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Por VGM Miguel Ángel Trinidad, S/C 62, RIMec 3 Gral. Belgrano. Lima, Perú, 12 de junio de 2024.

Nos conocimos en 1981 en el cuartel de La Tablada, que compartían dos unidades distintas: el Regimiento de Infantería Mec. 3 y el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada X, a esta última pertenecía él.  Solía cruzarlo en el Casino de Oficiales pues Alejandro era asistente de un teniente, de apellido Bertolini, si mal no recuerdo. En mi caso, al ser soldado que cumplía funciones en la Plana Mayor del Regimiento 3, ir al Casino no era la excepción. En esa época solo éramos camaradas, con cierta cercanía por compartir tiempos y espacios en común. Pero el vínculo fuerte vendría al regreso de Malvinas. A pocos meses de finalizada las acciones bélicas en el Atlántico Sur, un puñado de ex conscriptos conformamos en Capital Federal, el primer Centro de Exsoldados Combatientes en Malvinas (CESCEM). Al año siguiente 1983 Alejandro se acercó, y además de sus ganas de militar en nuestra incipiente organización, el conocimiento y vínculo previo entre ambos, contribuyó a que su aporte fuera cualitativamente muy relevante. El formó parte de la mítica primera gran marcha de los ex combatientes del 2 de Abril de 1984 desde el Obelisco a la entonces Torre de los Ingleses cuando sin el apoyo del Estado y con toda la prensa políticamente correcta, en contra, logramos convocar a más de 25 mil personas y orgullosamente marchamos con nuestros uniformes. Horas y días de reuniones, de pegar afiches, distribuir volantes, atender a los compañeros que se acercaban a la también mítica oficina que por más tiempo tuvimos, la que se hallaba en un antiguo edificio de Rivadavia 1260, donde es una calle,  previa para convertirse en avenida en la plaza del Congreso.

Es importante poner, a quienes leen esta semblanza sobre Alejandro Alegre, en el contexto político, social que vivía la Argentina hace más de cuatro décadas atrás. Los excombatientes, que luego pasamos a ser llamados Veteranos de Guerra (VGM) éramos un segmento poblacional muy pequeño: 14 mil efectivos que habíamos participado de la Campaña de Malvinas en las tres fuerzas. A partir del 14 de junio de 1982 habíamos iniciado la batalla más compleja que la propia guerra: la post guerra, que en términos individuales y colectivos tenía componentes y efectos psicológicos, sociológicos y políticos que nos hacían un segmento social cuantitativamente reducido, pero simbólicamente importante, y por, sobre todo, muy molestos. Si al régimen ya moribundo de la dictadura cívico militar les fuimos molestos, a la incipiente democracia también. Ambos estadios de gobiernos y por consiguiente al establishment mediático en particular, nos ninguneaban. Muchos se lamian sus heridas refugiándose en sus hogares y barrios. Nunca abrimos juicios sobre la manera que cada uno eligió atravesar esa etapa -que no fue corta- de la mejor manera que lo considero. Es como juzgar si Kunta Kinte era mejor que el personaje de La Cabaña del Tio Tom. Podría caernos mejor uno u otro de los personajes que padecieron la esclavización, pero hubo muchos Kunta Kinte y muchos Tío Tom. Así que, al ninguneo de la desmalvinización, cada uno eligió su estrategia de sobrevivencia y resistencia. Y lo respetamos. Pero Alejandro elegio sin dudar ser un Kunta Kinte malvinero en épocas que no fue fácil serlo.

Dueño de un temperamento predominantemente “alegre” -vaya por la cacofonía con su apellido- Alejandro Alegre, poseía una disposición de todo terreno, buen humor y una persona muy afectuosa y nada tímida. Al igual que otros de los primigenios militantes del CESCEM, tanto de Capital como los de Chaco, Corrientes y otras provincias que se conformaron como pioneros entre 1982 y 1984, Alejandro era lo que podemos llamar un militante convencido, sin miedos (es importante mencionar al “miedo”, ya que esa primera etapa fuimos permanentemente objeto del reglaje de los Servicios de Inteligencia de cada una de las fuerzas armadas, de Seguridad y por supuesto también de la SIDE); en los álbumes que hemos logrados digitalizar podemos ver a Alejandro en cada acto, reunión, entrevista de prensa, con una sonrisa o con un semblante motivador. En su militancia no estuvo solo: lo acompaño siempre, su esposa Claudia. El 10 de septiembre de 1984 tuvo lugar un hecho heroico e histórico en el muelle Almirante Storni -curiosamente el mismo puerto de aguas profundas de donde desembarcamos del buque británico Camberra el 19de junio de 1982- , el pueblo patagónico residente tanto en Madryn como Trelew protagonizó lo que se conoció como ” El Madrynazo”, cuando obligaron a retirarse del muelle a un buque de la Armada de EE.UU.   ¡La gente invadió el muelle y frente a la tripulación les gritaba “Pueblo, coraje! Al yanki dale el raje”. Se retiraron de inmediato. Los efectivos de la Armada Argentina y la Prefectura Naval no se atrevieron a enfrentar al pueblo patagónico.

