Compartimos un texto muy interesante del psicoanalista y escritor argentino Gustavo Dessal, quien nos habla sobre algunas características de las relaciones humanas en la época actual, particularmente sobre la red social tinder en donde conviven imágenes y palabras.
Tinder es una aplicación geosocial que permite a los usuarios comunicarse con otras personas con base en sus preferencias para charlar y concretar citas o encuentros. Fue lanzada en agosto de 2012. La aplicación se probó inicialmente en los campus universitarios, y eso ocurrió por primera vez en la Universidad del Sur de California. Es considerada una de las aplicaciones de citas más importantes del mercado digital, y en 2014 fue nominada App del Año en los Premios Enter.Co, con más de 50 millones de usuarios.(***)
Dessal expresa que las aplicaciones de citas románticas, sexuales, o ambas cosas juntas se inauguraron en la comunidad gay. Grindr y Scruff fueron las pioneras, permitiendo que hombres gays pudieran saber de la existencia de otros en un determinado radio geográfico.
Tinder (2012) fue un paso mayor, porque extendió la idea a gente con toda clase de identidad y orientación sexual. Al comienzo sólo era compatible con el iPhone, pero un año más tarde fue el gran salto a Android, el sistema operativo del 70 por ciento de los móviles. ¿Cuáles son las consecuencias que Tinder ha tenido en la vida amorosa? Las opiniones son muy variadas, como suele ocurrir cuando se valoran las ventajas o perjuicios de las tecnologías.
Fui testigo directo de un acalorado debate entre ingenieros informáticos. Mientras algunos sostenían que gracias a Tinder las posibilidades de encuentros se habían multiplicado, otros argumentaban que la cantidad iba en franco desmedro de la calidad. Muchas personas explican que a través de Tinder han logrado conocer a alguien fuera del reducido círculo donde transcurre su vida cotidiana, mientras están los que dicen haber encontrado a un gran número de individuos que preferirían no haber visto en su vida.
Hay quienes consideran que vincularse de ese modo aumenta el riesgo del maltrato, la crueldad o el engaño, puesto que la comunicación virtual permite esconderse y sustraerse a cualquier compromiso. En cambio otros defienden la probabilidad de descubrir a alguien en una era en la que eso es cada vez más difícil. Las aplicaciones de citas han construido un muro que separa de forma radical la vida cotidiana de la sentimental o sexual.
Es difícil saber si la extensión de su uso se debe a que en la vida real las relaciones se han vuelto sospechosas. Hoy en día conviene pensárselo dos veces antes de intentar el acercamiento a una persona del entorno laboral o académico.
Las posibilidades de que esa conducta pueda ser juzgada como atentado moral son muy altas y no todo el mundo está dispuesto a jugarse el pellejo.
Es interesante que se escuche como una letanía dicha en voz baja hasta qué extremo la gente desea encontrar a alguien en la vida real, lo cual es ya muy improbable. ¿Quién se atrevería hoy a pedirle el número de teléfono a la mujer con la que nos hemos tropezado con el carrito de la compra en el supermercado? ¿O al compañero de oficina? Tinder, en cambio, ofrece un lugar donde los actores implicados no pueden poner reclamaciones ni formular acusaciones si las cosas no funcionen como esperaban, especialmente porque nadie se hace grandes ilusiones. Lo más notable es que Tinder se haya convertido en un trabajo más, incluso un goce en sí mismo, que sustituye al encuentro. Navegar por la aplicación, mirar fotografías y biopics, iniciar chats que no van a ninguna parte, reemplaza para muchos las citas presenciales. Y conforme a los tiempos actuales, están los que se sienten terriblemente culpables y atormentados por no encontrar nada.
Internet ha creado mil genios de la lámpara prestos a salir tan pronto como frotamos una aplicación. Por lo tanto, si no eres feliz, no tienes trabajo y no has encontrado a tu media naranja, eres decididamente un fracasado, porque el sistema te ha puesto en bandeja todo lo que necesitas para una completa realización. Pero no te preocupes. Todavía te queda el recurso de buscar un coach para que te ayude a mejorar tu rendimiento. Si incluso con eso no obtienes resultados, entonces encomiéndate a un buen recaptador de serotonina.
Lic. Cintya González, Lic. Natalia Pelizzetti
Equipo de coordinación GIA- HRRG
(**) Gustavo Dessal, psicoanalista y escritor, vive en España desde 1982. Es analista de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Texto publicado en Facebook el 23-12-18
(***) https://es.wikipedia.org/wiki/Tinder
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