El personal del Servicio Penitenciario debió requisar la prisión de nuestra ciudad capital tras disturbios por el hallazgo de un teléfono. No hubo que lamentar personas heridas de gravedad. El hecho reavivó el reclamo por el traslado de la cárcel.

La tenencia de facas en las cárceles de Santa Cruz,
lamentablemente, es muy común, no para utilizarlas sino para intimidar a otros
reos y tener cierta sensación de seguridad.

Las personas privadas de su libertad usan las armas
blancas, fabricadas manualmente, con el fin de responder en caso de que surjan
problemas con otros internos y “pararse de manos” para defenderse. De igual
manera, como es sabido, la tenencia de las mismas está estrictamente prohibida.

En la noche del viernes hubo un hallazgo casi fortuito de
tres facas en la Alcaidía de Río Gallegos, dependencia que se encuentra en la
parte trasera de la Comisaría Primera y que, de un tiempo a esta parte, ha
generado dolores de cabeza, tanto a las autoridades del Servicio Penitenciario
Provincial como a las entidades judiciales.

De acuerdo a fuentes consultadas por La Opinión Austral, todo comenzó cuando un efectivo afectado al SPP
notó que un interno tenía un teléfono celular que no sería de los que el
Gobierno da a las personas privadas de su libertad para que se comuniquen con
sus abogados o sus familiares.

Cabe remarcar que los celulares que la provincia otorga a
los reos son esos viejos, los que no tienen cámara ni acceso a las redes
sociales. Esos teléfonos solamente permiten hacer llamadas.

El interno que tenía el celular con cámara es de apellido
Guillén y se desconoce el delito por el que se encuentra tras las rejas. Ante
la negativa del agente que le había solicitado que le entregue el teléfono,
comenzó un breve intento de negociación que terminó en disturbios entre los
presos.

Como es sabido, cuando se detecta una falta o infracción por
parte de los internos, el “castigo” o la pérdida de beneficios no es personal,
sino que afecta a todo el pabellón. Este fue el desencadenante de los
disturbios entre los presos mismos y contra el agente, incluso Guillén llegó a
insultar al efectivo, según indica el informe al que tuvo acceso este medio.

Tal como lo establece el protocolo, los efectivos
hicieron una requisa en el pabellón, trasladaron a la población carcelaria al
patio y comenzaron a recorrer las celdas junto a la División Canes de la
Policía, en busca de otros elementos prohibidos.

Como resultado del procedimiento, se supo que las tres
facas fueron encontradas en las celdas y, como ocurre en estos casos,
secuestradas y puestas a resguardo en un lugar seguro, tras hacer las
actuaciones administrativas correspondientes.

Posteriormente, el médico policial revisó a los internos
y se supo que ninguno había terminado con lesiones de gravedad.

Descontento
por la Alcaidía

Los medios tuvieron conocimiento del caso por vecinos de
la zona, precisamente del edificio emplazado en la calle Tucumán que tiene
vista al patio interno de la dependencia policial.

Tal como lo informó LOA
en su momento, allá por enero, los privados de su libertad de toda Santa Cruz
hicieron una huelga de hambre pidiendo, entre otras cosas, mejoras en la
infraestructura de las cárceles en las que se encuentran alojados.

La medida concluyó el día después tras una reunión entre
los referentes y autoridades provinciales del Ministerio de Seguridad. Además
el juez Joaquín Cabral debió viajar al interior para realizar una inspección
general de todas las prisiones.

En contraposición a la Unidad Penitenciaria N° 2, institución a la que calificó como “modelo”, Cabral dijo a LOA que ?para él- la Alcaldía debería ser trasladada a otro lugar, fuera del ejido urbano. “Hay nenes en el edificio de al lado y ven todo lo que pasa en la cárcel”, aseguró. El comentario del juez se ve replicado en los vecinos de la zona y, más allá del descontento que muchos puedan tener, el traslado o no de la Alcaldía queda en manos de la provincia

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