Desde que el 21 de abril se confirmó el fallecimiento del papa 266 de la Iglesia Católica, las acciones, las enseñanzas, los recuerdos y las anécdotas de Francisco, el pontífice, pero también de Jorge Bergoglio, el cardenal, circulan casi ininterrumpidamente a través de los medios de comunicación y redes sociales.

Desde Río GallegosJuan “Chili” Obando escribió y compartió en sus redes sociales un texto al que decidió titular: “Te odio, Francisco”.

La publicación realizada el viernes pasado tuvo -hasta el momento- más de 5 mil reacciones y 70 comentarios. Además, fue compartida 18 mil veces.

“Me animé a profundizar mucho de la vida de Francisco y me quedé corto porque estamos hablando de 12 años de papado”, reconoció Obando en los estudios de radio LU12 AM680.

Sobre el titulo del escrito, con el que algunos se quedaron sin haber leído el texto, señaló “no fue una idea de marketing para que pegue, suelo escribir y es la primera vez que pasa esto, me sorprendió“.

“Fue mi homenaje, se me fue de las manos, se viralizó a un texto que le di ‘enter’ y de golpe me escribían personas de distintas partes del mundo”, comentó sobre la repercusión.

“Si bien la muerte purifica, el papa además era buen tipo. Pese a eso, hubo gente que lo odió, lo odió por cómo pensaba, por cómo miraba el mundo, porque no vino a Argentina”, repasó Obando.

Comentó que le animó a preguntarle al papa al respecto logrando saber que “en 2016 estuvo muy cerca. El plan que tenía era venir a Argentina y a Chile, pero en Chile tuvieron que adelantaron las elecciones y él era muy cuidadoso con esas cosas”.

Francisco también fue señalado por, supuestamente, ser peronista. “Él nunca dijo si era de algún partido político y puedo dar fe que era peronista, simplemente porque la doctrina social de la iglesia se asemeja a algunos partidos políticos“, mencionó sobre algunos de los temas que fueron mencionados en su texto.

Extracto de una carta de Francisco dirigida a “Chili” Obando.

“Tenemos que comprender que Jorge Bergoglio cuando se convirtió en papa Francisco fue mundial, hay cosas que tomamos como normal porque somos así. Rompió todo tipo de protocolos, yo digo: ‘Te odio porque no comías con los príncipes’ como se reconoce a los cardenales, y él comía con los empleados”, ejemplificó sobre algunos de los gestos que caracterizaron su papado.

Hizo grandes cambios, los que pudo hacer, la Iglesia Católica tiene más de 2 mil años, no puede hacer tantos, pero hizo muchos”, valoró.

Entre cartas y llamadas

“Chili” Obando no conoció en persona a Francisco, pero sí tenía comunicación con él. “Tuve la oportunidad de hablar con él a través de amigos en común, por teléfono y por carta, tuve la bendición de hablar mucho con él y por eso quizás sufrí bastante su muerte”, manifestó el director de Cáritas Diocesana.

“Recibía cartas cada tanto o llamadas, primero pensé que eran algunos amigos que se estaban burlando, yo soy ‘católico apostólico romántico’, soy el chiste porque soy el que va a la iglesia. Más de una vez pensé que era broma y fue con las cartas y los llamados que me di cuenta que era él, llamaba de un número desconocido entonces no sabías si era el papa o te estaban llamando para ofrecerte un cambio de compañía telefónica“, comentó entre risas.

Sobre cómo fue para él recibir la noticia del fallecimiento de Francisco, contó: “En las primeras horas de la mañana lo lloré bastante, después me lavé la cara, tenía que ir a un comedor. El mejor homenaje que uno le puede hacer es que la cosa funcione, ir a seguir ayudando a los hermanos mas pobres”.

“Después me puse a ordenar las ideas que tenía, eran retazos de líneas que me fueron surgiendo y armé un texto, salió lo que salió”, manifestó. “Uno lo hubiera querido ver eterno”, reconoció.

Un papa distinto

Jorge Bergoglio fue elegido papa el 13 de marzo de 2013. Sobre aquellos años, Obando reconoció que la posibilidad de que el papa fuese a ser argentino “parecía más lejano que ahora. Ahora los candidatos no son solo italianos, antes era italiano o europeo. Francisco abrió puertas y ventanas que difícilmente se van a poder cerrar“.

“Fue una alegría total. Se celebró como un mundial, hay gente que salió a festejar y a los pocos meses se celebró la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, con el grupo de jóvenes y fue una locura“, recordó.

Francisco trascendió más allá de la Iglesia Católica, fue un líder mundial y se animó a sectores que la Iglesia no se animaba a meterse, él estuvo ahí”, destacó.

Consultado sobre cómo se lleva el día a día en Cáritas Diocesana, que abarca a las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, sostuvo: “El panorama está complicado. El homenaje al papa Francisco es seguir trabajando“.

Sobre cuáles son los mensajes del papa que más lo acompañan, citó uno de los cuatro principios de Francisco para la construcción de un pueblo: “El tiempo es superior al espacio” y otros mensaje que le dejo, “Dios es más grande”. “A mi me sirvió mucho, significa que Dios es más grande que esta crítica o este momento de conflicto”, explicó.

“Sigo invitando a toda la comunidad a que sigan viendo cosas de él porque cada día van a descubrir algo nuevo. Fue a Irak, estuvo en el Capitolio de Estados Unidos y habló de humanidad, pienso que con el tiempo lo vamos a valorar mucho más“, concluyó.

