“Mi categoría es laburante. Recuerdo a mis viejos diciéndome: estudiás o trabajás. Tengo hasta séptimo grado, claramente soy un laburante”, dice orgulloso Pablo Collazo a La Opinión Austral.

En los últimos 30 años se dedicó a forjar “SEEC Hermanos SRL”, una pyme santacruceña que a inicios de la década de 1990 comenzó a remover suelo y ejecutar pequeñas obras civiles para un gran proyecto desconocido que asomaba en San Julián: Cerro Vanguardia (CV). “Desconocíamos de qué se trataba. Apostamos. Arrancamos diez y terminamos alrededor de 250 personas”, recuerda.
Su trayectoria empresarial lo llevó a formar parte de Cerro Negro (Perito Moreno)y las dos últimas minas metalíferas que entraron en producción en el país: Cerro Moro (Puerto Deseado) y Don Nicolás (Jaramillo – Fitz Roy).

Las obras de envergadura permitieron a la pyme santacruceña generar hasta 250 puestos de trabajo

Pablo (32), Julio (30), y Nicolás (19) acompañaron desde siempre a su progenitor. “A los 16 años me fui al campo a trabajar, crecieron con su mamá que era gerente, administrativa y mucho más”, “ella falleció y nos quedamos solos. Seguimos adelante y en mis 58 años estoy en pareja”, relató.

Historia

Collazo hijo de una docente entrerriana- hizo sus primeras experiencias en 1993 en sísmica con la petrolera “Pérez Companc” en la zona de “La Esperanza”.

Luego de un año de trabajo, escuchó que en San Julián estaba en estudio un proyecto conocido como Cerro Vanguardia. “Elevamos una carpeta y fuimos invitados a hacer trabajos menores como guardaganados, caminos para la exploración, hasta ofrecimos máquinas en alquiler que luego teníamos que salir a contratar porque no las teníamos”.

Movimiento de suelo. En uno de los yacimientos metalíferos de Santa Cruz, obras desarrolladas por la pyme local.

Sin un horizonte claro de su futuro, la pyme subió algunos escalones al trabajar en trincheras. “Eran labores de suelos que permiten a los geólogos analizar en laboratorio la roca para conocer la mineralización”. Perforaron alrededor de tres mil metros.

En aquella incipiente aventura industrial, Pablo Collazo debió darse maña si quería crecer- para alquilar maquinaria (por ejemplo, retroexcavadoras) y hacer su trabajo. Con algo de suerte pudo comprar máquinas. “Los inicios fueron esquivos, nos daban labores preliminares”, relató.

Así transcurrieron los primeros tres años, y en 1996 se rumoreaba que el gran proyecto se cerraba por un año porque estaba en estudio de prefactibilidad la construcción de una planta industrial.

“Había rumores que las inversiones rondarían los USD 80 millones y comenzamos a averiguar de qué se trataba”, aseguró a La Opinión Austral. “Los campesinos de la zona decían que se levantaría una mini ciudad, una planta de magnitud en la que ingresarían unos mil equipos con estructuras metálica, molinos, galpones. Concretamente, no conocíamos la magnitud de la obra”, recalcó.

Cambios

Con la presunción del gran potencial industrial, en 1996 decidió mudarse de Río Gallegos a San Julián. “Fui predispuesto a trabajar en la demanda que surgiera. Apuntaba a obras civiles y movimientos de suelos, pero sólo hacíamos pequeñas obras”.

Inversión continua. La apuesta de la pyme local fue brindar mejores servicios con maquinaria de última generación.

“Mi gran objetivo fue facturar el 1% (USD 800 mil) de la inversión total del proyecto que se desarrollaría por los próximos dos años”, dijo el empresario. El cálculo no tenía que ver con la especulación, “era el costo de un equipo vial completo: motoniveladora, retroexcavadora, pala cargadora, compactadora. No tenía la credibilidad en el mercado para sacar un crédito y apostar a mi crecimiento”, insistió.

