Lic. Natalia Pelizzetti (*)
“La nostalgia pide copas y las copas piden tangos?” C. Bahr
Luis D. Salamone, autor de este texto, encuentra en el tango, expresión cultural que surge a finales del siglo XIX, un vehículo por medio del cual se toma para olvidar, se busca en algunos la alegría, el compartir con amigos, pero se revela como trasfondo el dolor?
La función más clásica del alcohol es, por supuesto, la que aparece recurrentemente en los tangos. En “Destellos” (música de F. Canaro y letra de Caruso el sujeto levanta una copa de champán para “ahogar hondas penas” que lo matan y se resisten a dejarlo, y aprovecha para invitarnos: “los invito conmigo a beber, que bebiendo se habrán olvidar los destellos de amores perdidos que suelen los ojos de llanto nublar”. Este desplazamiento recurrente, de la embriaguez del amor, de haber bebido de esos labios rojos al champagne? el sujeto se dispone a olvidar, sin embargo en el fino cristal de la copa se refleja la boca que tantas veces besó.
Unos de los tangos más versionados es “Nostalgias” (J. C. Cobian musicalizó la letra de E. Cadícamo) y comienza con el sugestivo: “quiero emborrachar mi corazón, para apagar un loco amor, que más que amor es un sufrir?”. El pensamiento se vuelve obsesivo, pero paradójicamente, cuanto más procura el sujeto borrar su obstinación, más retorna el recuerdo. “Otro a su lado, pronto, pronto le hablará de amor”. Entonces? “si las copas traen consuelo, aquí estoy con mi desvelo para ahogarlo de una vez”. Y por más que emborrache el corazón, lo que busca es brindar “por los fracasos del amor”.
Puede resultar muy curiosa esta fórmula: brindar por los fracasos. Lo interesante es que, a la vez el sujeto busca borrar esa experiencia insoportable, en ese mismo acto, queda confrontado inevitablemente a la misma. De la nostalgia el sujeto no logra salvarse ni con el alcohol.
“Cafetín” (música de A. Glavan y letra de H. Expósito) expresa que el sujeto anclado en el pasado no quiere saber de su fututo, el vino le permite vivir en la nostalgia y el destino se desdibuja. En esos cafés los sujetos buscan su borrachera; en el caso de “Cafetín de Buenos Aires” (música de M. Mores y letra de E. Santos Discépolo)? sobre las mesas lloró el desengaño conoció las penas, y se entregó sin luchar, bebiendo los años. Se observa el valor anestésico que tiene la bebida.
“Esta noche me emborracho” (música y letra de Discépolo) es un tango que apela al humor para describir un viejo amor que es reencontrado tiempo después, pero ella ha cambiado demasiado: “sola, fané, descangayada, la vi esta madrugada salir de un cabaret; flaca dos cuarto de cogote y una percha en el escote bajo la nuez; chueca, vestida de pebeta, teñida y coqueteando su desnudez?” se describe la imagen misma de la venganza del tiempo, que convierte en un desecho lo que uno ha amado. Entonces, le ha hecho tanto mal ese encuentro que decide emborracharse para no pensar. Buscar la posibilidad de “no pensar” es una función muy común, tanto en el uso que se hace del alcohol como de otras sustancias tóxicas, particularmente en sujetos obsesivos para los cuales el pensamiento resulta tormentoso, el alcohol sirve para aplacar y desacelerar ese torrente de pensamientos que resulta insoportable.
El empuje festivo marca una “falsa alegría”. Hay algo artificial que se consigue a partir de recurrir al tóxico. La fiesta es un intento de engaño. Un tono amargamente festivo, mostrando las dos caras, la que pretende ocultarse tras una mueca de alegría y la amarga, está presente en el tango de J. C, Cobián y E. Cadícamo, “Los mareados”. El la encuentra a ella bebiendo, y nos describe la situación: “en el fragor del champán, loca reía para no llorar?” esa borrachera tiene el color de la despedida, dice: “esta noche beberemos porque ya no volveremos a vernos más?” “hoy vas a entrar en mi pasado”? La borrachera marca ese límite donde un amor ya es pasado y nuevas sendas esperan ser transitadas.
El aturdirse se erige como otra función del tóxico. “Licor que aturde” en el tema “La última curda” de A. Troilo y C. Castillo, nos muestra la verdadera eficacia que suele tener el alcohol cuando el olvido no es alcanzado, al menos el sujeto puede aturdir separa “cerrarle el telón al corazón”.
Podríamos seguir comentando letras por un tiempo más, ya que es habitual que las letras de tango destilen alcohol. Sin embargo, tenemos una muestra bastante representativa del uso que los sujetos hacen del mismo. Muchas veces, como intento de tapar la falta y soldar con la compulsión a beber aquello que lo angustia, en donde lo que se pone en juego es no querer saber ni asumir lo que no se tiene. Esta abundancia etílica nos permite pensar que acaso entre tango y tango podamos descubrir algo de la función que puede llegar a cumplir el alcohol en la economía psíquica de los sujetos.
Como lo ha definido magistralmente E. S. Discépolo, “El tango es un pensamiento triste que se baila”.
(*) Equipo de Coordinación GIA
Bibliografía: Salamone, Luis Darío. Libro: Alcohol, tabaco y otros vicios. “Esos tangos que destilan alcohol”. Grama 2012.
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