Sábado 15 de febrero del 2020. Es de madrugada en Río Gallegos. Verano, pero afuera está “medio fresco”. Para llevar campera, eso seguro, y lo sabe cualquier NyC.

En el Aeropuerto Internacional “Piloto Civil Norberto Fernández” se aguarda por un vuelo especial. No por el avión en sí, sino por quien lo aborda: Nadia Cid.

 

Hacía seis meses había viajado a Buenos Aires por su hipertensión pulmonar, una rara enfermedad. Allí, la dejaron internada en el Hospital Favaloro.

Cuando partió en agosto del 2019, desconocía totalmente dos cosas: primero, que iba a tardar tanto en regresar a su ciudad natal, y segundo -y lo más importante- que iba a volver ya trasplantada y en buen estado de salud.

Los minutos pasan en el aeropuerto local y la ansiedad crece entre los amigos y familiares de Nadia. Su vuelo, está aterrizando. Ella desde el interior, ya se emociona. “Ya al ver las luces comencé a emocionarme”, recuerda en diálogo con La Opinión Austral.

 

Febrero 2020. La sorpresa en el aeropuerto de Río Gallegos. Ella, no se lo esperaba.

Un vidrio separa el sector de arribos del hall del aeropuerto. Mientras la joven riogalleguense espera por sus valijas, del otro lado escucha que alguien grita: “¡Nadia!”, se acerca a ver y estaban todos sus seres queridos, con globos de color violenta y pancartas.

 

Me dejaron sin palabras. Fue una sensación hermosa. Nunca me voy a olvidar

 

“Me dejaron sin palabras. Fue una sensación hermosa”, dijo ayer al recordar cómo fue su regreso a Río Gallegos, tras permanecer seis meses internada, y a tan sólo dos meses de una intervención quirúrgica que cambiaría su vida para siempre.

El volver estando sana y ver todo eso….”, rememoró con marcada felicidad.

 

Junto al sobrino, con un emotivo mensaje. Felicidad total en su regreso tras seis meses.

“Me fui con los labios morados, me costaba subirme al avión, mantenerme parada….”, dijo sobre aquel agosto 2019. Hoy, febrero 2021, está en perfecto estado de salud, disfrutando de su familia y amigos.

Los mismos que aquella madrugada del sábado 15 de febrero del 2020, la llenaron de abrazos y besos.


No le resultó fácil. A las pocas semanas de regresar a Río Gallegos, apareció el Covid-19 y tuvo mucho miedo.

Al principio estuve más de un mes encerrada, llevaba poco del trasplante de diciembre y ya en marzo comenzaron los casos en el país. No quería salir y tuve pánico, pero me empecé a mentalizar que mientras me cuide, ande con barbijo y manteniendo la higiene bien, se puede”, dijo a LOA al señalar que a casi un año de la pandemia, aún no se ha contagiado de coronavirus.

 

Al principio de la pandemia estuve más de un mes encerrada. Tuve pánico

 

Es más, con todos los cuidados, hace dos semanas pudo viajar a El Chaltén y El Calafate con su familia. Lo hizo con sus padres, Adolfo y Tamara, su hermana Gimena y sus sobrinos Josefina e Ian. También, su novio Pablo, y Mariana, amiga de su hermana.

 

Una vida, en el hospital

Nadia instó a todos a continuar cuidándonos en el marco de esta pandemia. Ella, que pasó su vida constantemente en hospitales por siete años, sabe mejor que nadie lo que es verdaderamente importante en la vida: la salud.

“Para muchos es una tontera, pero ya volver y estar en mi casa es suficiente… despertarme en mi cama y no en una cama de hospital u hotel…”, dijo a este diario. Para ella, eso ya lo es todo.

Los pulmones que recibió en su trasplante, en el intento número ocho por buscar un donante compatible, fueron “ideales para mí, no ha habido rechazo”, sostuvo.

 

Tapa LOA, 16 de febrero, 2020.

 

Para cerrar, agradeció a su ángel donante, a Dios y a los médicos. “Fueron cinco horas de operación… se dio todo en el momento justo, llegamos en febrero y en marzo se dio la pandemia, Dios hizo todo para que hoy estemos acá”, remarcó, y volvió a reiterar su mensaje para ser donante: “Los órganos no van al cielo”.

 

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