El día 7 de mayo de 1856 nacía Sigmund Freud. Publicamos a continuación fragmentos de una preciosa entrevista, concedida al periodista George Sylvester Viereck en 1926 en la casa de Sigmund Freud en los Alpes suizos. Se titula “El valor de la vida”.

S. Freud: “Setenta años me enseñaron a aceptar la vida con serena humildad”.

Quien habla es el profesor Sigmund Freud, el gran explorador del alma.Los pocos años transcurridos entre mi última visita y la actual, multiplicaron las arrugas de su frente. Intensificaron la palidez de sabio. Su rostro estaba tenso, como si sintiese dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero un ligero impedimento en su habla me perturbó. Parece que un tumor maligno en el maxilar superior tuvo que ser operado. Desde entonces Freud usa una prótesis, lo cual es una constante irritación para él.

S. Freud: “Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con este aparato me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero esto a no tener ningún maxilar. Aún así prefiero la existencia a la extinción. Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornándonos la vida más desagradable a medida que envejecemos. Por fin, la muerte nos parece menos intolerable que los fardos que cargamos”. S. Freud se rehúsa a admitir que el destino le reserva algo especial.

S. Freud: “¿Por qué (dice calmamente) debería yo esperar un tratamiento especial? La vejez, con sus arrugas, llega para todos. Yo no me rebelo contra el orden universal. Finalmente, después de setenta años, tuve lo bastante para comer. Aprecié muchas cosas -en compañía de mi mujer, mis hijos- el calor del sol. Observé las plantas que crecen en primavera. De vez en cuando tuve una mano amiga para apretar. En otra ocasión encontré un ser humano que casi me comprendió. ¿Qué más puedo querer?”

G. S. Viereck: Usted tiene una fama. Su obra prima influye en la literatura de cada país. Los hombres miran la vida y a sí mismos con otros ojos, por causa suya.

S. Freud: ? “La fama llega cuando morimos y, francamente, lo que ven después no me interesa. No aspiro a la gloria póstuma. Mi virtud no es la modestia”.

George S Viereck: ¿No significa nada el hecho de que su nombre va a perdurar?

S. Freud: “Absolutamente nada, es lo mismo que perdure o que nada sea cierto. Estoy más bien preocupado por el destino de mis hijos. Espero que sus vidas no sean difíciles. No puedo ayudarlos mucho. La guerra prácticamente liquidó mis posesiones, lo que había adquirido durante mi vida. Pero me puedo dar por satisfecho. El trabajo es mi fortuna”. (Estábamos subiendo y descendiendo una pequeña elevación de tierra en el jardín de su casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que florecía). “Estoy mucho más interesado en este capullo que de lo que me pueda acontecer después de estar muerto”.

G. S. Viereck: ¿Entonces usted es, al final, un profundo pesimista?

S. Freud: ? “El impulso de vida o el impulso de muerte habitan lado a lado dentro nuestro. La muerte es la compañera del Amor. Ellos juntos rigen el mundo. Esto es lo que dice mi libro “Más allá del principio del placer”. En el comienzo del psicoanálisis se suponía que el Amor tenía toda la importancia. Ahora sabemos que la Muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán intensamente la vida arda dentro de él, ansía el Nirvana, la cesación de la “fiebre llamada vivir”? el objetivo último de la vida es la propia extinción”.

G. S. Viereck: A veces imagino si no seríamos más felices si supiésemos menos de los procesos que dan forma a nuestros pensamientos y emociones. El psicoanálisis le roba a la vida su último encanto, al relacionar cada sentimiento a su original grupo de complejos. No nos volvemos más alegres descubriendo que todos abrigamos al criminal o al animal.

Antes que usted inventase el psicoanálisis, no sabíamos que nuestra personalidad es dominada por una hueste beligerante de complejos cuestionables. El psicoanálisis vuelve a la vida como un rompecabezas complicado.

S. Freud: “De ninguna manera. El análisis nos enseña apenas lo que podemos soportar, pero también lo que podemos evitar? El psicoanálisis vuelve a la vida más simple. Adquirimos una nueva síntesis después del análisis. El psicoanálisis reordena el enmarañado de impulsos dispersos, procura enrollarlos en torno a su carretel. O, modificando la metáfora, el psicoanálisis suministra el hilo que conduce a la persona fuera del laberinto de su propio inconsciente. El psicoanálisis por lo menos, jamás cierra la puerta a una nueva verdad”.

“No me haga parecer un pesimista -dice Freud, al finalizar la entrevista, después de un apretón de manos-. Yo no tengo desprecio por el mundo. ¡No, yo no soy un pesimista, en tanto tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores! No soy infeliz, al menos no más infeliz que otros”.

Lics. Natalia Pelizzetti, Cintya González (*)

(*) Equipo de Coordinación G.I.A.

 

Bibliografía: Blog EOL conexiones. Publicación 7/5/18 – George Sylvester Viereck, periodista del “Journal of Psichology” año 1926 publicada en N. York en 1957. (*) Se publicó por primera vez en el volumen de “Psychoanalysis and theFut”, en New York en 1957. Traducción al castellano, Miguel Angel Arce. Publicada en 2006 en http://www.revistavirtualia.com/articulos/610/entrevistas/el-valor-de-la-vida

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