Asentado en la pequeña San Julián, Collazo supo que enfrentaba otro escenario. Le jugó a favor que Cerro Vanguardia y la dueña del proyecto habían decidido que las empresas santacruceñas participaran en las licitaciones que se vendrían en el corto plazo.

Pero no todo lo que brilla es oro. CV gerenció la construcción de la planta industrial a una multinacional que le sobraba la capacidad y el poderío económico para entregar la obra “llave en mano”. “Esa multinacional estaba integrada por varias subsidiarias y venían por todo, hasta el transporte de personal”, recuerda.

Así, “tres meses antes que inicien las obras, aparecieron unos señores de saco y corbata a comprarme mi empresa. Ellos no tenían ciudadanía santacruceña y yo sí. Estaban dispuestos a quedarse con la obra y ejecutarla ellos, habían pasado por San Juan y contaban con experiencia en minería”.

Collazo no se dejó tentar y siguió su camino. “En octubre de 1996 dejé de lado la propuesta y al mes siguiente competí en una cotización y la gané. Debí equiparme con retroexcavadoras, camiones -entre otras maquinarias- y un guinche para bajar contenedores”, despuntó.

En diciembre de aquel año ganó una licitación por tres meses por lo que enero de 1997 “arrancamos firmes, ya no trabajábamos en labores preliminares”. Resultaron ser los primeros movimientos de suelo. Era el paso previo a la construcción de la planta del primer proyecto de oro y plata de la minería moderna de Argentina.

“Me presenté a la obra, pero el ingeniero que estaba a cargo me faltó mucho el respeto. Me decía que había llevado el museo de San Julián para trabajar. Para ellos, mis máquinas eran obsoletas”, aseguró Collazo.

Pero, el empresario no cedió y logró calmar los ánimos con la multinacional que gerenciaba el proyecto de CV. “Trabajé noche y día, readecuándonos a las leyes vigentes y tuvimos que enfrentar las exigencias que no existían por aquí”, por ejemplo, mantenimientos preventivos, capacitación en seguridad industrial, entre otros aspectos. “La gente quería trabajar en alpargatas y no usar los calzados de seguridad”, despuntó.

Haciendo caminos. Así se resume la historia de la pyme.

En marzo de 1997 venció aquel primer contrato y la relación con la gerenciadora de la mega obra seguía tensa. “Para cobrar debían darme el visto bueno a las certificaciones, pero tiraban todo para atrás. Hubo noches que regresé llorando a San Julián. Y a la mañana había que salir de nuevo”.

Su esfuerzo no dio el fruto esperado. “No cobré ninguno de los tres meses trabajados, me sabotearon.
La multinacional se había adueñado del proyecto de Vanguardia. Quería demostrar que las empresas locales no estábamos preparadas. Entonces, ellos harían los trabajos”.

Sin renunciar a su espíritu emprendedor, Collazo hizo contacto directo con Cerro Vanguardia. “Nos comunicábamos por fax, me convocaron a una reunión en Buenos Aires y comprendieron que la gerenciadora me hizo un vacío”. Tiempo después, la ingeniera que cajoneaba la documentación fue despedida por orden de la minera.

La decisión de la compañía trajo un alivio a SEEC Hermanos SRL: “De repente cobré los tres meses de certificaciones y puede pagar los préstamos que me otorgaron amigos y allegados para pagar sueldos y otras obligaciones”, señaló el empresario en sus declaraciones.

Apuesta

Su paso fugaz por Buenos Aires lo llevó a tomar una decisión clave para su futuro. “Me presenté a Macrosa, eran los representantes de Caterpillar en Argentina, y solicité equipos viales nuevos. Expliqué mi presente laboral esperanzado de resolver mi futuro”, dijo.

Instalaciones. La base de SEEC Hermanos se encuentra en Puerto San Julián, punto estratégico para las unidades de negocios.

Sin embargo, era consciente que no contaba con la solvencia para concretar su plan. “Lo único que tenía a favor eran 300 horas de trabajo, pero no estaban no garantizadas. Eso significaba que quizás no cobraba los trabajos hechos, entonces nadie confiaba”, insistió.

Muchos empresarios no confiaban en la minería

Había más. Esa firma representante quiso hacer suyo el negocio y venderle los equipos directamente a la dueña del gran proyecto que se levantaba en suelo patagónico. Sin embargo, primó la buena fe y “Cerro Vanguardia les informó que yo era su proveedor, eso permitió adquirir las máquinas y sellar un contrato que lo pudiera pagar”.

“Fue un milagro del cielo lo que sucedió en aquella oportunidad”, insistió Collazo. Mientras tanto, la multinacional encargada del proyecto debió abandonar sus pretensiones y se allanó el camino a la pyme santacruceña.

Obra pública. SEEC Hermanos, también desplegó su experiencia industrial para el desarrollo y crecimiento de Puerto San Julián.

“Por los próximos dos años no paré de trabajar y crecimos. Finalmente, facturé alrededor de un 4% de aquella inversión, superé el objetivo que me había propuesto del 1%”, recordando los acontecimientos que tuvieron lugar a fines de la década del 90.

¿Y cómo es la actualidad de la pyme? “Sostenemos la relación laboral y comercial con Vanguardia, basados en la competitividad. Fuimos la primera empresa santacruceña en la que trabajaron con el eje puesto en el desarrollo de emprendedores locales”, ratificó.

Por estos días, Pablo Collazo e hijos se dedican a ampliaciones de obras, contratos de mantenimientos, servicios generales en la minería santacruceña. Otra pequeña empresa local que encontró su lugar en el Macizo del Deseado.

PABLO COLLAZO: “FUI UNO DE LOS POCOS QUE APOSTÉ Y ESPERÉ”

Luego de formar parte del desarrollo del primer proyecto minero metalífero de Santa Cruz, SEEC Hermanos SRL continuó impulsando su crecimiento y ejecutó obras públicas de San Julián, además desplegó su experiencia en la construcción en las plantas en proyectos de gran envergadura como Cerro Negro, Cerro Moro, Don Nicolás, además de parques eólicos de Santa Cruz.

“Ante la continua necesidad del mercado, tanto de obras civiles como movimientos de suelos, participamos permanentemente como partners y como contratistas de grandes clientes, dos modalidades en las que contamos con vastos años de experiencia”, señala la pyme desde su sitio web.

Articulación

A pesar de su extensa trayectoria, el presidente de la pyme, Pablo Collazo, aseguró a La Opinión Austral que “el Estado tiene que tener una intervención estricta” para promover desarrollo de proveedores santacruceños en las industrias de peso.

Por estas semanas, Provincia trabaja en la Ley RUPAE para acentuar el compre local.
“Muchos invirtieron en maquinaria y equipos mineros para brindar los servicios que los sectores productivos demandan, el Estado en articulación con cada sector puede promover un gran impulso”, destacó en sus declaraciones.

Servicios de SEEC en la industria minera de Santa Cruz.

También hizo una autocrítica: “El empresariado santacruceño tampoco confió en el desarrollo de la minería, fui uno de los pocos que a inicios de la década de 1990 aposté y esperé lo necesario hasta que arrancó el trabajo”, “me la banqué hasta que pudimos crecer. Recién hace diez años que San Julián se despertó con la minería”.

¿Qué se planifica hacia adelante?, preguntó LOA. “Apostamos a seguir invirtiendo en capacitación en mano de obra”, analizó Collazo y explicó que “a lo largo de nuestra trayectoria invertimos mucho en la formación de los trabajadores”.
Así, siempre fue la apuesta pasó por dictar cursos en el predio de San Julián de Caterpillar; manejo con Scania; seguridad e higiene, entre otros. Sin dudas, un valor agregado al que apuesta SEEC Hermanos.

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