El 25 de febrero de 1950, nacía en Río Gallegos. Hijo de Néstor Carlos Kirchner y María Juana Ostoic. Tuvo dos hermanas: Alicia y la más chica, María Cristina.

 

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Hizo la primaria en la Escuela Uno “Hernando de Magallanes”. Tenía unos ojos saltones porque de bebé tuvo tos convulsa y estrabismo. Por eso lo apodaron ‘Lupín’, como el de la historieta de la revista Capicúa. Al secundario lo hizo en el Colegio Nacional República de Guatemala.

 

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Estudió abogacía en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Ahí fue que en 1974 conoció a Cristina Fernández, con la que se casó el 8 de mayo de 1975.

 

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Era peronista de cuna y, en esos años, militante activo. Por entonces, la noche de la dictadura militar ensombrecía el país y por eso, a mediados del ’76, con el golpe instaurado, él y Cristina se vinieron al sur. Vivieron en la calle 25 de Mayo. Ahí fundó su estudio jurídico y en 1977 la pareja tuvo a su primer hijo, Máximo.

 

Recién cuatro años más tarde, Néstor, su esposa y su hermana Alicia fundaron el Ateneo Juan Domingo Perón, y en el ’82, la unidad básica Los Muchachos Peronistas, con la que logró apoyo para la Intendencia de Río Gallegos en las elecciones de 1983. En 1987 encabezó la lista del Frente para la Victoria Santacruceña y se convirtió en intendente, dando un fuerte impulso a la obra pública.

 

En 1987 ganó las elecciones para Intendente de Río Gallegos.

 

Cuatro años después jugó la gobernación y asumió con el 61% de los votos. Florencia, su segunda hija empezaba a caminar.

“Recibo una tragedia. No hay plata para sueldos, no hay nada en la caja, sólo pagarés”, contaría luego el gobernador.

 

 

Frente a la crisis económica tomó decisiones sustanciales. Declaró la emergencia económica y bajó los sueldos. Pagó con cuasi monedas y cuando logró que el Estado Nacional le pague US$ 630 millones por regalías petroleras mal liquidadas de YPF, colocó el dinero en el exterior.

 

 

Diez años más tarde, los argentinos y argentinas hablaríamos de “corralito”, pero ese dinero de Santa Cruz no se vio afectado. Así y todo, en 1995 Néstor fue reelecto gobernador por el 66,5% de los votos. En 1999 Kirchner fue elegido por tercera vez.

 

Para fines de 2001 la pobreza había alcanzado un histórico 54% y el desempleo afectaba al 25% de la población activa del país. El ministro de Economía de la Nación, Domingo Cavallo, decretó medidas de salvataje a bancos con el dinero de la gente, incluido el 13 por ciento que les sacaron a los jubilados.

 

Caos social, caos económico. Dolor y “que se vayan todos”, los muertos en la plaza, De la Rúa acorralado y el helicóptero como símbolo de una alianza que gobernó de espaldas a la gente.

 

Luego de una semana de cinco presidentes, Duhalde quedó al frente de la transición. Felipe Solá no quiso jugar a la presidencial, Carlos Reutemann no se animó, tampoco José Manuel de la Sota, y Néstor estaba dispuesto, por eso, con la ayuda de Alberto Fernández logró el apoyo de Duhalde para presentarse.

 

La inolvidable foto. Eduardo Duhalde le entrega el bastón a Néstor Kirchner, en 2003

 

La Masacre de Avellaneda adelantó las elecciones y el 27 de abril del 2003 Néstor y su compañero de fórmula, el ex deportista Daniel Scioli, consiguieron el 22,25% del total, por debajo de la fórmula Menem/Romero. Pero el riojano se bajó de la segunda vuelta.

 

2003. El 25 de mayo, Néstor asumió la Presidencia con apenas el 22% de los votos. En su discurso propuso “un sueño” y cambió el orden establecido. Fue un país que miraba a Latinoamérica y no al norte.

 

Llegaría el 25 de mayo de 2003, una fecha para nada casual en la liturgia kirchnerista. “Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias…”.

A ese Gabinete se lleva a tres figuras que lo acompañaron desde la Intendencia: Carlos Zannini, Julio De Vido y su hermana, Alicia, que juró en el Ministerio de Desarrollo Social

 

Néstor creía en el Estado presente, por eso lo trajo de vuelta y estatizó las empresas que el menemismo había puesto en manos ajenas: Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino.

 

Creía que para levantar al país debía generarse consumo y que para que las personas pudieran consumir, debían tener mejores ingresos. Así fue que mejoraron las jubilaciones, se creó una ley para motorizar el turismo, se lanzó el plan federal de viviendas, y se derogaron leyes de flexibilización laboral.

En paralelo, se modificaban asuntos estructurales, que abrirían las puertas a un nuevo modelo de país, más cercano a la defensa de los derechos humanos. Así, Néstor renovó la Corte Suprema de Justicia.

 

Su gobierno anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, de Raúl Alfonsín y el 24 de marzo de 2004, en el marco del primer aniversario del golpe de Estado de 1976 que le tocaba vivir como presidente, Kirchner ordenó descolgar los cuadros de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone.

 

El día que Néstor Kirchner ordenó bajar los cuadros de los dictadores en el edificio de la ex ESMA

 

“…Por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”, dijo ese mismo día, cuando les entregó la ESMA a los organismos de derechos humanos para hacer un espacio de la memoria.

 

Pese a cualquier pronóstico, el 3 de enero de 2006, Néstor anuncia que el país estaba desendeudado. Era un Nunca Más al FMI.

 

Néstor gobernó con omnipresencia y detrás de cada detalle. Después de cuatro años en la Presidencia había alertas sobre el desgaste físico, en su salud. Por eso, y porque con Cristina tenían el acuerdo de gobernar los dos, no se presentó a la reelección.

En 2009, encabezó la lista de diputados del FPV, pero perdió contra Francisco De Narváez, un empresario pintoresco del PRO, que hoy ya es apenas un recuerdo.

 

Néstor Kirchner, acto en el Boxing Club.

 

La última vez que ‘el pingüino’ encabezó un acto en Santa Cruz, fue el 8 de octubre de 2010, en el Boxing Club, donde convocó a quince gobernadores. 18 días más tarde su corazón dijo ‘basta’.

 

Muere en El Calafate y sus restos viajan hasta Buenos Aires para que lo despida el pueblo. Luego llegaría a Santa Cruz. Hoy es símbolo de militancia, de esa generación “diezmada” y de la juventud.

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