Enterados de ese evento que nos hinchaba el pecho, Alejandro formó parte de los más entusiastas promotores de un viaje a Puerto Madryn, lo más pronto posible, para homenajear a esa población. Enseguida conformamos un equipo de trabajo para conseguir aliados en organizaciones de lo que hoy se llaman “sociedad civil” y las agrupaciones políticas, para tener apoyo logístico en nuestro viaje y luego para realizar un acto en el mismo muelle Storni como reconocimiento a la valentía de esos patagónicos. Que diferencia con las actuales épocas en donde un presidente se arrastra como un felpudo ante la potencia ocupante.

Ese viaje a la Patagonia, si los recuerdos no me fallan, fue una motivación para que Alejandro decidiera establecerse en Rio Gallegos, donde había nacido. En 1985 fuimos con mi esposa a visitarlos a él y a Claudia. Ya estaban afincados en su tierra de nacimiento y contra vientos reales y de los otros, fundó el primer CESCEM en el Fin del Mundo. Como toda ciudad de clima muy frío la vida social transcurre dentro de las casas. Alejandro y Claudia nos dieron hospedaje físico y calidez humana sincera y sentida. Mantuvimos contacto hasta 1986. Ya para ese tiempo, 1985, Alejandro presentaba un indicio en uno de sus ojos de lo que posteriormente le causaría la muerte siendo todavía muy joven. Nunca le dió importancia a ese síntoma de su vista. Tampoco supe que había fallecido -pues quien esto escribe no reside en suelo argento desde inicios de los 90 hasta el presente- hasta que en el 2012 al pasar por la capital de Santa Cruz, escala obligada para el primer regreso a Malvinas, tome conocimiento de una plazoleta que llevaba su nombre. Así establecí contacto epistolar con su hermana. Y posteriormente en el 2014 conocí en Caracas a un camarada del RI 6, Andrés Fernández Cabral, actor, productor y director de teatro, militante de la Causa Malvinas, cuya amistad me honra, quien me conto más pormenores de la vida y el fallecimiento del querido viejo camarada y compañero de militancia malvinera de la primera hora. En mi último viaje a Malvinas, Andrés, con quien además de una amistad también compartimos una militancia sui generis en el ámbito de la Causa y la Cuestión Malvinas (ambos formamos parte del Grupo de Reflexión La Malvinidad), me mostró los lugares donde brilla el nombre de Alejandro Alegre, como reconocimiento de las autoridades locales y el pueblo de Rio Gallegos por su condición de ex soldado combatiente en Malvinas y como fundador de las primeras organizaciones de ex combatientes. Imposible no ufanarme de haber conocido a Alejandro. Conservo en los recuerdos todas las características que hacían de Alejandro un ser humano noble y un militante que no conocía el “no se puede” en épocas en que tal vez el “no se podía” era aceptado por otros. Sobreviven a ese puñado inicial varios militantes. Tristemente Alejandro nos dejó siendo muy joven, pero quedó su impronta ya descrita como ejemplo para todo aquel que tenga la edad que tenga, pero sienta que Malvinas le duele, vea en su historia una motivación para hacer algo por el único hecho de la historia nacional contemporánea que logró unir a la gran mayoría de los argentinos, superando las diferencias de orden social, político, confesional, o el que fuere. Como escribió Fernando Cangiano -que también fue de la misma Unidad que Alejandro, y militante de la primera hora del CESCEM de Capital: “Malvinas, el hecho maldito del país cipayo”, nos da fuerza para continuar con la Causa.

Gloria a Alejandro Alegre porque supo honrar el rol que la historia le otorgó al ir a Malvinas a defender la Patria y ser militante de acero en la postguerra desmalvinizadora y apátrida que volvemos a enfrentar ya como sexagenarios, pero con el mismo espíritu de jóvenes. Si Alejandro Alegre hoy estuviera con vida, no tengo la menor duda que sería parte de esta nueva resistencia ante la ignominia que significa el presente de una Patria de rodillas.

JORGE ALEJANDRO ALEGRE  (VGM)

Nacido en Río Gallegos el 19 de Julio 1962.  Fue convocado en el año 1981 a cumplir con el servicio militar obligatorio en el Escuadrón de Caballería Blindado X en el Regimiento VII DE LA TABLADA – PCIA DE BUENOS AIRES.

Combatió durante el conflicto bélico en las Islas Malvinas. Al regresar al continente, dedicó gran parte de su vida a difundir y defender la causa Malvinas, siendo uno de los impulsores de la creación del Centro de Veteranos de ex combatientes de Malvinas de Río Gallegos.

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