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Me las van a pagar” fue lo que dijo un hombre antes de caer en coma inducido hace poco más de una semana en Río Gallegos. La frase, que heló a todos los presentes en la guardia del Hospital Regional, generó un cimbronazo tanto en la Justicia como en la Policía que, hasta el día de hoy, buscan a los sospechosos.

Se trata del caso de Alan Márquez, un camillero del mismo centro asistencial que había caído de un tercer piso del barrio 400 Departamentos de la capital de Santa Cruz en un episodio que continúa siendo investigado por las autoridades.

Tal como lo informó La Opinión Austral, fue en la madrugada del 3 de mayo cuando la Policía tomó conocimiento del hecho. Un vecino de la zona había denunciado haber escuchado caer a un hombre en el patio interno emplazado entre los monoblocks 11 y 12 del mencionado barrio más arriba.

 (FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL) (FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL)
(FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL)

En el caso interviene el personal de la Comisaría Segunda y de la División de Investigaciones (DDI) pero, hasta el momento, no hay certezas sobre si se trató de un intento de homicidio, un accidente o un autoatentado de Márquez.

La familia de la víctima insiste en que alguien quiso arrebatarle la vida al camillero aunque no hay personas detenidas por el hecho. Las averiguaciones continúan en completo hermetismo. Lo más importante para la Justicia y la Policía es la recuperación del hombre que terminó con múltiples fracturas en su pelvis y en otras partes del cuerpo. Principalmente para que pueda dar su versión de los hechos.

Fuentes cercanas al círculo íntimo de Márquez indicaron a La Opinión Austral que, desde el segundo día de su internación, su vida no corría peligro y que, en las últimas horas hubo una buena nueva noticia: Márquez despertó e intentó comunicarse con sus familiares pero todavía sin dar mayores precisiones para ubicarse en tiempo y espacio; posiblemente por los fuertes medicamentos que le han suministrado. Asimismo,  en la jornada del sábado, en horas de la tarde, tras el ok de la obra social, se dispuso su traslado a un complejo de mayor complejidad en Buenos Aires. Su padre lo despidió diciendo “Que te mejores bien, hijo“.

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