Nacido el 23 de febrero de 1915, Jorge Cepernic ingresó al mundo de la política casi por casualidad, ayudando a gente que lo necesitaba.
Fue una de las figuras más importantes de la historia de Santa Cruz, provincia que gobernó poco más de un año, debido a una intervención federal ordenada en nuestro territorio en el año 1974.
Con el Golpe de Estado de 1976, los militares lo castigaron y estuvo encarcelado casi cinco años y medio por haber contribuido con los realizadores del film La Patagonia Rebelde.
Se casó con Sofía Vicic, compañera de toda la vida.
Jorge Cepernic fue un gran político santacruceño.
Falleció el 18 de julio de 2010 a los 95 años de edad, dejando un enorme legado, basado en el respeto a los semejantes y el amor incondicional por esta tierra, que supo recorrer en auto, a caballo o a pie.
Jorge Cepernic nació el 23 de febrero de 1915.
Jorge y Sofía se casaron en el año 1943.
Historias que no se olvidan
Cepernic dedicó gran parte de la primera etapa de su vida a la actividad ganadera y no fue hasta cumplir 40 años que comenzó a volcarse a la política.
Si bien se sentía identificado con el gobierno de Juan Domingo Perón, él mismo contó en una entrevista a la profesora e historiadora Alicia García que su pasividad estaba relacionada, por un lado, con el tiempo que le demandaba su trabajo, y por otro, porque los pobladores “no tenían ninguna clase de derechos cívicos, éramos algo así como extranjeros en nuestra propia Patria”.

Pero luego, en el año 1955, la llamada Revolución Libertadora derrocó a Perón, y por esas cosas que tenía la vida en el sur, y sobre todo en el campo, Jorge se enteró 15 días después.
Incrédulo, regresó a la ciudad para saber más, y fue entonces que un episodio terminó de marcarlo a fuego: cenando en su casa recibió la visita de un grupo de mujeres encabezado por Ada “Pochola” Álvarez, quien le contó que querían hacer una misa para el 17 de Octubre pero no encontraban respuesta favorable en ningún lado.
Regía el Estado de Sitio, habían pasado algunas semanas de aquél 16 de septiembre que inició otra dictadura cívico militar en el país. Parecía imposible interceder ante alguien para lograr el objetivo. Pero Jorge pudo conseguirlo, y la misa resultó multitudinaria.
Según cuenta el profesor Miguel Auzoberría en el libro “Los Días de Cepernic” (Editorial Dunken-2014), a partir de allí “Jorge Cepernic se iría convirtiendo en un reconocido dirigente del peronismo en Santa Cruz, por el sólo hecho de comprometer su palabra ante esas mujeres que querían hacer una misa por el 17 de Octubre en el mismísimo año 1955″.
También, en un tramo de la entrevista realizada por el periodista Pablo Beecher en junio del año 2000 para Historias del Domingo (La Opinión Austral), Cepernic contó cómo fue alternar su actividad en el campo con la política.
“A partir del año 1945 me apasionó la presencia de Perón en el panorama político nacional y la doctrina de la Justicia Social. Era una época en que los nativos de los territorios nacionales no participaban de las elecciones a nivel nación al igual que las mujeres que no podían votar. En el Partido fui asumiendo distintas responsabilidades hasta ser presidente del Partido Justicialista. Más tarde fui elegido candidato a Gobernador de la Provincia y triunfamos en las elecciones el 11 de marzo de 1973. Nuestro gobierno fue intervenido y años después, el Golpe de Estado puso fin a los mandatos democráticos”.
Aunque antes de llegar a ser gobernador, y tras los episodios ocurridos en el país desde la Revolución Libertadora, la proscripción del peronismo generó también en nuestra provincia que los militantes más activos se reunieran durante muchos años en la clandestinidad. Y Jorge no fue la excepción.
Su vínculo con Osvaldo Bayer “Don Jorge”
En un sentido artículo difundido tras el fallecimiento de Jorge, el escritor e historiador Osvaldo Bayer (1927-2018), rememoró cómo conoció al ex gobernador: “Fue en 1970. Viajé a Santa Cruz para iniciar la investigación de las huelgas rurales de los años 1920-22 (…) Me lo presentó el doctor Paradelo, hijo de quien había sido gobernador santacruceño en el año ’58. Me dijo: ‘Don Jorge Cepernic, santacruceño hasta la médula de los huesos, hombre del campo y la ciudad, él te va a relatar toda la verdad’.
