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Álvaro “El Tano” Masci falleció en la ciudad de Río Gallegos a la edad de 77 años. Fue comisionado de Fomento de la localidad de El Chaltén y emprendedor turístico al construir un alojamiento en 1988.
Masci fue uno de los primeros pobladores que en 1988 se instaló en el entonces paraje El Chaltén con un galpón de 16 x 6 metros en un terreno que lo usó co obase de operaciones de la Estancia Lago del Desierto. Luego se convirtió en el primer comisionado de fomento en el periodo del 6 de septiembre al 24 de diciembre de 1991 y del 10 de diciembre de 1995 al 9 de diciembre de 1999.
El portal Señal Calafate informó que sus restos son sepultados en la capital provincial, donde residía.
En marzo de 1988 Álvaro Masci construyó una posada, el primer edificio privado dentro del ejido urbano en momentos que aún continuaban llegando los servidores públicos, según consta en un acta del Parque Nacional Los Glaciares. En octubre de ese mismo año lo habilitó. Ese año llegaron los primeros pobladores. Luego hubo una segunda oleada de migración desde 1990. Al año siguiente se creó la primera Comisión de Fomento.
Escribió tres libros: “De los Apeninos a la Cordillera de los Andes”, “Un lugar en el Paraíso” (historia del Chaltén) e “Historia del Lago del Desierto”.
Álvaro Masci, el pionero de El Chalten que empezó con una carpa canadiense
El propio Álvaro Masci contó una vez como fue que se convirtió en uno de los primeros pobladores de la zona. “José Tapia fue un funcionario del Consejo Agrario Provincial que creyó en mi iniciativa, para ingresar a una zona potencialmente conflictiva donde se sostenía un juicio por usurpación. Así en marzo de 1988…me otorga un permiso de ocupación provisoria en el marco de un acuerdo que se estaba gestando con Parques Nacionales, fundamentándolo en la necesidad de construir una base de operaciones para mi propiedad en el Lago del Desierto”, narró en Aventura Chalten.
“El campo lo adquirimos en septiembre del año 1986 y algunos días después me instalo en el camping Confluencia, en espera de la llegada del tractor de GN que a la mañana siguiente me llevaría a La Florida”.
“Pero mis viajes eran frecuentes y lo hice en alguna oportunidad con mi esposa con una carpa tipo canadiense, que el viento intentó llevarse en el primero, en plena madrugada aún con nosotros en su interior con fiereza nunca vista, despertándonos al unísono sujetándola ambos solo por instinto”.
“Dicha situación nos motivó concurrir al Consejo Agrario Provincial para intentar se nos adjudique un lote en la nueva localidad. Afortunadamente contamos con la sensibilidad de su presidente, que en nuestra presencia se comunica telefónicamente con PN a fin de comunicarles que, dentro del principio de acuerdo nos iba a entregar un certificado de ocupación provisorio, en el radio urbano proyectado. Tuve libertad de elegir el lugar y lo hice al reparo de los fuertes vientos, considerando que dicho lugar por tal motivo ya había sido ocupado por la empresa constructora de las casas alpinas. Apenas arribo el 14 de marzo con los materiales, se me confecciona un acta e informa: “que no se puede extraer áridos” y que se me iba a indicar el lugar donde podía obtener leña”.
“El problema es que venía fuertemente mentalizado para realizar una construcción sólida y sin arena no era posible. Por tal motivo esa noche maquiné una estrategia, dado que con insistir no iba a llegar a buen puerto.
“Decidí Concurrir al Calafate donde comandaba un administrador de tipo progresista – JULIO CIURCA – que escuchando mis razones solo pregunta ¿y cuál es el problema? Que me permitan extraer veinte metros cúbicos de arena y que deseaba pagarla. Bueno eso no es un inconveniente y ordena la confección del recibo…satisfecho regreso al Chaltén.
“Con la exhibición del comprobante manifesté imperativamente al Guarda Parque: Ya pagué por la arena y por lo tanto los voy a extraer del único lugar disponible (la bajada de acceso- margen derecha al salir del pueblo) no existiendo oposición alguna por parte de Ricardo Ceferino Fonzo, persona muy correcta con la cual rápidamente entablamos una buena amistad, visitándonos asiduamente luego de la apertura de la Posada (casi todas las tardes).
“De esta forma el problema de los áridos quedó zanjeado para quienes llegarían más tarde.
“Ahora…quien me sucedió fue el arquitecto Tito Cuggini con motivo del inicio de la construcción de LA ALDEA, tomando arena lavada en la costa donde confluyen el Río de Las Vueltas y el Fitz Roy, siendo sorprendido por el guarda parque Mateo Willy en plena carga, quién tocando su arma le dice “esto es para que se cumplan los reglamentos” y lo lleva hasta su oficina para confeccionarle un acta o multa.
“Se trataba de un material fino que ya había tomado como ensayo pero que concluí desechando dado la cantidad de cemento extra que insumía por su falta de liga.
“En el pueblo no existía disponibilidad siquiera de un clavo, lo que hace imaginable las dificultades a resolver. Mis albañiles pernoctaban en un tráiler sin calefacción y preparaban sus alimentos en un tambor de hierro de 200 litros adaptado a cocina, instalado al abrigo de una enramada y de una lona para protección de las inclemencias climáticas. Yo lo hacía en una casilla rodante de dos ejes, acompañado por mi hijo mayor o por mi esposa.
