Your browser doesn’t support HTML5 audio
Después de ocho años de riguroso silencio, un lapso que solo puede explicarse en el laberinto de la desesperación o la convicción, los hermanos José y Luis Maillo eligieron a La Opinión Austral para dar su versión de los hechos, por el crimen por el que fueron condenados a prisión perpetua: el crimen de su propia padre.
Desde el pabellón N°1 de la Unidad Penitenciaria Federal N°15, ubicada en el centro de Río Gallegos, lugar donde cumplen una condena de prisión perpetua, han redactado una extensa y contundente carta que hicieron llegar a este periodista en la que que claman por su inocencia y donde también exponen fallas y presiones que, siempre según su versión, cimentaron su condena.
El caso por el que los Maillo fueron condenados ocurrió en noviembre del 2017. Vicente Maillo fue ultimado a puñaladas, para la Justicia, por un sicario que había llegado a Río Gallegos desde la provincia de Buenos Aires.
Para el tribunal de la Cámara Oral en el juicio que se hizo en el año 2021, se trató de un plan pergeñado por Susana Reina, sus dos hijos José y Luis Maillo, María Espiritoso (madre de Susana) y el sicario Christian Etchabarne.
Como se dijo más arriba, los hermanos se encuentran alojados en la Unidad 15, su madre esta en la Alcaidía N°3 también conocida como la cárcel de mujeres, en la calle Paradelo, Espiritoso falleció antes del debate de valoración de penas y el sicario actualmente pasa sus días en la Unidad Penitenciaria N°2, en las afueras de Rio Gallegos.
La decisión de hablar ahora, tal como lo manifestaron los hermanos, no se relacionócon estrategias legales o consejos de abogados, sino con la conciencia de que, en su momento, la opinión pública ya estaba tan formada que cualquier declaración suya resultaba estéril.
“No importara lo que dijéramos los dos hermanos… ya había una opinión formada la cual no la cambiaría nadie“, sostuvieron en una extensa misiva que fue escrita de puño y letra por el propio Luis y que hizo llegar su abogado Francisco Santillán, reconocido letrado que trabajado en numerosos casos resonante en la Argentina. Este pacto de silencio, sin embargo, se quebró esta jornada para enfrentar una realidad que consideran una profunda injusticia.
El contexto de la tragedia es conocido, aunque el hecho preciso que cometió su madre resulta aún “muy difícil de comprender y más aún, seguramente, de perdonar” dijeron dejando entrever que su teoría del caso es que Reina fue quien arremetió contra la vida de su padre, aunque sin muchos detalles sobre como habría sido la mecánica.
Cabe recordar que, durante el juicio del 2021, la estrategia de la defensa daba cuenta que Reina confesó el crimen y se realizó una inspección ocular en la casa donde ocurrió el crimen, emplazada en la calle Zapiola arriba del local Doña Ana.
Luis y José Maillo fueron enfáticos en su carta: ellos nunca, de ninguna manera, compartieron o justificaron tal acción que terminó con la vida del hombre que los había reconocido como propios; todo lo contrario, la rechazaron “totalmente”.
El dolor por la pérdida de su padre es una herida diaria indicaron. Dijeron recordarlo como un hombre “excepcional”, que les enseñó, los preparó para la vida y les “brindó el mundo“, indicaron en la carta. Por ello, consideran una ofensa profunda la idea de que hubieran planeado o participado en su homicidio, un acto que jamás se les habría ocurrido cometer contra quien les dio su amor y su apellido con “enorme orgullo”.
El peso de la imagen y la “usurpación” del apellido
Desde el inicio del proceso, los Maillo sienten que la condena mediática fue inmediata y brutal. Ellos expresaron que fueron “dibujados como demonios”.
Hicieron hincapié sobre los rumores que circularon en el ámbito social y la prensa los retrataron como adictos a la noche, al juego, al gasto excesivo, a las mujeres y a las drogas. Si bien admiten haber cometido “errores, sí, como todos”, insistieron en que estas caracterizaciones no los convierten en asesinos ni en planificadores de un crimen.
El nivel de crueldad, afirmaron, escaló hasta alcanzar la identidad misma que les otorgó su padre: el apellido Maillo. Una persona ha dicho hoy, según la carta, que “supuestamente ‘usurpamos’ el apellido Maillo más de 15 años”, algo que consideraron una “locura total”. Según pudo saber La Opinión Austral, fue en año 2003 cuando, en las instalaciones del viejo Registro Civil de Río Gallegos, en una ala del Hospital Regional, Vicente los reconoció como hijos propios.
Los hermanos desmintieron categóricamente esta acusación, recordando que fue su padre quien tomó la decisión, la cual fue anunciada en una cena familiar donde se mostraron los DNI, tras haber sido reconocidos por el querido comerciante hace 15 años.