Y fue así. Me recibió como a alguien que hubiera esperado muchos años. Se maravilló de que a uno de Buenos Aires le interesara revisar la historia patagónica. Y se puso a mi disposición. ‘Le voy a presentar a todos los que viven todavía de esa época’, me dijo. Y, con tiempo, me preparó un programa de viajes por el interior de la provincia. El mismo me iba a llevar en su autito Fiat 600. Y lo hizo. Anduvimos kilómetros y kilómetros.
(…) En ese viaje me di cuenta de la amplitud de ese hombre. Cómo comprendía el porqué de las huelgas y que lo que exigían era muy poco. Además, para él, siempre fue inexplicable la orden dada por el presidente Yrigoyen al teniente coronel Varela, con la pena de muerte por ‘subversión’ a quien se resistiera a la orden de volver al trabajo.
(…) Ese hombre, años después de nuestro encuentro, fue elegido gobernador de Santa Cruz en las elecciones de 1973 –aquellos comicios nacionales en que se consagró presidente a Cámpora– con amplia mayoría. Es que todo el mundo lo conocía a don Jorge: honrado, humilde, hombre de la tierra que siempre había vivido en su provincia, que salió a la protesta cuando vio injusticia en su sociedad y que hablaba de su paisaje, del que me dijo varias veces: ‘A esto hay que convertirlo en un paraíso real para la gente’. Don Jorge“.
Jorge como gobernador en 1973, junto a sus ministros Gercicic, Eduardo Ríquez, Carlos Porto, David Clotet, y OSvaldo Topcic.
Foto más actual en el tiempo, participando de un acto de gobierno.
Jorge Cepernic.
1976, el inicio de otra pesadilla
Durante los primeros meses de la última dictadura militar muchos políticos, militantes y estudiantes fueron arrestados. La historia es conocida. Y Jorge fue uno de ellos. Estaba al tanto de lo que pasaba, aunque recién comenzaba todo. Se encontraba en Buenos Aires y en el fondo intuía que en algún momento podían detenerlo. Finalmente, eso ocurrió el 29 de agosto de 1976 mientras junto a otra persona presenciaba en el cine la película “Tora, Tora, Tora” basada en el ataque de la Armada Japonesa a la base militar norteamericana (en Hawái) de Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial.
Un grupo de civiles fuertemente armados irrumpió en la sala. No hubo nada que hacer, y de allí fue llevado a una comisaría cercana, hasta que días después fue trasladado al penal de Magdalena, donde permaneció junto al ex gobernador de La Rioja, Carlos Menem; los ex gobernadores de Mendoza y San Luis, e incluso junto al doctor Jorge Taiana, padre del actual senador.
Para los militares, Jorge figuraba como de “extrema peligrosidad“. A diferencia de otros, estuvo preso más de 5 años. Aunque aún “liberado”, quedó bajo custodia en su estancia de Lago Argentino donde tres policías “compartían” su casa. Eso fue embraveciendo a Jorge con el paso de las semanas, a tal punto que un día directamente decidió escapar a caballo hasta la comisaría para plantear que quien estaba detenido era él, no su familia. Así que se quedó allí, en la dependencia policial, mientras las fuerzas lo buscaban por todos lados.
Si bien la historia tiene aspectos hasta disparatados, lo concreto es que derivó en que la custodia continuara su trabajo, pero en las afueras de su domicilio.
Jorge rodeado de jóvenes.
Foto extraída del sitio que lleva el nombre del libro “Los Días de Cepernic”, del profesor Miguel Auzoberría.
Epílogo
Una vez culminado el proceso militar, Raúl Alfonsín asume la presidencia de la Nación. Arturo Puricelli se convierte en gobernador de Santa Cruz y el hijo de Jorge, Marcelo Cepernic, es electo intendente de la ciudad capital.
Marcelo estuvo siempre activo buscando la manera de que los militares dejasen en libertad a su padre, y en ese camino encontró un montón de gente relacionada con la política que le dio una mano.
Pero el regreso de Jorge a la escena política ya no sería la de antes. O no sería tanto como años atrás. La dictadura comenzaba a dejar secuelas y su vida de a poco fue llevándolo nuevamente a las actividades en el campo.