“Pero, un hecho importante ocurrido en torno al 17 de febrero de ese año de 1988, me motiva darle también un destino turístico con algunas modificaciones al proyecto original. Aguardando la próxima ruptura del glaciar Perito Moreno, cientos de carpas de tipo iglú se encontraban diseminadas por los alrededores. A tal fin con el edificio ya techado, volví en junio y julio reactivando la obra para intentar inaugurarla en el próximo aniversario de la localidad.
“Mediante una batería extendíamos las escasas ocho horas de luz que suministraba la usina, prolongando hasta la madrugada los trabajos. Mientras un matriculado se encargaba del gas y el agua, tuve que ocuparme de la luz con un cursillo de diez minutos que me dicta el gerente local de la E.P.S.P. Norberto Perotti.
“En este primer viaje invernal, ya instalado en el pueblo, se encontraba tan resbaladiza la ruta por hielo seguido de una fina llovizna, que era imposible bajarse de la pick-up sin correr el riesgo de romperse una pierna, insumiendo desde Río Gallegos unas catorce horas por cuanto no era posible colocar la directa.
“Un ingrediente inesperado acelera la obra, cuando manifiesto a mi compañero desconocer el comportamiento del invierno que se encontraba en uno de sus meses más frío.
“Ante el temor de quedar encerrados e inmovilizados, decidimos forzar los trabajos para concluirlos en tiempo record, que solo insumieron dos o tres días. Religiosamente cenar a las 22 horas, acostarnos alrededor de las 3 y levantarnos a las 8 para continuar 8,30.
“En el parque el guardián era Ricardo Ceferino Fonzo, quien tras un fatal accidente en el río es reemplazado por Adrián Falcone y Guillermo Mateo Willy quien lo hizo con ambos.
“En el antiguo puesto Rojo de la estancia San José en las inmediaciones del camping de Parques Nacionales (MADSEN) vivía Rodolfo Guerra en ese entonces el único baqueano del lugar. En Madsen vadeando el Río de Las Vueltas se encontraba Isolina Ogrizek, que más tarde se convertiría en su esposa.
“Ivo Domenech habitaba en su estancia CANIGO al otro lado del río, donde también solía encontrarse un simpático personaje de origen yugoslavo buscador de oro, Mateo Rocic. Más tarde obtiene su certificado de ocupación provisoria y comienza a construir un local sobre la calle Güemes, y con la llegada de los materiales del techo que le transporto desde Río Gallegos, lo concluye alquilándoselo a Jorge Ferrari de la firma Rocasol. Siendo ésta la segunda obra privada del pueblo.
“Luego le sigue la estructura de lo que fue más tarde La Aldea, la Torcida y las cabañas Cerro Torre. Continúa por orden de aparición el restaurante de Norberto Perotti y en 1990 la hostería Fitz Roy Inn de Walter Douek, que años más tarde vende a Rubén Aquino, propietario de la línea regular Chaltén Travel.
“Desde la primera hora Pedro Kolesnik se desempeñó como dependiente del restaurante de Norberto Perotti y más tarde en La Senyera, logrando con el tiempo luego de innumerables sacrificios poseer su propio negocio PANGEA. Conformando este un clásico ejemplo de temple y perseverancia que suelo poner como ejemplo.
“Raquel Walker era una ingeniera agrónoma norteamericana contratada originalmente por Parques Nacionales, para un relevamiento de especies vegetales en la zona y, en particular de los helechos gigantes.
“Terminada su misión, permanece en el Camping Confluencia en una carpa con su hija, soportando las crudezas del invierno que en ocasiones alcanzaba los 20 grados bajo cero, con una estufa a leña, siendo agradable, sufrida y aguerrida con un temple de acero. Y quisiera describirla: Su pelo era castaño claro, delgada, de buen porte, ojos azules y cara pecosa. Lo que se denomina una “clásica gringa.” Mantenía su acento de origen proliferando el castellano solo con palabras sencillas. Sincera y con un alto grado de educación.
“Conoce a Roberto Lara y con el tiempo formalizan pareja, iniciando ambos las primeras construcciones de la estancia LA SUERTE. Disponía de buenos amigos conocedores de la madera, entre ellos Claudio Bórquez el que construirá más tarde allá por 1989 la casa emblemática del Chaltén conocida como “la torcida,” quienes a título de colaboración concurrieron con moto sierras a prestarles ayuda para la construcción de la vivienda.
“Sembraba maíz al estilo indio trazando los surcos en el suelo con un palo, pero el clima no era el adecuado y si brotaba la planta sin dudas carecería de frutos. Era además una mujer muy valerosa, que atravesaba a pie con su pequeña hija el peligroso y helado Río de Las Vueltas para visitar o buscar auxilio a la familia Gómez de BONANZA (Tema desarrollado en el libro DESDE LOS APENINOS A LA CORDILLERA)
“En el predio de PN hasta 1988 el centro de informes funcionaba como hostería, y como ya lo mencioné regenteada por Walter Doweck, donde Miguel Burgos conducía hasta ese lugar el transporte LOS GLACIARES con turistas desde el Calafate.
“En la estancia San José habitaban Felipe y José Rojo con su esposa Pepa e hija Ana, que transformaron el antiguo casco en la hostería LA QUINTA”.
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