Rosana Beatriz Nartovski es la primera mujer mecánica de aviación de Gendarmería Nacional Argentina. Es de Misiones, pero desde el año 2013 presta servicios en la Sección Operativa de Vuelo Río Gallegos. La Opinión Austral habló con ella, para conocer más sobre su historia y el trabajo que lleva adelante.
Rosana Beatriz Nartovski egresó como gendarme en el año 2008,
motivada por la oportunidad de servir a la comunidad y de crecer
profesionalmente en una de las “instituciones más prestigiosas”: Gendarmería
Nacional Argentina.
Desde la provincia de Misiones, de donde es oriunda,
recibió como primer destino la ciudad de San Pedro de Jujuy, adonde desarrolló
sus actividades durante dos años.
Si bien de pequeña le gustaba la aviación, la cabo primero
confesó a LOA: “Cuando ingresé a
Gendarmería no sabía que podía elegir esa especialización”, hasta que una
compañera de la promoción de Jujuy le contó sobre la Escuela y la posibilidad
de hacer lo que soñaba: “Cuando me comentó me interesó y me dije vamos a
probar, así que me anoté y quedé”.
Así es como en el año 2010 Rosana viajó a Buenos Aires para cursar en
la Escuela de Suboficiales del Ejército Argentino “Sargento Cabral”, en Campo
de Mayo, la especialización como mecánica de aviación, “Ahí egresé como cabo y
fui la primera mujer en seguir esa orientación, y desde que lo terminé me
dedico a eso” relató con orgullo.
Ya recibida de mecánica de aviación de la Gendarmería
Nacional Argentina, aún en Buenos Aires, conoce a su actual marido, Manuel,
quien también forma parte de la Fuerza.
“El primer destino de mi marido fue en Rospentek, ese
pase fue difícil, no había nada ahí, no creímos que fuera tan así, pensamos que
iba a haber algo más, pero sólo era una casita entre las montañas, en el medio
de la nada” recuerda Rosana, “acostumbrarnos a eso y al clima no fue fácil”.
Cuando finalmente contraen matrimonio, en el año 2013, logran el pase de ambos a Río Gallegos, “primero fue mi destino, pero luego logramos que también viniera él, ninguno de los dos conocíamos la ciudad, pero después de sobrevivir en Rospentek, acá se nos hizo más fácil, fue más tranquilo”.

Desde ese momento presta servicios en la Subunidad de Aviación
de la Sección Operativa de Vuelo de Río Gallegos, su trabajo se basa en la
reparación y mantenimiento de las aeronaves, “arreglamos el helicóptero, si
tiene algún problema en el motor o algo así nosotros lo recomponemos” explicó
la cabo primero.
Una mujer en el taller de Gendarmería
Rosana describió
a LOA que sus primeros días no
fueron fáciles: “Sé que al principio para mis compañeros era difícil ver a una
mujer en el taller, pero con el tiempo una se gana el lugar y hoy en día estoy
muy bien, es un derecho ganado con dedicación y mucho esfuerzo”.
Sobre
sus comienzos, también recordó agradecida a quienes la ayudaron y le dieron su
apoyo, a aquellos compañeros “más antiguos” que le brindaron una mano y gracias
a los cuales pudo seguir adelante.
Actualmente
sólo son dos mujeres en el taller, Rosana, mecánica, y la piloto, “somos las únicas
mujeres que trabajamos acá en Río Gallegos, pero por suerte mis compañeros me
tratan muy bien, ya después de tantos años se acostumbraron, al principio
costó, pero me fui haciendo el lugar y hoy en día soy uno más”.
Si bien
hay tareas de fuerza que requieren “sí o sí” de brazos masculinos, están siempre
en equipo, por lo que “cualquier mujer puede hacerlo, como
dicen cuatro ojos ven mucho mejor que dos, al ser un trabajo tan específico,
tan delicado, siempre es mejor hacerlo de a dos, porque si te olvidás de algo o
se te pasa alguna cosa está la otra persona para ver, hasta para la más mínima
tarea, nunca estamos solos”.
Por último, Rosana explicó que la complejidad del trabajo
que realizan requiere una constante capacitación, “tenemos que estar
actualizados a lo nuevo que va saliendo, estudiamos mucho, para mí es un sueño
cumplido” aseguró.
Una misionera en
Río Gallegos
Tanto la cabo primero como su marido tienen hoy 30 años,
después de alquilar durante un tiempo, el Ejército Argentino les dio la
posibilidad de tener su casa propia.
Si bien confesó que a veces extraña y que “la vida del
norte es muy diferente a la de acá”, ya están instalados y la idea de ambos es
envejecer en nuestra ciudad capital.
Rosana formó su familia junto a Manuel y tienen dos hijos
nacidos en Río Gallegos a los que piensan criar aquí, la mayor de 4 años se
llama Briana y el más pequeño, de 1 año y medio, es Bastian.
Acostumbrados al clima y viendo cómo “cuando viajamos al
norte los chicos sufren muchísimo el calor”, la joven pareja logró acomodarse y
sentirse parte de la comunidad, “ya nos sentimos riogalleguenses” finalizó la
primera mujer mecánica de Gendarmería Nacional.
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