¿Cuántas personas travestis o trans conoces? ¿Cuántas veces de tu boca o de la de otras personas salió un comentario despectivo sobre las “travas”?
Hay una exclusión que en silencio deja marcas y margina, es la que se aplica socialmente sobre las personas trans, la primera es la familiar, posiblemente la más dolorosa, después aparece la de la educación, las puertas se cierran para obtener un trabajo y las posibilidades de proyectarse se van achicando, así también sus derechos. Esa violencia estructural es el travesticidio social, el término acuñado con el que Say Sacayán, coordinador del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) describe a la expulsión.
“Hay un estigma que existe sobre las identidades travestis y trans, nosotros también hablamos de esto en la sentencia, lo llamamos “travesticidio social”, está íntimamente ligado a esas violencias ejercidas y nunca ha habido una respuesta de ninguna parte del Estado en generar las políticas públicas para que eso pueda modificarse, de parte de un sistema que funcionó así históricamente, eso lleva a que esa expectativa de vida de 35-40 años ocurra”, señala Say a La Opinión Austral.
El crimen por su nombre
Para sus hermanas, ella era “Lala”, su nombre fue Marcela Chocobar y la última vez que la vieron con vida fue el 6 de septiembre de 2015. Tenía 26 años. Después de casi cuatro, comenzó el juicio en el que durante las primeras jornadas se solicitó la ampliación de la calificación por odio -de acuerdo al inciso 4 del
artículo 80 del Código Penal- “de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión”.
“La transfobia o la travestofobia son modos de violencia que intentan hacer desaparecer las distintas expresiones de género”, escribió Diana Sacayán
En la solicitud, la Fiscalía citó la sentencia del juicio a Gabriel Marino que lo halló coautor del delito de “homicidio agravado por odio a la identidad de género y violencia de género” sobre Diana Sacayán ocurrida el 11 de octubre de 2015.
Cuando Diana escribía en El Teje, el primer periódico travesti latinoamericano, sobre las violencias hacia las personas trans le decía “la transfobia o la travestofobia son modos de violencia que intentan menoscabar, ningunear y hasta hacer desaparecer las distintas expresiones de género, porque nuestras formas no concuerdan con la doctrina patriarcal católica y heterosexista”.
“Es necesario nombrar como lo que es, así como las muertes violentas de las mujeres son femicidios, las muertes violentas de las personas trans son travesticidios (en el caso de autopercepción como travesti) o transfemicidios (cuando se autopercibe mujer trans)”, marca Say, hermano de Diana.
A pesar de las permanentes solicitudes de sus hermanas para que la jueza observara que era mucho más que un homicidio, la causa de Marcela se elevó a juicio con la calificación de homicidio simple.
“Nunca se investigaron las muertes de las personas trans y la mayoría de las muertes tienen estas características violentas, hay alevosía, hay una saña, que no aparezca ese cuerpo, las características de ese crimen son las que lo convierten en un hecho violento y de tal magnitud, no es que la mataron sin querer, la dejaron ahí y se desmayó. Se tomaron el tiempo para hacer todo lo que hicieron, hacer desaparecer el cuerpo”, apunta.
Para que alguien piense que puede hacer eso con las travestis trans, evidentemente hubo muchas señales que eso se podía
Existe además una ausencia de accionar por parte de la Justicia, ya que la violencia hacia las mujeres trans y travestis no comenzó en 2015 cuando mataron a Marcela y a Diana. En democracia o dictadura, las violencias persisten.
“La Justicia nunca se ha pronunciado sobre las muertes, significa que ha tenido un faltante y lo va a seguir teniendo en diferentes lugares, nuestra primera estrategia fue diciendo cómo es posible que la Justicia no se haya pronunciado sobre estas muertes”, señala Say, y agrega que “cuando hay alguien que va a pedir justicia
se encuentra con estos representantes que lo único que hacen es expulsarte diciendo que no hay derecho, que no hay vida, que se murió por una muerte pasional, porque alguien le quiso robar. Si alguien te quiere robar te da un palazo en la cabeza, te mata y te caes. Sin embargo, la violencia sigue hasta el final con las personas trans, además se toman la molestia de después de muertas hacer todo lo que hacen con sus cuerpos, hay un informe de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) que habla de las características, qué cosas quieren decir cortarle la cabeza, pegarle en la cabeza, hay muchas compañeras que les han cortado el pene y que les han cortado las tetas, que les han apuñalado la cola. Es directamente dirigido a su identidad queriendo “corregir”, queriendo decir “esto está mal, hay que sacarlo, hay que matarlo, hay que desaparecerlo”.
