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Por Jorge Cicuttin
Javier Milei cumple un año y medio de gestión. Realizó, se ufana, el “ajuste más grande de la historia”. El Estado sigue achicándose, se despiden empleados, se quitan subsidios y se congela la ayuda a jubilados. Sin embargo, viene de triunfar en una elección clave en territorio porteño, marcó su superioridad en el espacio de derecha sobre el macrismo, la inflación vuelve a bajar después del sacudón de marzo y el Fondo Monetario le aportó los dólares necesarios para llegar tranquilos -en apariencia- a los comicios de octubre.
Entonces, Milei acelera a fondo.
No toma en cuenta la baja participación de la sociedad en los últimos comicios. Opta por hacer una lectura favorable de ese hecho: aún los que se ven afectados por el ajuste, no encuentran en la oposición una opción válida.
La Libertad Avanza tiene enfrente partidos en descomposición o en crisis sin salida cierta. El peronismo disperso y enfrascado en la interna entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof; el PRO dividido, deteriorado y sin más opción que negociar listas con los libertarios; el radicalismo parece estar en extinción, con fuerza solo en algunas provincias e intendencias, y la izquierda, no muestra ninguna señal de crecimiento.
Por el lado del gremialismo, la CGT no termina de definir cómo oponerse a los avances del Gobierno sobre los viejos derechos de los trabajadores, las paritarias “pisadas” y la pérdida de empleos.
Además, parecería que gran parte de la clase media acepta el dolor de ya no ser. Sin salidas nocturnas, sin “comer afuera”, comprando productos de menor calidad, usando menos el auto y cambiando a sus hijos a escuelas privadas más económicas.
Pero están apareciendo focos de disidencia.
El Gobierno los reconoce y enfrenta de manera diferente.
Con los movimientos sociales pudo. Utilizó una agresiva mezcla de represión policial, causas judiciales y asfixia económica. Bajó abruptamente los cortes de calles y movilizaciones. Y una parte de la sociedad se lo reconoce y aplaude.
Milei recibe críticas a su política económica y social de lugares puntuales. Y estallan polémicas impensadas. Como las empanadas de 48.000 pesos la docena de Ricardo Darín. Le cayeron con extrema dureza, primero el ministro Luis Caputo, que lo trató de “Ricardito” ignorante. Después el propio Milei le dijo “berreta” al consagrado actor. Da la impresión que lo estaban esperando. Al Gobierno y a sus militantes más extremos les dolió mucho el éxito de El Eternauta. Y se desquitaron con Darín.
Lali Espósito, otra gran figura castigada por Milei y sus seguidores, salió a explicar la situación: “Me resulta bizarro. Es clarísimo lo que quiso decir. Estamos en una época corta, chata en las conversaciones. Tan enfocada en lo poco importante. Si vamos a bardear a Darín por opinar como cualquier ciudadano que pagó algo caro, y lo saltamos a matar porque está buenísimo pegarle a Darín en este momento, bueno… yo también lo he vivido (…) Hay una cancelación constante. Es una época insoportable, cínica, con cero profundidad, todo muy tuitero”, advirtió la cantante.
La oposición a Milei continúa con los jubilados, golpeados, empujados y gaseados cada miércoles en el Congreso. Se nota una especial “bronca” del Gobierno con los jubilados. Eso se ve también con la quita de medicamentos, el congelamiento del bono y el cierre de la moratoria. Veto, gases y palos cuando es necesario.
Este miércoles 4 será muy especial. Las jóvenes, las mujeres se unirán en una marcha con los jubilados, en lo que se presume será multitudinaria. ¿Habrá violencia?
Aunque desarticulados, los conflictos entre los trabajadores y el gobierno se multiplican. La oposición está más en la sociedad que en los partidos, más en la calle que en el sistema político.
Médicos, personas con discapacidad, científicos y jubilados son los sectores donde el ajuste genera mayor resistencia.
Los trabajadores del Garrahan se mantienen firmes en un reclamo que hasta los periodistas más “amigos” del Gobierno reconocen que son justos. Ganan una miseria en relación a lo que significa el Garrahan a nivel nacional.
Al Hospital Garrahan, se sumó el paro de prestadores de servicios de discapacidad y la impactante movilización de científicos del CONICET que rechazan el ajuste en el sector.
En estos días se produjeron paros y manifestaciones de docentes de la provincia de Buenos Aires y Catamarca, una huelga histórica en la UOM Tierra del Fuego, movilizaciones de empleados de Vialidad Nacional o trabajadores marítimos.
También los choferes de la UTA (con un fuerte e histórica interna gremial en el medio) coparon las calles del centro porteño en rechazo al acuerdo firmado por la dirección sindical.
Las últimas encuestas dan mensajes contradictorios para el Gobierno. La última realizada por la consultora brasileña Atlas Intel parece reflejar una contradicción que se percibe en la calle: el 65 por ciento de los argentinos consultados aseguran que la situación económica es mala pero Javier Milei sigue siendo el líder con mejor imagen del país. En mayo, Milei mantuvo una desaprobación superior a la aprobación pero con señales de recuperación. Mientras que la desaprobación cayó levemente (1,6 %) la aprobación subió del 41,8% al 45,3%.
Pero al mismo tiempo, la preocupación por el costo de vida, el aumento de los precios y la inflación registró un incremento del 53% al 55%, alcanzando así el nivel más alto desde el inicio de estas encuestas mensuales. Mientras que la preocupación por el desempleo dio un salto del 30% al 41%, luego de tres meses de descenso.
Los bolsillos, como siempre, terminarán definiendo las posibilidades de éxito del gobierno libertario, a pocos meses de cumplir la mitad del mandato.
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