En nuestro país hay más mujeres que varones en los poderes judiciales provinciales, aunque ellas son menos en los lugares de toma de decisión.

Según el último informe de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a cargo de Elena Highton de Nolasco, estamos en más de la mitad de los puestos (56%), pero hay techo de cristal para acceder a ser juezas, fiscalas o defensoras.

 

 

En la esfera federal la cosa no mejora y se cree que cada tres camaristas, una es mujer.
Se trata de datos estadísticos, pero cuya revisión toma hoy volumen, en un contexto en el que matan a una mujer cada 23 horas -tres de cada diez víctimas denunciaron a su atacante, y las miradas van hacia el Poder Judicial, al que el NiUnaMenos le movió las estructuras.

 

 

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Santa Cruz es una de las provincias donde hay mayoría de mujeres en la cúpula del Poder Judicial. Son tres vocalas en el máximo tribunal presidido por Paula Ludueña, que recibió a La Opinión Austral en su despacho del cuarto piso para hablar del 8M, Déa Internacional de las Mujeres.

 

Es un día de lucha, un día para estar juntas, para reflexionar

 

“Cambié mucho con el ocho de marzo. Era muy rebelde al ocho de marzo y de más joven, más todavía. Me acuerdo que cuando recién nos casamos, mi marido vino con flores y con algo y tuvimos esta conversación. Hoy lo internalicé como un día de lucha, un día para estar juntas, para reflexionar”, contó.

 

Paula Ludueña, presidenta del máximo tribunal santacruceño. FOTO: NAZARENA USANDIVARAS/LA OPINIÓN AUSTRAL

Presidenta ta…ta

Que Ludueña fuera electa por sus pares para presidir el Tribunal Superior no causó sorpresa porque, casi desde la vuelta de la democracia a esta parte, ese espacio estuvo ocupado por una mujer de enorme carácter: Clara Salazar, que falleció en 2016.

 

 

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“El camino fue casi sin darme cuenta, no lo busqué. Cuando yo entré acá hace diez años, éramos tres mujeres porque estaba Clara y con ella como ejemplo, para ninguna mujer hubiese sido difícil ocupar este lugar”, explicó.

 

Clara Salazar fue presidenta del tribunal desde 1984 a 2016.

 

Salazar fue una gran defensora del acceso de las mujeres a la Justicia Provincial y también la responsable de que Santa Cruz haya sido la segunda provincia del país en contar con una Oficina de Violencia Doméstica, gracias a un convenio que firmó en 2009 con la Corte Suprema, aunque se inauguró recién en el año 2013.

 

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Por eso, para Ludueña, “teniendo ese paraguas gigante que ella nos puso, no viví discriminación por género en el tribunal, pero sí se da en instancias más bajas”, advirtió.

 

 

 

 

 

Sin embargo, los obstáculos para que las mujeres se desarrollen en ámbitos profesionales muchas veces se acumulan puertas adentro de sus casas, junto con las tareas de cuidado que recaen sobre ellas. Ese es también el entramado invisible que gravita sobre sus cabezas, sus ambiciones y sueños.

 

Ludueña contó que ser presidenta del Tribunal no fue algo planeado, aunque “nunca le esquivo a las balas”, y que hay un factor cultural que opera en Santa Cruz para que su caso no sea una excepción.

“Santa Cruz tiene muchas mujeres en lugares altos con representación femenina, debe ser por nuestra conformación, a mí eso me encanta de la Patagonia, no tenemos esas culturas machistas que se ven en otros lugares del país”, afirmó.

 

 

En parte, esa idea se corresponde con que la iglesia no tiene el peso político que ostenta en algunas provincias del norte, como Tucumán o Jujuy. De ahí tal vez surge un mayor grado de cumplimiento de leyes que garantizaron derechos como matrimonio igualitario o la interrupción legal del embarazo, o que legisladores y legisladoras de la región hayan aportado la mayoría de sus votos para que el aborto sea legal.

Aún así, hay matices.

Chubut, que es parecida a nosotros, no sé si tiene alguna mujer, ahora creo que hay candidatas, pero cuando estaba íntegro el tribunal eran todos varones. En Tierra del Fuego está María del Carmen Battaini, que tiene mucha protección nacional”, apuntó.

“Me empoderó mi papá”

Ludueña se reconoce una mujer empoderada. “Trato de empoderar a mi hija, a mis amigas, de fortalecer a todas las mujeres que me rodean. No es que me siento empoderada ahora, a mí me empoderó mi papa de chiquitita”, dijo sobre Felipe Ludueña, el exsenador que bautizó al puerto de Caleta Olivia en honor a ella.

