Las peleas, intrigas, disputas económicas y violencia en una poderosa familia de estancieros entrerrianos se convirtieron de pronto en una disputa política a nivel nacional con una amplia cobertura mediática, y en la que se enfrentan distintos modelos políticos, de producción, partidarios y de manejo de la Justicia.

 

Dolores Etchevehere.

 

La pelea familiar se da en el seno de los Etchevehere. Dolores disputa una estancia con sus tres hermanos varones, entre los cuales se destaca Luis Miguel Etchevehere, ex ministro de Agroindustria de Mauricio Macri y ex titular de la Sociedad Rural Argentina. El territorio en disputa es la estancia “Casa Nueva”, en la que se encuentra atrincherada Dolores, y donde pretenden desarrollar un emprendimiento agroproductivo denominado como “Proyecto Artigas“.

 

 

La oposición de los hermanos es feroz. Para colmo, Dolores tiene como abogado al dirigente social Juan Grabois, impulsor del Proyecto Artigas junto a decenas de trabajadores rurales y militantes que se encuentran dentro de la estancia. Para los varones Etchevehere, se trata de una ocupación ilegal de tierras e iniciaron una campaña a nivel nacional advirtiendo que se trata del primer paso para ir tomando terrenos rurales y “convertirnos en Venezuela”.

 

 

Para colmo, les cayó como un baldazo de agua fría la decisión de un juez de impedir el desalojo del predio y llamar a una conciliación entre los hermanos mientras se define la cuestión de fondo sobre quién es el verdadero dueño de esas tierras.

 

 

Los Etchevehere hombres rechazaron la decisión judicial, bloquearon el acceso al lugar con cadenas y costosas camionetas. Mientras se escriben estas líneas se desarrollaban marchas y banderazos en “defensa de la propiedad privada” y para hoy se anuncia otra en defensa del Proyecto Artigas y de Dolores Etchevehere. La causa judicial, en tanto, avanza entre apelaciones y recusaciones.

 

 

“El clan Etchevehere dio una clase magistral de poder. Violaron el perímetro, desobedecieron una orden judicial, sostuvieron un cerco ilegal. El poder real nuevamente se impuso a un estado pusilánime que nunca se le anima a los dueños”, remarcó Grabois, poniendo el acento no en esta disputa puntual sino en la histórica disputa por la tierra.

 

 

 

El poder de los dueños de la tierra. De sus palabras y definiciones políticas se desprende una rancia posición de clase, de aquella que tiene un poder que está por sobre las decisiones de la Justicia, cuando no son de su agrado.

 

 

Otra vez, y a pocos días de haberse cumplidos 75 años del histórico 17 de octubre de 1945, los patrones de estancia de la Sociedad Rural se enfrentan con un gobierno peronista.

 

 

Esto comenzó cuando Juan Domingo Perón aún no se había convertido en “Perón”. Otro octubre, el de 1944. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el coronel Perón es artífice del Estatuto del Peón Rural. El trabajo en el campo casi no conocía legislación. El decreto establecía aspectos básicos, como un mínimo salarial, vacaciones pagas e indemnización por despidos.

 

La Sociedad Rural Argentina se opuso fuertemente, sosteniendo que el Estatuto del Peón Rural sembrada “el germen del desorden social” y que las relaciones laborales en “el campo” no debían regirse por el derecho laboral, sino por normas similares a las que tiene “un padre con sus hijos”:

 

 

En una solicitada publicada en 1944, los estancieros de la Sociedad Rural dejaban en claro qué entendían entonces por la relación entre patrón y peón:

 

 

“El Estatuto del Peón no hará más que sembrar el germen del desorden social, al inculcar en la gente de limitada cultura aspiraciones irrealizables, y las que en muchos casos pretenden colocar al jornalero sobre el mismo patrón, en comodidades y remuneraciones… La vida rural ha sido y debe ser como la de un manantial tranquilo y sereno, equilibrado y de prosperidad inagotable. La Sociedad Rural no puede silenciar su protesta ante las expresiones publicadas en que se ha comentado el Estatuto del Peón y en las que aparecen los estancieros como seres egoístas y brutales que satisfacen su inhumano sensualismo a costa de la miseria y del abandono en que tienen a quienes colaboran con su trabajo. El trabajo de campo, por su propia índole, fue y es acción personal del patrón. Este actúa con frecuencia con los peones en la labor común, lo que acerca a las personas y establece una camaradería de trato, que algunos pueden confundir con el que da el amo al esclavo, cuando en realidad se parece más bien al de un padre con sus hijos.”

Los patrones de estancia apostaron fuertemente en 1945 por el embajador norteamericano Spruille Braden. La Sociedad Rural Argentina, junto a otras organizaciones patronales, declaró el primer lockout general, para oponerse a la sanción del aguinaldo o sueldo anual complementario.

 

 

 

Entre otras cosas, en el Estatuto del Peón se exigía “que el local donde duerme el personal no sea utilizado para depósito de cueros de epidemia, como ocurre tan a menudo; que no tengan acceso a él, para disputarle su sitio al hombre, los perros, las aves y los cerdos. Reclama, por fin, que el peón no se vea precisado a dormir en el suelo por falta de implementos elementales”.

No se sabe aún cómo terminará y hasta dónde escalará este conflicto de los estancieros Etchevehere. Un problema familiar que se transformó en un enfrentamiento político con los dueños de la tierra enfrentados al peronismo como telón de fondo.

 

“La historia vuelve a repetirse”, dice la poesía tanguera de Enrique Cadícamo. El final está abierto.

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