“TE ODIO, FRANCISCO”, la carta de “Chili” Obando

Te odio, Francisco, porque no fuiste un Papa, fuiste un escándalo.

Porque cuando todos esperaban un monarca, vos apareciste con olor a calle y a Evangelio.

Te odio porque te bajaste del trono de Pedro y te subiste al bondi con nosotros.

Te odio porque no quisiste vivir en un palacio.

Porque elegiste una piecita chiquita en la Casa Santa Marta, como si la humildad fuera la única corona que te interesaba.

Te odio porque comías con los empleados y no con los príncipes de la Iglesia.

Porque abriste las puertas del Vaticano y dejaste entrar el barro de la humanidad.

Te odio porque te llamaste Francisco, como el loco de Asís.

Y los locos, Francisco, nos desordenan el alma.

Nos hacen ver que el amor no es cómodo, ni diplomático, ni tibio.

Te odio porque no hablaste como un Papa, hablaste como un abuelo sabio que acaricia con las palabras y sacude con el ejemplo.

Te odio porque antes fuiste Jorge.

Ese cura del subte, del mate compartido, de los pies lavados en las villas.

Te odio porque no te importaba caerle bien al poder, te importaba que el pobre no cayera del mundo.

Te odio porque metiste presos a cientos de pedófilos y echaste a cardenales corruptos, sin miedo, sin cálculo.

Te odio porque te animaste a limpiar la casa por dentro y eso duele.

Te odio porque dijiste lo que nadie se animaba a decir.

Te odio porque no viniste a Argentina.

Porque nos dejaste con las ganas.

Porque nos obligaste a amarte a la distancia como se ama a los que duelen.

Te odio porque sos peronista.

Y te odio más porque jamás te disculpaste por eso.

Porque tu política era el Evangelio, y eso sí que incomoda.

Te odio porque nos pediste que cuidemos a los viejos y a los niños.

Porque nos hiciste mirar a los costados, cuando preferíamos mirar para arriba.

Te odio porque nos sacaste de la comodidad de las parroquias y nos empujaste a salir, a embarrarnos, a ir al encuentro.

Te odio porque le diste valor a los pequeños gestos.

A ese “buen día” al portero, al “perdón” en casa, al abrazo que llega antes del juicio.

Te odio porque nos invitaste a soñar siempre, y eso es peligroso.

Porque los que sueñan no se conforman.

Te odio porque hiciste de la misericordia tu bandera.

Porque abriste las puertas del Jubileo y nos dijiste que el perdón es un derecho divino, no un premio de los buenos.

Te odio porque abrazaste a los presos, lavaste sus pies, y dijiste que nadie está perdido para siempre.

Te odio porque en Lampedusa lloraste por los migrantes muertos en el mar.

Porque lanzaste flores al agua como quien pide perdón por todo lo que no hicimos.

Te odio porque dijiste que el Mediterráneo se convirtió en un cementerio, y nos dolió.

Te odio porque nunca te diste por vencido.

Porque con 88 años, en silla de ruedas, seguías viajando, hablando, amando, denunciando.

Te odio porque hiciste más con un pulmón solo que muchos con el cuerpo entero.

Te odio porque nombraste cardenales de los márgenes: de los barrios, de África, de Asia, de la periferia.

Porque volviste a decirnos que el centro está en las orillas.

Y te odio porque nos diste vuelta el mapa.

Te odio porque te arremangaste en el Sínodo y escuchaste más de lo que hablaste.

Porque no tuviste miedo de abrir debates, ni de que la Iglesia se parezca al pueblo de Dios, con sus dudas, sus búsquedas, sus heridas.

Te odio porque fuiste a lugares donde nadie iba.

Porque fuiste el primer Papa en pisar Irak.

Porque en Filipinas reuniste la multitud más grande de la historia, y no fue por vos, fue por la esperanza que llevabas.

Te odio porque hablaste en el Capitolio de Estados Unidos y les recordaste que los inmigrantes también tienen rostro y nombre.

Porque en la ONU no hablaste de geopolítica, hablaste de humanidad.

Porque cuando decías “no a la guerra”, yo sentía que me estabas hablando a mí, no a los líderes, sino al tipo común que ya se había resignado.

Te odio, Francisco, porque me hiciste volver a creer que la Iglesia puede parecerse a Jesús.

Porque nos mostraste que el poder, si no sirve, no sirve para nada.

Porque nos dejaste una Iglesia con olor a Evangelio, no a naftalina.

Te odio porque sonreías con los ojos.

Y eso desarma a cualquiera.

Porque en medio del barro,

en medio de tanta miseria y tanto miedo,

vos encontrabas ternura.

Y eso… eso también salva.

Te odio, Francisco,

porque abrazaste a los gays,

a la comunidad LGTB,

a quienes siempre fueron dejados al margen.

Porque cuando todos les daban la espalda,

vos abriste los brazos.

Y no preguntaste cómo vivían.

Preguntaste si sabían que eran amados por Dios.

Te odio, Francisco…

porque te hiciste querer con una fuerza brutal, de esas que no se olvidan.

Porque nos mostraste que el amor verdadero incomoda, desinstala, exige.

Te odio porque tu muerte no es ausencia, es desafío.

Te odio porque ahora te volviste semilla.

Y las semillas, Francisco, ya sabemos lo que hacen:

se entierran, duelen, desaparecen…

y después revientan en vida.

Ahora te odio, Francisco,

porque ya no puedo mirar el mundo sin preguntarme

qué harías vos si estuvieras acá.

Y lo peor, Francisco…

es que me dejaste con la respuesta.

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