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Por Juan I. Martínez Dodda

Desde que nació, Mariángeles “Marian” del Río estuvo aprendiendo un montón de tareas rurales que, quizás, en algún momento le iban a servir… manejar el tractor, palear nieve y abrir caminos, limpiar aguadas, arrear ovejas… Tiene 34 años, estudió y se recibió de profesora de danza. Y en 2020, repentinamente, le faltó su padre…

Desde entonces, asumió junto a su madre el desafío de hacerse cargo de Ototel Aike, la estancia propiedad de su tío, José Pepe del Río (también del Frigorífico Trelew). Y este invierno crudo, tuvo su gran desafío: salvar las 9000 ovejas del temporal de frío y nieve. Les propongo conocer un poco más de esta mujer fuerte del campo santacruceño.

“Mi historia y mi vínculo con el campo es desde que nací, porque mi papá Carlos del Río, toda la vida trabajó en el campo y yo anduve con él de un lado para otro por todas las estancias donde estuvieron trabajando”, cuenta Mariángeles que, recuerda en diálogo con Santa Cruz Produce: “Cuando pasó lo de mi padre, que no pudo superar un infarto que le dio en plena pandemia en el campo, yo estaba en pareja y viviendo dos semanas en Río Gallegos y dos en el campo, era mayo de 2020 y con mi mamá, sin pensarlo, empezamos a hablar con la gente que estaba trabajando y acomodar lo que sea necesario, así fue como en junio, mi tío y mis primos me propusieron quedarme en la estancia, pensé que no iba a tener otra oportunidad y me quedé”.

Cuatro años después, Marian sigue con la compañía de su madre, Vivian Stigliano, y ella, junto a Simón Avendaño, su marido, es mamá de una niña de dos años, Guillermina.

Marian se hizo cargo de la estancia familiar, tras la muerte de su padre en pandemia.

Mariángeles lideró el equipo, volante de tractor en sus manos, para abrirse y abrirles el camino a través de 25 kilómetros a las ovejas que tenían que llegar hasta el campo de invernada, cerca del mar. Mariángeles del Río es de esas mujeres que cuando hablan muestran fortaleza, desde sus palabras y en el cómo decirlas.

Entre las cosas en las que más ella ve que han evolucionado o que les permite ser más eficientes, destaca la genética “el rinde que tiene la hacienda para los climas que tenemos es muy bueno” y después toda la tecnología que se pueda tener para producir más y mejor, sin olvidarse de lo que se está haciendo en pos de la sustentabilidad, la regeneración, cuidando los pastos naturales para que puedan ser alimento cada año. Mariángeles se encarga de la crianza de las ovejas, la esquila y la venta de corderos que van al frigorífico del propio tío. 

Panorama

“Lo que viene sucediendo en lo climático, en gran parte, tiene que ver con nosotros, es culpa nuestra y si no tomamos conciencia puede ser peor”, advierte Mariángeles. Y sigue: “Los que trabajamos en el campo tenemos que cuidar la tierra para que podamos dejarles algo a las generaciones que vienen, un buen futuro”.

Genética, tecnología y regeneración de pasturas, las innovaciones en el campo.

Siempre pareciera que los del campo hacemos todo mal, pero la verdad es que ponemos todo lo mejor para que todos podamos comer y abastecernos de alimentos“, enfatizó. En este sentido, consideró que “el negocio va… pero podría estar mucho mejor”.

La pequeña Marian junto a su padre aprendiendo la señalada.

Aún así, con todo lo que fue la “nevada del siglo”, Marian compartió con SCP que en la entrada de hacienda que hicieron en septiembre para pelar ojos, vieron, con agrado, que “la lana no está quebrada, y las ovejas tienen buena condición corporal, se la bancaron como unas campeonas“.

En la estancia no hacen esquila pre parto, por lo que recién harán la esquila de verano en noviembre y enero.

Mujer rural

Consultada sobre cómo le ha ido siendo mujer en un medio rural más “colonizado” por hombres, Mariángeles contó que “muy difícil, al principio, muy complicado“. “Cuando estaba mi papá yo no me metía mucho, siempre andaba, me conocían porque era la hija de Carlos del Río, iba a la Rural y a todos lados con él, pero no me metía en las tareas”, recordó.

Tres generaciones: Vivian Stigliano, Mariángeles y su hija Guillermina.

“Mi papá era muy estructurado, sabía qué y cómo hacerlo, generaba respeto en el resto, yo, como mujer hoy estoy mejor, pero pasé muchas lágrimas, porque no soy tan estructurada como mi papá, cambié varias cosas y eso cuesta, de todos modos, estoy sumamente agradecida con mi familia, los que me apoyan en la estancia, mi madre, mi pareja, mis suegros, mis primos y tíos que me dieron este lugar”, contó. Y cerró: “No es nada fácil ser mujer en el campo, siempre hay alguno que, sin saber de vos, piensa ´esta no sabe nada´ pero bueno, yo no soy de rendirme fácil y acá estoy, y el equipo con el que trabajo hoy es muy bueno”.

Lo que siempre recalca es que “sin un buen equipo no se puede, sin equipo no hay campo”, por eso, está agradecida a la gente que forma parte de Ototel Aike, porque a pesar de que haya sido, quizás, difícil tener una mujer de encargada lo asumieron y, con respeto, fueron avanzando juntos.

En cuanto a los desafíos que se vienen, Mariángeles del Río reflexionó que “las metas las ponemos nosotros mismos, si no tenemos desafíos nos aburrimos“. “Yo este año estoy feliz, nunca había trabajado con la nieve y pudimos sortear lo que se nos puso adelante, aprendí mucho, creo que los desafíos están para que nos sintamos vivos, probarse y ver si uno está preparado para lograrlo”.

EN ESTA NOTA Campo ganaderia Ovejas

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