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Puerto Madryn vivió este Viernes Santo una nueva edición del Vía Crucis Submarino, una ceremonia única en el planeta que combina fe, paisaje y cultura local. La ciudad chubutense se convirtió, una vez más, en el escenario de una de las representaciones litúrgicas más singulares del mundo cristiano, donde la Pasión de Cristo también se vive bajo el mar.
Miles de personas, entre residentes y visitantes, se reunieron desde las 18:30 en las inmediaciones de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús para comenzar el tradicional recorrido. Las primeras estaciones del Vía Crucis se llevaron a cabo por las calles céntricas, en un ambiente de recogimiento y silencio, hasta llegar al Muelle Comandante Luis Piedra Buena, punto de partida de la parte más esperada de la ceremonia: el tramo submarino.


Ya en la costa, con el cielo completamente oscuro y el mar en calma, el momento más simbólico comenzó. Una cruz iluminada descendió lentamente en las aguas del Golfo Nuevo, acompañada por buzos profesionales, nadadores, kayakistas y embarcaciones sin motor. En tanto, un sacerdote transmitía la lectura de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo desde tierra firme, a través de un hidrófono que llevaba el mensaje hasta los protagonistas en el agua.
Durante aproximadamente 500 metros, la cruz fue guiada en silencio por el fondo marino. Las tenues luces de los buzos, el reflejo del agua y el resplandor de la cruz generaron una atmósfera sobrecogedora, que fue seguida con atención y respeto desde la orilla por los fieles, muchos de ellos con velas encendidas.
Las imágenes captadas durante el evento revelan la potencia visual de esta experiencia. La cruz suspendida en el azul profundo, rodeada de figuras humanas que se mueven en calma, refleja una espiritualidad que trasciende lo terrenal y se funde con el entorno natural. Mar, fe y cielo se unen así en una postal que cada año recorre el mundo y asombra a quienes la descubren por primera vez.
Esta iniciativa, que comenzó en el año 2000, no solo ha ganado prestigio internacional, sino que también se ha transformado en un símbolo identitario de Puerto Madryn. Conecta la religiosidad popular con el espíritu patagónico y la relación íntima que la comunidad mantiene con el mar.
Al finalizar el recorrido, los buzos emergieron sosteniendo la cruz, y el público respondió con un aplauso respetuoso, cargado de emoción. La playa, aún iluminada por las velas de los presentes, se convirtió en un espacio de contemplación, donde el fervor religioso se vivió con una profundidad pocas veces vista.
De esta forma, Puerto Madryn volvió a ofrecer al mundo un espectáculo espiritual y visual sin comparación. El Vía Crucis Submarino no solo conmemora la Pasión de Cristo, sino que también reafirma el vínculo de la comunidad con su entorno y su cultura. Una ceremonia que emociona, sorprende y deja huella.
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