El hecho no solo no se ocultó, sino que era “público” y su padre lo decía “con orgullo” indicaron en la carta que escribieron desde la prisión federal. Si la decisión no fue del agrado de “parte de la familia”, era un tema que debieron haber tratado con su padre directamente, quien actuó con “absoluta conciencia y el total dominio de sus facultades mentales” expresaron.
Esta disputa del apellido está íntimamente ligada a la otra punta del tablero: la lucha por el patrimonio. La querella busca declararlos “indignos” expresaron, un término que les resulta sumamente doloroso, no solo por sus “consecuencias jurídicas” que apuntan a desheredarlos, sino por el significado moral.
Los hermanos Maillo aseguraron que no pueden ser indignos si no hicieron ni dijeron nada contra su padre. La herencia, temen, pasará “injustamente, a otras manos que no se lo merecen por el enorme daño que han causado, incluso a la memoria de mi padre”. Negaron haber participado en una “guerra por una herencia” por aquellos bienes que corresponden a algunos autos, una vivienda y los locales comerciales Casa Maillo y Doña Ana.
Los puntos ciegos de la Justicia: Del peritaje ignorado al testigo ausente
El desarrollo de la nota se centró en un severo cuestionamiento al proceso judicial que culminó en la sentencia de perpetuidad. Los hermanos señalaron dos elementos probatorios fundamentales que, a su criterio, demuestran la falta de equidad en el caso.
El primer punto de quiebre se relaciona con José Maillo. Se le imputó el homicidio, entre otras cosas, por supuestamente haber formateado o adulterado un disco de las cámaras de seguridad, luego de poner un cartel de “cerrado por duelo“.
Sin embargo, el testimonio de la Perito Informática de la Policía de Santa Cruz durante el debate oral resultó ser una bomba para esa acusación. La experta sostuvo que el disco no fue formateado ni adulterado, y que se hubieran necesitado software que no estaban al alcance. A pesar de esta prueba técnica-según los hermanos-, José fue condenado a prisión perpetua igual, una decisión que, según los hermanos, fue empujada por la “presión social y la idea que se implantó desde un primer momento”.
El segundo y más álgido cuestionamiento recae sobre la figura de Carolina Nacimento. Los Maillo recuerdan que, durante la investigación, se habló de un plan y de un “supuesto sicario en la ciudad”, y que el nexo habría sido justamente Carolina Nacimento.
Ante esto, formulan una pregunta demoledora: “¿Por qué motivo el tribunal y la fiscalía jamás la llamaron a declarar?“. Su presencia fue solicitada en varias oportunidades. La única explicación que encontraron los condenados es que su testimonio habría “fulminado la tremenda mentira de la querellante y el engaño que había sufrido el ministerio público fiscal”. Para los Maillo, fue una “locura” que se dudara de ella, pero que nunca se le permitiera ser escuchada.
Cabe recordar que Carolina Nacimiento, por aquellos días, tenia una relación de noviazgo con Luis y, en paralelo, sería amiga de Etchabarne. Según el Tribunal de la Cámara Oral este sería la conexión entre el sicario y la familia Maillo pero Nacimiento nunca apareció ante la Justicia.
Además de estas falencias probatorias, los hermanos señalaron un vicio de origen en la defensa. Sus actuales letrados (los doctores Francisco García Santillán y Mosso, a quienes agradecen su lucha diaria), no pudieron comprender cómo los jueces permitieron que un mismo defensor representara en el juicio oral a “una culpable y a dos inocentes”, en relación al litigio que realizó Carlos Telleldín, el reconocido abogado también llamado como “el rey de los sacapresos”; lo que configura una clara “incompatibilidad de origen”. La conclusión de los Maillo es que, al condenar a todos, los jueces se “eximían de esa responsabilidad funcional”.
El grito de inocencia
José y Luis Maillo, hoy condenados a una perpetuidad cuya fecha de salida solo “Dios conoce”, juran que no pasará un solo día sin que luchen por su inocencia. Se niegan rotundamente a admitir algo que no hicieron. Aclaran que, a diferencia de lo que se pudiera pensar, nunca intentaron “dilatar el proceso” ni “ensuciar la cancha” con tácticas deshonestas.
La carta finalizó con una reflexión amarga sobre el sistema judicial argentino. Reconocieron que alguna vez creyeron en la justicia, pero que las resoluciones tomadas en su caso les han convencido de lo contrario: “Ella no es ecuánime para todos y, esto mismo la hace desbarrancar“. Dirían claramente que la justicia no existió en este caso, pues “se ha encerrado a perpetuidad a personas inocentes”.
De igual manera, con una promesa que resuena a resistencia, los hermanos Maillo afirmaron que pelearán legalmente esta causa “hasta el final de nuestros días y el último de nuestros suspiros“. Es la verdad, lo que aprendieron de su padre según dijeron, lo que los impulsa a insistir, a pesar de que el camino que les queda ya no es largo. La carta, fechada en noviembre de 2025, es la prueba de que el silencio, finalmente, no pudo más que la necesidad de gritar por su inocencia.
Leé más notas de Martín Muñoz Quesada
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario