Desde su estreno, a fines de julio en el cine Gaumont, “Nuestra venganza es ser felices” está abriendo conversaciones sobre temas de los que pareciese que ya no se habla.

El documental de Malena Villarino es protagonizado por Sonia Sánchez. Chaqueña, sobreviviente de trata con fines de explotación sexual en “Las Casitas” de Río Gallegos, abolicionista.

La cuarta de siete hijas mujeres nació hace 58 años en Villa Ángela. Su madre, Ángela Cano, era lavandera y trabajaba por hora en casas de familia y su padre, Luis Sánchez, era albañil y músico, había aprendido a tocar el bandoneón de oído.

“El único trabajo, como ahorita, era ser empleada doméstica, empleada municipal o policía”, señaló a La Opinión Austral. Por eso, a los 16 años hizo dedo para viajar a Resistencia y anotarse en la Escuela de Policía, pero “por tres centímetros me hicieron puta”. Su 1,57 m le impidió inscribirse y regresó a Villa Ángela, ahora decidida a irse a Buenos Aires.

“Mi madre quería que siguiera allá, pero no había trabajo. Yo quería comer todos los días y no era porque mi madre o mi padre fueran vagos, no, no había laburo”.

Trabajó como empleada doméstica puertas adentro durante unos seis meses, se dio cuenta que su paga era la mitad de lo que debía, le exigió la recomposición a su patrona, quien le dio una negativa, y renunció.

Durmió unos días en un hotel de Flores, pero el dinero se acabó y comenzó a “vivir” en la plaza Once. “Ahí aprendí a revolver la basura para comer, se me cortó la menstruación, dormía en los vagones del tren Sarmiento”.

En la plaza notó que había mujeres que estaban durante el día, pero siempre regresaban limpias. Se acercó a una y le preguntó cómo hacía. No recibió una respuesta concreta, recibió dinero y la indicación de que comprara champú y se duchara en el baño de la estación. Cuando regresó y le preguntó qué hacer, le respondió: “Nada, sentate, los hombres van a hacer todo”.

“Así entró la prostitución en mi vida, me senté en la plaza y hasta hoy con 58 años no recuerdo nada del primero”, señaló y rápidamente aseveró que “la prostitución no es un trabajoes violación de los derechos económicos, sociales y culturales. Por lo tanto, no hay clientes dentro de la prostitución, hay puteros y yo, como sobreviviente, los llamo torturadores prostituyentes”.

Sonia, de 17 años, a principio de la década del ochenta en Río Gallegos.

Pasaron las semanas, hasta que leyó una oferta de trabajo en Río Gallegos. Se comunicó, le dieron una dirección en avenida Independencia, donde la recibió un hombre de alias “Tarantini”, “uno de los proxenetas más grandes de toda Santa Cruz y vive en Río Gallegos“. Ella no tenía dinero para comprar el pasaje, pero él se lo compró al día siguiente, cuando la acompañó a Aeroparque.

Cuando llegó, supo que “no necesitaban una camarera, iba a ser una puta en ese prostíbulo, éramos 10 mujeres de mi edad, de diferentes provincias”.

No te vas a encontrar con una película donde verás una pobre víctima

SONIA SÁNCHEZ

En su primer viernes cerraron el lugar, ella preguntó, pero no le explicaron el motivo. “Empezaron a llegar los torturadores prostituyentes, 25, todos me violaron toda la noche. De esa violación masiva, que le llaman ‘bautismo’, recuerdo que de a ratos miraba a la mujer de ‘Tarantini’ tratando de pedirle socorro, pero ella sólo anotaba la bebida que tomaban, la comida que pedían y las veces que me penetraban anal, vaginal y bucal; porque eso era dinero“.

Sonia terminó internada en el Hospital Regional, edificio en el que años después se ubicaría el Complejo Cultural y donde el Gobierno de Santa Cruz le entregaría un reconocimiento.

“Siempre lo cuento, porque también me sana”, dijo y se alivió Sonia cuando se le aclaró que sólo relatara lo que ella deseaba.

En el sur estuvo cinco meses y medio.

Seguí prostituida un tiempo más en la Ciudad de Buenos Aires hasta que pude decir basta“. Tras recibir una violenta golpiza, se refugió en la habitación de hotel que alquilaba. “Entré en un estado emocional profundo. Cuando te hacen puta, no tenés tiempo para llorar: la puta no llora. Me lloré la vida hasta la madrugada y empecé a nombrar las cosas por su nombre”.

Descartó su ropa y peluca, volvió a usar pañuelos en la cabeza, como siempre le gustó, y buscó trabajo y lo encontró en una fábrica de clasificación de cucuruchos.

LOA¿Cómo se da el proceso?

SS: Reconstruirse como sujeta de derecho es un proceso largo. Soy una mujer con rabia, la amo profundamente y la trabajo para que no me convierta en una mujer odiante. Lo único que no logró la prostitución en mí es romper mi capacidad de amar, sino hubiera sido una gran fiola.

Sigo todavía poniéndome en cuestión, pero no sólo a mí para incomodarme, sino también a la sociedad y poner en cuestión todo, a un sistema como es el sistema patriarcal y proxeneta.

LOA: ¿Qué se encuentra en Nuestra venganza?

SS: Es la película sobre mi vida, pero cuando la miran es la película sobre la vida de miles de mujeres, no sólo toqué prostitución y trata, sino también alquiler de vientres, que es otra explotación de las mujeres empobrecidas, el extractivismo sobre el agua, sobre la tierra, sobre nuestros cuerpos.

No te vas a encontrar con una película donde vas a ver a una pobre víctima llorando. Vas a reír, vas a llorar y es fuerte porque es un momento, no vas a querer mirar, pero también tiene mucho poema. Estoy muy contenta con lo que se está logrando.

Se proyectó en la cárcel de Olmos que es la más grande de la Argentina. Hubo un silencio absoluto y cuando terminó la película, todos aplaudieron. Después en el debate, uno de ellos dijo: “Voy a guardar esta entrada porque lo que aprendí hoy jamás me lo enseñaron en la escuela”.

Sonia Sánchez y Malena Villarino, protagonista y directora, respectivamente, del documental. Foto: INCAA

También entramos a la cárcel de mujeres de la provincia de Buenos Aires, a la Unidad 54, y fue maravilloso porque había dos mujeres que tenían plataformas digitales y no las ven como prostitución, estuvo lindo porque pudimos empezar a discutir.

Una de ellas decía que lo había elegido, estaba sin trabajo y era mamá soltera de un niño al que tenía que darle de comer, pagar el alquiler, entonces no eligió con libertad.

En Argentina estamos siendo precarizadas, hambreadas, desempleadas

SONIA SÁNCHEZ

En la película también hablamos de las nuevas formas de explotación sexual, a mí me prostituyeron en una esquina y me traficaron, hoy se ha profundizado la trata. El Gobierno argentino ha dicho que ha rescatado 19 mil mujeres, eso significa que se profundizó porque hasta el año pasado eran 18 mil, entonces no hay prevención. No se está contando todas las mujeres que están siendo prostituidas en sus casas con las plataformas: TikTok, Cafecito y Divas Play, esas son las nuevas formas de explotación sexual.

Cuanta más pobreza hay, más se fortalece eso: es un gran negocio. Cuestiono al sistema, te empujan a ser la puta, a prostituirte.

LOA¿Cómo es el intercambio con los adolescentes?

SS: Logramos armar un espacio amigable donde los adolescentes y las mujeres adultas después de ver la película pueden romper el miedo, el silencio y decir lo que les ha pasado, lo que les está pasando, se genera un espacio amigable donde se pueden expresar. Está siendo una experiencia muy enriquecedora.

LOA: ¿Cómo está la situación a nivel político?

SS: Tenemos gente dentro del Gobierno, como en el Ministerio de las Mujeres, donde ninguna de las ministras incluyó a la prostitución como una violencia. Desde el Comité Ejecutivo de la Lucha contra la Trata, el señor Gustavo Vera vende mentiras, no hay restitución de derechos. ¿Cuántas víctimas rescatadas de las 19 mil son sujetas de derecho? Dos o tres. Argentina lo que está produciendo es una industrialización de la víctima, al no tener trabajo, vivienda, salud.

Hay un parate tremendo porque la prostitución es un gran negocio para los Gobiernos de turno, para cualquiera, menos para la puta, no lo es para esa persona.

LOA¿Qué mensaje te gustaría dar?

SS: El mensaje es para los varones, porque la prostitución la hacen ellos, no las mujeres prostituidas. Ellos sostienen la prostitución y la trata, son los que viven en nuestras casas. Son nuestros padres, nuestros maridos, curas, profesores, pastores evangélicos, jueces, policías, rabinos, jugadores de fútbol, todos esos son puteros.

Cuestiono al sistema, te empujan a ser la puta, a prostituirte

SONIA SÁNCHEZ

Además, quiero dejarles bien en claro que los puteros son parte de la trata de personas con fines de explotación sexual y la trata existe porque existen ellos; la prostitución existe porque existen ellos, a las mujeres las dejaría tranquilitas porque ya bastante violencia tienen.

A los políticos gobernantes de turno, a los que se fueron y a los que son hoy candidatos. En octubre se vota, pero ningún político o partido ha tomado como agenda el feminismo. Hoy el desempleo y la precarización tiene el rostro de mujer al 100%. Mi reclamo hacia los políticos es: ¿cuándo nos van a tomar en cuenta? Existimos, somos más del 60% de la humanidad y en Argentina estamos siendo precarizadas, hambreadas, desempleadas, prostituidas, traficadascada 29 horas nos asesinan. ¿Qué político tomó como agenda todo esto? Ninguno, ese olvido es absolutamente doloroso y rabioso. No hay una propuesta donde las mujeres seamos sujetas de derecho.

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