Si bien nunca desapareció de la escena política, lo que venía comenzaba ser otra parte de nuestra historia.
Hijo de Mateo Cepernic y Elena Mihaic, pareja de croatas que se conoció en nuestra ciudad, Jorge estudió en la Escuela 1 y el Colegio Salesiano. A las tareas rurales se dedicó junto a sus padres y hermano Antonio. También le gustaba la carpintería y la aviación, realizando el curso de piloto en Buenos Aires en 1934.
Fallecido su padre, se dedicó a la administración de la estancia y se casó el 21 de junio de 1943 con Sofía Vicic, reconocida docente, escritora y pintora. Nacieron Jorge Marcelo y Mónica.
Hoy se cumplen once años de su fallecimiento. Y sin dudas, Jorge. “Don” Jorge Cepernic, para muchos que lo conocieron, fue ese gran político santacruceño.
Jorge y Sofía conformaron una de las parejas más reconocidas.
Junto a sus hijos Marcelo y Mónica.
Jorge Cepernic.
Ejerciendo su derecho cívico, siempre.
Algunas historias contadas por Jorge Cepernic a Pablo Beecher para el Suplemento Dominical de La Opinión Austral (año 2000)
Sobre el viaje a la tierra de sus padres. “Hace diez años viajé a Croacia con mi esposa Sofía para conocer el hogar de mi padre y pensé que me encontraría con una familia empobrecida por tantas guerras que sufrieron durante el siglo XX y decidimos llegar hasta Postira en autobús y no en vehículo alquilado, para no ostentar: «¿Cómo voy a llegar en auto si mis pobres primos, a lo mejor, todavía andan en burro?», pensé. Sin embargo nos encontramos con un caserón de piedra blanca propiedad de mi primo Mateo y lujosos automóviles en el garaje. Ellos, después de la Segunda Guerra Mundial, se dedicaron a la actividad turística, sin descuidar los viñedos que conservaban desde hacía dos siglos. Admiro la capacidad que ese pueblo tuvo para reponerse y pienso cuánto deberíamos aprender de ellos.
Sobre los tehuelches: “La tropilla de yeguarizos que había en Rosita era de gran interés para los tehuelches de Camusu Aike que se dedicaban a comprar yeguarizos para amansarlos y luego venderlos. Un verano los indios vinieron y negociaron con papá los 50 yeguarizos a cambio de doce caballos mansos. Los tehuelches fueron con sus mujeres al puesto donde los esperábamos para canjear los animales y debieron pasar la noche en el lugar. Nosotros les ofrecimos a las mujeres que pasaran la noche dentro del puesto, pero no aceptaron y recuerdo que durmieron a la intemperie con sus cueros y pieles.
Nos sorprendía ver a los tehuelches aún con sus prendas típicas y escucharlos en su lengua y no éramos conscientes de que estábamos viendo a los últimos pobladores de la raza nativa, algo que aún me duele”.
La Bajada de Míguez: “Recuerdo que para subir el último tramo de la primitiva huella de carretas de la Bajada de Míguez, en Lago Argentino, debíamos bajarnos del Ford a bigotes y solamente quedaba mamá a bordo, para que nosotros empujáramos cuesta arriba. Años más tarde con mi hermano Antonio transportábamos los fardos de lana en el camión Chevrolet cuatro cilindros y para trepar esa misma huella, atábamos con cadenas un enorme taco de madera que se arrastraba por atrás de las ruedas traseras del camión para que nos frenara en caso de faltar potencia al motor porque de lo contrario no había forma de frenar tanto peso y se corría el riesgo de desbarrancarse”.
La calefacción: “En el campo de estancia Rosita había mucha mata amarilla, de manera que durante el verano se arrancaba la mata que estaba seca y en el camión se transportaba a la estancia donde hacíamos grandes parvas de mata que se aprovechaba para las estufas. Una vez que comenzó a explotarse la mina de carbón de Río Turbio, el estado solicitó a quienes tuvieran transportes que colaboraran llevando durmientes y materiales desde el puerto de Gallegos hasta Río Turbio y a cambio se podían retirar toneladas de carbón, que los operarios cargaban a pala en Mina 1. Antonio y yo nos dedicamos a esta modalidad usando un camión Ford-600 que llevaba aproximadamente 20 toneladas y abastecíamos la estancia de carbón por varios meses. Esta cantidad era la que usualmente utilizaban los pequeños establecimientos como el fundado por papá”.
