Your browser doesn’t support HTML5 audio
Las elecciones presidenciales venezolanas han desatado no solo un clima que podría dejar al país al borde de una guerra civil, sino una crisis regional y global que ha dividido al mundo, incluso a las grandes potencias.
Están los países que directamente rechazan la proclamación presidencial de Nicolás Maduro y reclaman duras medidas de presión -en este grupo está la Argentina-, otros exigen que se presenten a la brevedad las actas de votación antes de condenar o aceptar el resultado -aquí está Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil y México, entre otros-, mientras que un tercer grupo aceptó y felicitó a Maduro por su reelección. Este es un grupo minoritario, pero con pesos pesados como China y Rusia.
La votación y los discursos de este miércoles en la OEA dejaron en claro que no hay lugar para posiciones extremas -ruptura total o aceptación del triunfo de Maduro-, sino que se le abre la puerta al gobierno de Venezuela para que muestre con claridad cómo se llegó a este resultado electoral.
Esta salida de la disputa extrema, también le abrió la puerta a un “acercamiento” entre los gobiernos de Argentina y Brasil gracias al cual se encontró una salida a la crisis por la embajada en Caracas. La carta de agradecimiento del gobierno de Milei al gobierno de Lula lo muestra con claridad.
En este contexto internacional y con un país convulsionado con una oposición volcada a las calles, represión, detenciones y muertes, Nicolás Maduro se aferra al poder y puso a Venezuela en una encrucijada con salidas tan distantes entre sí como complejas y de resultados inciertos.
Los posibles caminos:
- Tal como lo exige la comunidad internacional, Maduro presenta las actas completas con los resultados definitivos de la votación. Si ratifican su victoria y resultan creíbles, muchos países aceptarán el resultado. También está la posibilidad de presentar actas sospechadas de fraudulentas, allí cada gobierno deberá decidir como continuar.
- Maduro no presenta las actas y ante la presión internacional llama a nuevas elecciones, esta vez con un mayor control extranjero. Esto tendría que aceptarlo la oposición, pero casi con seguridad no es una salida que acepte Maduro.
- La oposición logra imponer sus números ante la comunidad internacional, continúa movilizando a la población y ante las presiones internas y externas -especialmente de Estados Unidos-, logran que las fuerzas armadas venezolanas apoyen su reclamo y a Maduro no le queda más remedio que abandonar el poder.
- Maduro no presenta actas creíbles pero insiste en su victoria y persigue a los dirigentes opositores acusándolos de saboteadores y golpistas. Se aisla de la región e instala un regimen autoritario que logre el apoyo internacional de potencias como Rusia y China.
Las últimas dos opciones aparecen como las más posibles, pero ambas no se producirán sin el sufrimiento y el dolor de los venezolanos.
No hay que dejar de lado que cuando hablamos de Venezuela nos referimos a un país que cuenta con una de las reservas mundiales más importantes de petróleo y gas. Una condición de peso en el tablero político internacional.
Y en el medio la población venezolana, con una previsible nueva ola de migración y un posible bloqueo internacional que le provocará más dolor y desabastecimiento de productos básicos.
Venezuela no superará esta crisis de manera sencilla. Los distintos caminos que tiene por delante son extremadamente difíciles. Las calles de Caracas y de otras ciudades del país así lo están mostrando.
Leé más notas de Jorge Cicuttin
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario