Antonio Andrade es santacruceño y además de ejercer como juez, es amante de la música y la literatura, publicando ya dos libros. Es, como se definió, “un bicho raro” en el Poder Judicial.

 

El juez recibió al equipo de La Mirada en su despacho ubicado en calle Jofré de Loaiza. Ahí “paso bastante tiempo, desde que nos virtualizamos el trabajo un poco se traslada a la casa, pero las mañanas quedan cortas en los Juzgados de Familia, con las audiencias y demás, así que siempre tengo una continuidad de al menos tres o cuatro horas por la tarde”.

 

 

 

Consultado sobre el volumen de causas, Andrade explicó que “sigue habiendo muchas denuncia de violencia doméstica, no te digo que es el grueso porque tenemos lo que vendría a ser tratamientos cotidianos como juicios de alimentos, que es algo permanente. Pero sí, lo que no deja de asombrar es que las denuncias de violencia doméstica son muchas. En el último turno debemos haber tenido quince diarias, y son causas nuevas, hay cuestiones cíclicas, pero en general el ochenta por ciento son de parejas nuevas”, advirtió.

Pero en la transformación social signada por el Ni Una Menos, está claro que el tono de las denuncias también cambió. Hoy “las mujeres van detectando las violencias, no sólo hay reclamos que tienen que ver con la violencia física, sino con todas las manipulaciones que hay detrás: hostigamiento, la violencia económica, la persecución o el aislamiento social que muchas veces sucede en los vínculos y no parece del todo grave, pero que en la explosión la víctima se cuestiona: ¿cómo no me di cuenta que me hacía problemas cuando veía a mis amigas? y demás”, dijo, marcando que “por suerte en lo que va del último año las situaciones graves son las menos”.

 

Justicia restaurativa

Andrade no sólo es llamativo por su veta artística, sino por cómo encara la jurisprudencia. Es uno de los impulsores de lo que se conoce como justicia restaurativa, una forma de resolver el conflicto que presenta la violencia doméstica que escapa al punitivismo, y que hoy se plantea en la reforma judicial con perspectiva de género.

“La verdad estuve muchos años estudiando el tema, estudiando este tipo de acción que tiene que ver con la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No pensar ya en la sanción al violento sino pensar en la víctima, qué le serviría que el violento manifieste. ¿No vas a pedir perdón?, ¿no te vas a arrepentir? pero de alguna forma llegar para enaltecerla y empoderarla y surja otro aspecto de tu ser”, respondió el juez sobre esta mirada.

 

Habremos tenido 15 denuncias de violencia doméstica diarias

“Tengo el caso de una señora que era víctima de todas las formas de violencia, pero sobresalía la violencia económica y le ordené al violento, junto con la entonces Dirección de la Mujer, que hiciera un mural. Lo tuvo que pagar, lo embargamos y se llamó a concurso, se presentó el Coseba y unos chicos lo pintaron”, dijo, sobre la imagen que todavía permanece a metros del Hospital Regional y que muestra a una mujer encadenada con símbolos de pesos y valores.

 

“A los chicos les pagamos el trabajo, los materiales, se presentó en público e incluso fue la mujer víctima. No sé si fue impactante, pero lo que sí sé es que esta mujer, que era vulnerable, hoy se sostiene y no depende de nadie”.

 

Adopción para pocos

Cuando el equipo de grabación de La Mirada visitó al juez Andrade, el Municipio de Río Gallegos se preparaba para comunicar el hallazgo de una familia adoptiva para una nena de doce años. Es un caso excepcional, frente a una abrumadora mayoría de pretensos adoptantes que ponen como requisito que el niño o niña no tenga más allá de cinco años.

 

Su pasión por la música y la escritura. Andrade adelantó a Sara Delgado su nuevo libro “Viento Es”.

 

“Para mí eso tiene que ver con la concepción que aún se tiene de la necesidad propia de tener un hijo, de alcanzar expectativa, tiene que ver con una mirada existencial, adulto céntrica, de realización personal y creo que eso se está poniendo en crisis”, definió.

“Hoy por hoy, cada vez más familias que aceptan de más edad, pero nunca de más de diez años, salvo algún que otro legajo, y eso hace que los adolescentes queden afuera de la posibilidad de incorporarse a una familia. Hay que seguir sensibilizando”, pidió el magistrado de Familia, quien aseguró que “lo que menos tiene el sistema y nos cansamos de decirlo, es lentitud, cuando se trata de adopciones”.