Acerca del Crimen de Odio
“En el juicio por el travesticidio de Diana Sacayán, los jueces consideraron que uno de los elementos por los cuales se calificó como crimen de odio tenía que ver con la forma en que Diana había sido lesionada. Ella tenía señales de puñaladas, de golpes, había sido amordazada, maniatada, entonces se habían comprobado diferentes formas de conocer el delito, es una característica de este tipo de crímenes, la multiplicidad de forma de causar las lesiones y las agresiones”, explica a LOA Luciana Sánchez, abogada que encabezó la querella en representación de Say Sacayán.
Por otra parte, añade que “se consideró determinante que muchos de estos golpes habían sido en la cabeza de Diana, en su boca, en sus ojos, en los rasgos más femeninos de su rostro. Fue en su casa, un espacio en el que no sólo vivía sino también militaba, en su cama, fijando a Diana en una posición de sexualización, fijándola en una escena que se pretende la escena común a las travestis. Diana siempre fue una travesti fuera de lugar, una travesti que militaba, visible, pública, en ese sentido los jueces consideraron que el crimen estaba dirigido, entre otras cosas, a correr a Diana de ese rol que, por ser travesti, supuestamente desde una visión transfóbica, ese rol no le correspondería a una persona trans, esos fueron algunos de los elementos que fueron considerados”.
Say Sacayán: “Espero que se haga justicia, y hacer justicia es precisamente nombrar a las cosas por su nombre”
El protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género elaborado por la Oficina Regional para América Central del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) expone que las modalidades son varias. Al respecto, la abogada explica que “los crímenes de odio se pueden dar tanto en la vía pública como en escenarios íntimos, en cada caso y en cada escena hay que leer el crimen, cada crimen es particular, y más allá de los elementos comunes que se puedan encontrar en un crimen de odio y en otro, siempre hay que poner esos indicadores en relación con la comisión de un hecho en particular y de un autor en particular”.
“Hay una calidad de amor increíble, el vínculo es lo que lleva adelante esta lucha”, dice Say sobre el pedido de justicia de las hermanas Chocobar
La Justicia, hoy
“El caso es emblemático, no sólo porque ha sido juzgado por la calificación de crimen de odio, artículo 80 inciso 4to y artículo 80, inciso 11, también femicidio, sino porque lamentablemente es uno de los pocos casos que ha sido juzgado, que ha llegado a juicio y además ha obtenido condena. Lamentablemente en la mayoría de los travesticidios apenas si pasan las denuncias, son muy raros los casos en los que se obtiene la condena, y este es el único caso donde se obtuvo una condena con esta calificación. En ese sentido es un parteaguas, porque a partir de ahora en una sentencia que tiene más de 400 páginas y con muy buenos fundamentos, tanto de hecho como de derecho, las y los operadores judiciales tienen una referencia muy concreta de herramientas para trabajar”, remarca Sánchez.
A menos de un año del fallo del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 4 de la Ciudad de Buenos Aires, la pregunta es cuán importante es para la próxima sentencia en el caso de Marcela, Say responde: “los fallos tienen peso de ley, es una herramienta con la que contamos, entonces a partir de ahí hay que empezar a trabajar en los diferentes crímenes de nuestras compañeras y empezar a interpelar a la Justicia de todos los lugares y decirle ‘mire, acá hay un fallo donde dice explícitamente esto’. No se puede negar una violencia, no se le puede negar a la persona travesti trans incluso después de muerta su identidad, la forma en cómo fue muerta y cómo también vivió, para que alguien piense que puede hacer eso con las travestis trans evidentemente hubo muchas señales de que eso se podía. Negar esas muertes, los procesos de investigación o incluso los derechos a la Justicia también es un aporte para que esas cosas pasen. Es importante que se pueda seguir utilizando, que se aplique”.
El amor plasmado en la lucha
“Es importante que la familia, como en mi caso, esté presente, eso también lleva un mensaje hacia otras familias. Nunca se va a remediar la ausencia, que te hayan robado a las personas con las que compartiste toda tu historia, eso inevitablemente te va a modificar, me modificó a mí, que teníamos la organización (MAL) y siempre trabajábamos la temática. Me imagino cómo debe interpelar a las hermanas de Marcela, al tener este vínculo de amor que se da entre les hermanes. La gente interpreta el amor de diferentes maneras, hay una calidad de amor increíble, el vínculo es lo que lleva adelante esta lucha, eso hay que abrazarlo con toda la fuerza del mundo. Desde acá le mandamos todo el apoyo y todo el amor. Estamos esperando justicia, y por cómo se vienen dando las audiencias, lo estamos viendo de una manera positiva, creemos que va por el camino que tiene que ir, eso nos pone muy felices”, manifiesta Say.
“Espero que se haga justicia, y hacer justicia es precisamente nombrar a las cosas por su nombre, me parece que se lo merece Marcela, se lo merecen todas las compañeras caídas. Es devolverle un poco de justicia y un poco de Marcela a la familia”.
El juicio se reanudará hoy a las 09:00 en la Cámara en lo Criminal.
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