Antonio Soto fue uno de los principales dirigentes anarcosindicalistas en el periodo de las huelgas rurales revolucionarias de 1920, ocurridas en la Patagonia Argentina. El “líder de la Patagonia rebelde”, como era también conocido, nació en 1897 en Ferrol, La Coruña, España.
Comenzó su vida laboral muy joven y emigró de su ciudad natal cuando tenía 13 años. El destino fue la ciudad de Buenos Aires y desde joven se sintió atraído por las ideas anarquistas.

 

 

 

 

 

Llegó a Río Gallegos en 1920 de mano de la compañía teatral Serrano-Mendoza, la cual abandona y comienza a trabajar en el puerto de la ciudad patagónica.

 

 

 

 

 

El 24 de mayo de 1920 es elegido secretario general de la Sociedad Obrera de Río Gallegos. La delicada situación económica para ese entonces, sumada a las pésimas condiciones laborales, llevó a Soto a liderar a los grupos revolucionarios de trabajadores.

 

 

 

 

Estas revoluciones desembocaron en el fusilamiento de obreros de 1921, donde se estima que más de dos mil trabajadores fueron asesinados por militares del gobierno de Correa Falcón, liderados por el teniente coronel Varela.

 

 

 

 

Con un clima de caos y desborde, los peones se habían concentrado en la estancia “La Anita”, ubicada en las orillas del Lago Argentino y cercana a El Calafate.

 

 

 

 

“La Anita” y el discurso

Allí, evaluaron cómo seguirían los reclamos ante el avance del Ejército y los fusilamientos de los principales dirigentes de la huelga.
Con Soto a la cabeza continuar con los reclamos y escapar de la represión, hubo otras dos posturas que se consideraron entre los trabajadores. Una de ellas, era resistir y enfrentar con armas al Ejército y la otra, entregarse sin oponer resistencia, pero que se garantizara la vida de los peones.

 

 

 

 

En “La Anita”, Soto pronuncia un discurso en el cual dice “yo no soy carne para tirar a los perros, si es para pelear me quedo, pero los compañeros no quieren pelear”. Los trabajadores finalmente se rindieron, esperando que fueran aceptadas las condiciones establecidas.

 

 

 

Sin embargo, los militares llegaron a la estancia, donde las tropas de Varela fusilan a un importante grupo de trabajadores. Antonio Soto escapa a caballo con destino a Chile y logra huir sin ser capturado. Una vez en Chile, reside en la ciudad de Punta Arenas, lugar donde conoce a Dorotea Cárdenas con quien tienen una hija, Isabel Soto Cárdenas.

 

 

 

El Gallego” Soto muere el 11 de mayo de 1963 a los 65 años de edad, dejando un enorme legado de lucha.

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