Explicó que en la provincia hay entre cincuenta y sesenta legajos, es decir familias interesadas en adoptar. “Son pocas familias y lo que más tenemos como posibilidad de generar la unión, son niños y niñas mayores de 4, 5 años. No se trata de que una familia acceda un niño sino un niño a una familia, y necesitamos que se revea esa posición y las familias abran sus expectativas”, añadió.

 

Por eso, para él “lo mejor que me toca vivir en el Juzgado es cada uno de los niños, niñas y adolescentes que se incorporaron a una familia, una situación irrepetible e invalorable. Sobre todo esta última vez, con una niña de doce años que se nos complicó por diferentes circunstancias y había dos opciones: una era totalmente rechazada por ella y su entorno terapéutico, que era probar en otras provincias, así que tomé la decisión en diciembre de llamar a una convocatoria pública y se anotaron más de 200 familias. Tuvo una resolución de las más felices cuando hace dos semanas encontramos una familia y creo que fue el mayor orgullo en estos últimos años”, contó, seguro de que su fallo, tal como dio a conocer La Opinión Austral la semana pasada, “marca un antecedente a nivel nacional y en nuestra labor diaria cuando se dan estas circunstancias que no tenemos salida. Para eso tuve que declarar la inconstitucionalidad de un artículo del Código Civil y Comercial, pero en este caso estaba el interés superior muy marcado”, sostuvo.

 

Las familias que adoptan no aceptan niños de más de diez años

 

Para Andrade, ser juez en Río Gallegos es menos pesado que en otras jurisdicciones. Aún así, “he tenido mucho tiempo de subrogancias de ambos Juzgados, con lo cual era el único juez de Familia y eso me generó una carga personal, escraches públicos, en el Juzgado, ni hablar en redes sociales, y una intolerancia que viene con el cargo. Uno no elige cosas fáciles”.
Nacido en la capital santacruceña, estudió la Escuela Primaria en la 19, el Secundario en el Guatemala y después la carrera de Derecho en La Plata.

 

Me generó una carga personal, escraches, ni hablar en redes sociales

 

“A mi regreso empecé a trabajar en el Conservatorio de Música, donde soy profesor, hasta que me llegara el título. Estuve un año trabajando ahí y pude incorporarme en el Juzgado del Menor, y luego surgió la posibilidad de concursar la Secretaría del Juzgado Civil, salí primero y me designó el Tribunal. Ahí estuve siete años y surgió la posibilidad del Juzgado de Familia dos, quedé en la terna y me designó en ese momento el gobernador (Daniel) Peralta”, narró.

 

Creo que en el Poder Judicial debo ser una suerte de bicho raro, no lo sé

 

La segunda parte de La Mirada, que ayer emitió su quinto programa en el horario de las 18 horas, se desarrolló en un conocido restaurante y café riogalleguense, lugar donde Andrade suele ir de tanto en tanto.
“Yo no sé la graduación en mí, pero la música me acompañó toda mi vida y aun cuando ingresé en el Poder Judicial seguí haciendo música”, definió.

Durante su época de estudiante universitario, Andrade pasó mucho tiempo en el centro de estudiantes santacruceños donde se interiorizó del folclore, un ritmo al que no estaba acostumbrado porque venía del rock “pesado”.

 

“Surgió la idea de formar un dúo, y tuve que aprender porque no era mi palo y ahí empecé a disfrutar la peña” dijo el juez, que hoy junto a su esposa tienen el dúo “Los Nadies”, donde hacen música latinoamericana.

Para el cierre, tocó y cantó “Como la cigarra” de María Elena Walsh.

“Mi esposa es profesora de piano. Nunca tocamos juntos salvo hace tres años que se dio por participar en teatro para musicalizar, eran dos o tres canciones y ahí empezamos. Nos presentamos por primera vez en el barrio Madres a la Lucha y no hemos tocado mucho porque la idea es hacerlo por placer”, indicó.

 

En otra faceta está el escritor, que ya lleva publicados dos libros y uno a punto de salir a la luz.
“Yo escribía contenido de derecho, artículos para ponencias y me empezó a gustar la estructura. A partir de ahí, de desahogos personales empecé a fantasear, ficción, aventura. Empezó como un juego en Facebook y un grupo reducido se empezó a copar con saber qué seguía, así que por miedo a que me roben la idea lo bajé de las redes y terminé el libro”.

 

“El Arcángel” recoge la historia de Emilio Gabriel Castelli, que “es un chico que fue dado en adopción a los nueve años, es de Caleta Olivia y tuvo mutismo selectivo y se quedó callado a los seis años y hasta los nueve que encontró una familia no empezó a hablar”, dijo, sobre aquello que sí forma parte de su experiencia por la Justicia y toma para la ficción.

