La producción ovina está en evolución. No ha sido un año fácil para la Patagonia argentina, con fuertes nevadas y complicaciones. Pero se mira para adelante, con objetivos de mediano plazo pensando en la productividad y la rentabilidad, pero también en el ambiente.

 

Esto se planteó durante una jornada virtual realizada por un grupo de productores y técnicos de Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquén, pero también de Chile y Australia.

 

“El ojo está puesto en la crisis climática y la generación de CO2, todos hablan de que hay que ponerle precio al carbono, también el bienestar animal”, anunció Ricardo Fenton, como parte integrante de la organización del evento. Repasó con los participantes, la situación de la producción ovina mundial.

 

Ahondó en la problemática de los productores en Sudáfrica (“hay mucha presión ambiental y lo social”), en Nueva Zelanda (“se están llevando adelante reformas ambientales pensando en la gestión del CO2) y en Australia (“lanzó hace unos días el plan Carbono Neutral 2030”).

 

“Algunos dicen que la lana tiene más impacto ambiental que el plástico, pero eso no es cierto”, advirtió Fenton, para quien una de las estrategias debe ser contar historias de buen manejo en lo productivo y ambiental, “que las hay y muchas”.

 

Por otro lado, la producción ovina debe enfrentar una nueva era en el consumo, con jóvenes que están orientándose hacia un menor consumo de carne (o directamente, nada, como los veganos, que no consumen derivados cárnicos).

La Patagonia

“Los invito a tener una conversación valiente sobre el sector ovino patagónico”, comenzó su charla Pablo Borrelli, como parte de la organización de este Encuentro Ganadero.

 

“Tenemos 1,1 millón de ovejas menos en Patagonia que en 2005, apenas estamos arriba de las 8 millones de cabezas cuando supimos tener hace no tanto 14 millones”, repasó Borrelli.

 

“Detrás de estos números fríos sabemos que continúa avanzando la desertificación, zonalmente hay conflictos con la fauna (guanacos y predadores en aumento), los índices productivos (señalada, peso vellón, etc) están estancados”, resumió el investigador.

 

Al tiempo que también marcó que “tampoco hemos salido casi del monocultivo, salvo algunos sistemas mixtos con vacas y todo en un contexto de cambio climático que nos genera sequías más intensas y al igual que lluvias o nevadas problemáticas”, resumió Borrelli.

 

Pablo Borrelli, argumentó que hay un 30% de campos cerrados, menor oferta de lanas, casi tantos frigoríficos abiertos como cerrados, pueblos rurales que languidecen y un despoblamiento rural.

 

“Los jóvenes huyen a las ciudades y no ven al campo como algo que valga la pena esforzarse, consiguen oportunidades en las ciudades que les requieren menor esfuerzo y les dan otra calidad de vida”, apuntó el especialista.

 

Los jóvenes huyen a las ciudades y no ven al campo como algo que valga la pena

 

En cuanto a la desertificación, lamentó que se esté haciendo una “ganadería extractiva”. “La primera causa de esto es el pastoreo continuo, algo que se da porque así siempre se hicieron las cosas, pero que tiene que cambiar si queremos sobrevivir”.

 

“Si cada vez hay menos pastos por degradación los que perderán más dinero son los pequeños productores”, apuntó Borrelli.

 

Resaltó, en ese contexto, de que existen datos en la actualidad “de lo que puede lograrse con pastoreos regenerativos, planificados, haciendo descansar los cuadros para que vuelva a crecer el pasto”, dijo Borrelli, quien reconoció que hubo errores al principio en este sistema pero que hoy tiene beneficios comprobados: tanto para el ambiente como para el bolsillo del productor.

 

Volver del desierto que el humano creó y a la biodiversidad, no es un tema sólo ambiental

“Estamos hablando de volver del desierto que hemos creado y a la biodiversidad y no es un tema sólo ambientalista, tiene que ver con la rentabilidad del sistema, porque si cada vez hay menos pastos por degradación los que perderán más dinero son los pequeños productores”, apuntó Borrelli.

Mirada de productores

“Genética, sanidad y nutrición son tres cosas que no se pueden resignar si se quiere estar a flote sin resignar potencial”, opinó el productor y asesor Pablo Sturzenbaum.

 

Al poner el año 2020 bajo la lupa, Sturzembaum recordó las intensas nevadas y advirtió que las emergencias invernales, ya no son eventos aislados, han ocurrido en 1973, 1994, 1995 (“generando una reducción del 50% del rodeo de la provincia), 2012 y la de este año.

 

“Hay que tener un plan de acción cuando suceden estas cosas, tener siempre forraje guardado, que tengan fibra y se puedan suministrar en la nieve, y actuar rápido”, recomendó.

 

Los productores recordaron que las intensas nevadas y advirtió que las emergencias invernales, ya no son eventos aislados

 

Para Sturzembaum, uno de los desafíos es abandonar viejos conceptos de una ganadería extractiva, más parecida a la minería, que ha ido degradando los campos y deja a la producción ovina no sólo en problemas para ser rentables, porque sin pasto no se puede dar de comer dignamente a las majadas, sino también en la mira de una demanda internacional de fibras y carne que pide planteos sustentables.

 

Para otro productor, Gonzalo Sánchez, de la zona de La Esperanza, al sur del río Santa Cruz, la planificación es clave.

 

“Tener en cuenta la condición corporal, cuantificarla y conocerla para tomar decisiones nos viene ayudando mucho, más después de un verano 2020 seco y un invierno crudo”, contó.

 

Para Gonzalo Sánchez, de la zona de La Esperanza, al sur del río Santa Cruz, la planificación es clave

 

En 2020 tuvieron que poner en práctica el plan de contingencia invernal, suplementando estratégicamente al ganado.

 

“Para que eso funcione en medio de la crisis, es bueno que los animales sepan comer el alimento, por eso nosotros aprovechamos momentos de esquila o señalada y les damos algo”, contó Sánchez.

 

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