 

 

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“En el 76 yo tenía dos años y a mi papá lo echaron de YPF, eso fue lo más leve, porque las pasó todas. Era de la resistencia peronista y por eso vino a Santa Cruz. Estuvo desaparecido, preso. Siempre me educó a su imagen y semejanza, como si yo fuera varón. Bueno chiquita, vos tenés que estudiar, vas a hacer tu carrera y vas a depender de vos y nunca de nadie, me decía y eso les trato en inculcar a mi hija y a mi hijo, el respeto por las mujeres”, reveló.

Seis años gritando

Este 3 de junio va a cumplirse el sexto aniversario del Ni Una Menos, la multitudinaria protesta de los feminismos que salieron a reclamar el fin de los femicidios, cometidos en su mayoría por exparejas y parejas.

 

 

 

 

Después de ese grito colectivo para generar consciencia y que es ejemplo en el mundo, Argentina sancionó la Ley Micaela , que obliga a aplicar perspectiva de género en los tres poderes del Estado.

El objetivo fue y continua siendo, aunque todavía sin conseguirlo, evitar esas muertes por haber nacido mujeres.

“Decir qué cambió es difícil para mí. Tengo diversas miradas porque por un lado, las cosas sí están cambiando y estamos como más empoderadas y lo que quieras, pero por otro lado los femicidios no paran. Estamos en un quiebre, en el peor momento de resistencia del patriarcado, y por eso las consecuencias, y duele un montón. Espero que sea el peor momento de la tormenta y que después esto pase, pero creo que para eso hace falta educación en la casa, en la escuela y, por supuesto, cambiarle el chip a los varones. No diría que esto último es nuestra tarea como mujeres, pero debe suceder de inmediato”, reflexionó.

 

Las cosas están cambiando… pero los femicidios no paran. Estamos en un quiebre

 

Y esa resistencia no es casual. Suele decirse en el movimiento de mujeres que opera como una ola, porque avanza conquistando derechos y retrocede con la reacción de quienes no quieren perder privilegios.

“Resabios de machismo”

Que el Poder Judicial esté tensionado por la mirada del movimiento de mujeres interpela no sólo a la necesidad de generar cambios a través de nuevas leyes y reformas, sino a una inspección sobre quienes tienen perspectiva de género para decidir sobre la vida de los demás y quienes no debieran operar en el servicio de Justicia, atados a prejuicios que sostienen a las mujeres en un rol de subordinación.

 

 

 

 

“Algunos actores deben transformarse o irse del Poder Judicial si no incorporan la perspectiva de género”, dijeron desde el Gobierno de Alberto Fernández luego del discurso inaugural de sesiones del parlamento, después de que el presidente insistiera con la reforma judicial, una que debe pensarse en clave feminista.

 

El camino está trazado con el sistema acusatorio que pone en el centro de la escena la oralidad y la escucha a las víctimas, a las que hoy -en muchísimos casos- no se les da voz o no se les cree.

“Creo que estamos en el peor momento, porque se hace mucho, se trabaja mucho, se trata de concientizar y no se nota, siguen matando mujeres, no afloja”, insistió Ludueña, segura de que el cambio es cultural.

Si tuviese que darle un mensaje a las mujeres en este 8 M, “diría que tenemos que seguir luchando, que falta un montón, que vamos por buen camino, pero sigamos. Yo hablo mucho con Sabrina Granero (titular de la OVD y la Oficina de Género), que es una de mis ídolas y que está más en contacto directo con las personas que se capacitan, y la verdad es que todavía hay muchos resabios de machismo. Tenemos que cambiar, ser solidarias con nosotras, sino esto no va a cambiar más”.

 

La empatía y la sororidad, sobre todo en funcionarias del Poder Judicial, es clave en tiempos donde los reclamos de las mujeres deben mirarse con lentes violetas.

 

Por ahí una no vive violencia en la casa, pero tenés que tener empatía con la que sí

 

Por ahí una no vive violencia en la casa, pero no podés no tener empatía con la que sí lo vive. Tal vez al cambio no lo vamos a ver nosotras, pero para nuestras hijas y las que vienen tiene que llegar un punto que seamos iguales, entonces no aflojemos”, pidió, segura de que “si no tenés empatía, no podés tomar buenas decisiones”, finalizó.

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