 

Seguido de ese libro llegó “Plan B” con “un brujo chilote” y una historia situada en 2025, mientras que “el año pasado empecé con vivos de Instagram , hablando con personas de la letra y de la música. Y eso me tiene muy entusiasmado”.

 

Próximamente, publicará un comentario de la Ley Micaela, que se llama “Viento Es” y que en una segunda parte, luego de la ficción “trabajo aquellas cuestiones del feminismo que todavía están en discusión, como trabajo sexual, pornografía, entre otros”, dijo, aclarando que para no ser criticado por varón escribiendo sobre asuntos que bien conoce el género femenino, “fui al eje del problema, tanto en el prólogo como en la introducción lo tomo como un desafío al hombre hétero, cis, privilegiado y que está en total y constante cuestionamiento de su situación, de hecho me declaro traidor”, argumentó.

 

El crimen de Abigail Tortello – Andrade y el caso que lo persigue: “Se nos pasó, no lo pudimos ver”

 

Durante algunos años, Antonio Andrade fue el único juez de Familia de la capital de Santa Cruz. Esto, porque el Ejecutivo no decidía sobre una terna para elegir quién ocuparía el segundo Juzgado que estaba vacante.

Fueron tiempos difíciles, marcados por la trágica muerte de Abigail Tortello, una beba que padeció maltrato infantil.

 

La presión social fue tal, que el juicio se hizo el año siguiente.

 

El 26 de agosto de 2014, Carlos Tortello ingresó al hospital con su hija en brazos, inconsciente, y nada pudieron hacer los profesionales del Regional por reanimarla.

Su caso estaba judicializado, es decir que sobre ella había vigilancia del sistema de Protección de niñas, niños y adolescentes.

El juez de la causa era Antonio Andrade, que por entonces se ocupaba de ambos Juzgados.

Abigail tenía una operadora del área de Infancia Municipal que el día de su muerte había salido con la mamá de la beba, Carla Orellano, que se decidía a realizar una denuncia por violencia doméstica contra su pareja.

Su muerte generó un profundo dolor en la comunidad. Durante algunos días hubo guardias afuera del hospital, encendidos de velas y cadenas de oración. Es que el deceso de Abigail recién se declaró con la muerte cerebral, días más tarde.

Antes que eso, la Policía tuvo que detener a Carlos y a Carla, porque sus vidas corrían peligro con la organización de grupos de escrache que querían lincharlos en su domicilio. De ahí no salieron nunca más. Un año más tarde, ambos fueron condenados a prisión perpetua.

 

Síndrome de niño sacudido

 

Para los jueces, lo que acusó su muerte fue el “síndrome de niño sacudido”, una forma de maltrato en la que se agitan los cuerpos pequeños causando severas lesiones cerebrales.

Al dolor le sobrevino el pedido de explicación. ¿Cómo fue que no se advirtió que la beba corría peligro de muerte? ¿Por qué no se ordenó una medida extraordinaria? sin embargo, el caso desnudó algo más profundo: todo un sistema de precarización de los cuidados de la niñez, con operadoras que cobraban menos de veinte pesos la hora, en negro y con más casos que horas en el día.

Esto, y que desde hacía rato, la terna de juez de Familia, para descomprimir esos estrados, dormía en un cajón.

Andrade habló de esto por primera vez en mucho tiempo. Cuando se le consultó qué fue lo peor que le tocó vivir, sin dudas se refirió a la muerte de Abigail.

 

Andrade se quiebra al recordar el caso que “lo persigue”.

 

Tengo varias situaciones, pero ninguna se iguala a la situación de la bebé que todos recuerdan. Más allá de las responsabilidades, porque son cuestiones del oficio, tanto con la secretaria, peritos, en ese momento lo que nos cuestionamos es cómo no pudimos ver. A veces puede pasar porque somos falibles, somos seres humanos pero, en la intervención de tantos profesionales, con tanta experiencia, muy comprometidos, trabajadores sociales, dos psicólogos, una secretaria excelente, yo tratando de poner todo de mí, subrogando… y se nos pasó, se nos pasó ver algo ahí, y bueno, cuando empezamos a advertir, ya era tarde”, reflexionó.

El juez admitió que el caso “lo persigue” por el desenlace que tuvo y porque “tuve una intervención ahí y no pude verlo, no saltó de ningún lado. Esa es una de las situaciones más tristes por el resultado y todo lo que generó después“, finalizó.

 

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