión social”.

Leé más notas de Belén Manquepi Gómez