Jorge en medio de la nieve invernal.
Jorge Cepernic, de cómo pasar de ser la bestia negra al león herbívoro
(Por Miguel Auzoberría)
Profesor Miguel Auzoberría.
“Debo reconocer que en todos los actos protocolares del gobierno siempre soy el primer invitado de honor. Es como regalarme una golosina”, le decía don Jorge Cepernic al periodista Osvaldo Mondelo en 1998, “Esto me hace sentir que me jubilaron”. Y tenía razón él había encarnado en la provincia de Santa Cruz el proceso revolucionario que movilizo a los sectores juveniles en la Argentina, tras el retorno de Juan Domingo Perón. Hasta ese momento el dirigente político santacruceño que había logrado la mayor trascendencia nacional, sólo tenia reconocimiento fuera de su provincia, aquí el peronismo oficial lo raleaba e intentaba tenerlo lejos.
Sin dudas en la sociedad de Santa Cruz, a pesar del regreso al régimen constitucional seguía presente, el discurso instalado por la dictadura, del “en algo andaría”, “el subversivo”, la caracterización que le dieran en su momento de “el hombre más peligroso al sur del rio colorado”. Los siete años de cárcel sufridos por don Jorge Cepernic, parecían no haber sido suficiente para saldar esa experiencia de los setenta. De aquellos tiempos que paso a ser un hombre honesto, de trabajo, hombre del campo, peronista de la resistencia, a ser el “expropiador de campos de la corona”, a ser el gobernador rodeado – y manejado – por jóvenes radicalizados.
Aquellos que durante su gobernación le pusieron palos en la rueda, los que sacaban solicitadas denunciado “infiltrados” en su gobierno, los que mandaban telegramas a López Rega acusándolo de “no ser peronista”, de cuanta cosa se les ocurriera, apenas si se atrevían a mirarlo a los ojos, y esbozar “disculpas” por los pecados de juventud, ubicando todo en una nebulosa explicación de que así fueron aquellos años, fue inexperiencia.
Todos mostraban arrepentimiento, pero seria mejor que don Jorge se quede en su casa, era la idea del peronismo santacruceño. Mientras él, era requerido en actos o en proyectos en Buenos Aires, como cuando estuvo al frente del Diario La Voz, a mediados de los ochenta, el diario que Vicente Saadi había impulsado y que se decía financiado con dinero de los montoneros, al que nadie le daba el cuero para poner la cara en semejante proyecto con ese San Benito encima, solo un valiente: Jorge Cepernic, el resto de los políticos de aquellos años le duraba el terror y lo transformaban en oportunismo y especulación.
De todos esos años, Jorge Cepernic conservo ese reconocimiento que le dispensaran fuera de su provincia, los reconocimientos que hasta el último día de vida le brindaba Osvaldo Bayer en cada oportunidad que tenía; las fotos personalidades de la política nacional e internacional; con Oscar Alende, con Adolfo Pérez Esquivel, con el mismísimo Fidel Castro en la Habana.
Por la oficina que tenia en su casa, donde vivió toda su vida, don Jorge recibía visitas de cualquier rincón del país, de viejo militantes de los setenta que querían conocerlo, siempre los recibió amablemente para hablar de política. Los últimos años de su vida tuvo un mayor reconocimiento por parte de los santacruceños.
El 18 de julio de 2010, falleció ese hombre que fue considerado una mala palabra en Santa Cruz, el que tenia una orden firmada por la intervención federal en el ’74, que si pisaba el suelo provincial había que proceder a su detención. Ese hombre en varias décadas dejo de ser la “bestia negra del peronismo santacruceño” para transformarse en un “león herbívoro” como se autodenominará Perón a su regreso del exilio.
La Opinión Austral recogía las palabras en su despedida: “Sencillez, llaneza, actitud, consejo, peronista, militante, solidario, trabajo, lucha, lealtad, ejemplo, pionero, fueron algunas de las palabras utilizadas por quienes se acercaron a acompañar a la familia y amigos en la noche del 18 de julio”. Seguramente que sinceras, aunque nadie se atrevió de pronunciar la palabra: Perdón.
Miguel Auzoberría: Docente e Investigador de la UNPA.
Autor: “Los días de Cepernic. Una historia del peronismo de Santa Cruz”
www.cruelenelcartel.com
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