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Graciela Suárez, la fundadora de la Red de Mujeres Solidarias, viajó derivada por motivos de salud este jueves a Buenos Aires.
La riogalleguense se encontraba internada desde antes de las fiestas de fin de año y por la complejidad de la atención que necesita para sus riñones, fue necesario derivarla.
Suárez viajó acompañada por su hijo Mauro y no sabe por cuánto tiempo deberá permanecer en Buenos Aires.
Dado que su única fuente de ingresos es la de su trabajo como mecánica dental, estar internada la dejó imposibilitada de percibir dinero alguno. En este contexto es que se organizó una campaña para colaborar con la vecina, como tantas veces ella colaboró con cientos de familias desinteresadamente.
Luego de que se realizase una tómbola, actualmente se está apelando a la colaboración económica transfiriendo a su cuenta de Mercado Pago (Alias: graciela.suarez.1977).
“Al principio ella no quería, pero lo entendió y nos dijo que sí porque hoy lo necesita”, comentó este miércoles, en Radio LU12AM680, el vecino Horacio Huecke y subrayó “hoy Graciela Suárez necesita de todos los santacruceños, ella siempre está ayudando a todo el mundo”.
La historia de Graciela
En 2021 Suárez brindó una entrevista al programa “La Mirada”, donde contó su historia.
“Nací en el Chaco, a los cinco años falleció mi papá y me regalaron. Mi mamá no sabía leer ni escribir. Éramos seis hermanos, ella se juntó con otro hombre y a mí me regaló con una familia de Rosario, que me golpeaba y en invierno me sacaba a lavar ropa afuera“, contó.
Ya a esa edad, Graciela pasó hambre y sufrió maltrato. “Una vecina hizo un hueco entre su pared y la nuestra y nos pasaba comida. Un día una señora me vio y me dio una tasa de leche con café y me dijo que cualquier cosa fuera a su casa”.
Graciela pasaba días enteros encerrada bajo llave mientras el esposo de la mujer que la cuidaba estaba ausente, desconociendo los golpes que recibía. Alrededor de los siete años, sintió que había llegado el momento de contarle a él lo que su mujer hacía, pero la cosa empeoró.
“Ella esperó a que él se fuera y me puso contra la pared para darme palazos en la espalda. Me la rompió, también el tabique y dedos. Me arrastré como pude y fui hasta lo de la señora que me dio el café con leche y ella denunció. Mi mamá nunca apareció”, recordó.
Luego de esto, Graciela fue entregada en guarda a otra familia, donde no le pegaban, pero el maltrato se dio de otras formas. Cuando tenía 13 años apareció su madre, pero nuevamente la dejó a cargo de otras personas.
Tiempo después se mudó a Río Gallegos, donde completó sus estudios primarios y secundarios. “Siempre fui de ayudar porque no quiero que ningún niño sufra lo que yo sufrí, ni que ninguna mujer tenga que pasar lo que yo pasé”, explicó sobre su vocación solidaria.
“Yo soy una sobreviviente del abandono, la violencia, el abuso, y la muestra de que se puede salir adelante“, manifestó.
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